Me subo al auto y lo miro triunfante.
—No te llevaré allí.
—Lo harás. Necesito recuperar mis cosas.
Él me mira sorprendido pero yo solo lo miro ansiosa.
—¿Qué esperas? ¿Acaso necesitas una invitación para dar la vuelta? —le pregunto, él niega con la cabeza y da vuelta.
—¿Qué hacías caminando sola por estas calles tan peligrosas?
—Venía de la pizzería.
—¿Nadie pudo recogerte?
—Ya no más.
—¿Rompiste con tu novio?
—Eso no te incumbe.
—Es cierto.
Nos quedamos en silencio un momento hasta llegar donde el tipo y yo recuperar mis cosas. Me aseguro de que siga respirando y llamo una ambulancia.
—Hola, necesito una ambulancia, un tipo me intentó robar y recibió una fea paliza —cuelgo el teléfono y lo guardo.
Entro al auto del muchacho tatuado y él arranca.
—¿Cómo te llamas? —le pregunto.
—¿Me hablas a mi?
—No imbécil, estaba hablando con el de atrás.
Él ríe y suspira —Soy Karter.
—Ah, así que te llamas como la agente Carter, ¿acaso eres espía?, ¿cuando te llaman respondes: "Agente Karter para servirle"? —me río de mi misma y lo observo.
—Soy lo más lejano a alguien que trabaja para la ley o el gobierno —no digo nada —¿Y tu? ¿Cómo te llamas?
—Leslie.
—¿No es nombre de chico?
—¿De cuándo acá? Es unisex pero más usado en chicas, genio.
—¿Qué edad tienes?
—Diecisiete.
—No deberías andar sola por estas calles, es muy peligroso.
—Tampoco debería andar en tu auto, puedes ser peligroso.
—Oh, créeme, lo soy.
—Perdona con el niño de la mafia.
—No sabes lo que dices.
Él sigue conduciendo, de acuerdo a la dirección que le he dado, la de mi casa.
—¿Vas a la escuela? —le pregunto mirándolo.
—No.
—¿Qué edad tienes?
—Escucha, princesita, mientras menos sepas de mi, mejor —tal vez él no quiere hablar, pero yo tengo curiosidad.
—¿Por qué?
—No soy un tipo bueno, Leslie, así que te agradecería que si me vuelves a ver hagas como si jamás nos hubiésemos conocido.
—Pero eres bueno, me salvaste de ese tipo —esta conversación no será la más importante en mi vida, pero cuando el aburrimiento me invade no puedo evitar ser un fastidio.
—Impedir que te hicieran daño no me hace un héroe, Leslie, no debes confiar en nadie, ni siquiera porque te salvaron la vida —dice deteniendo el auto frente a mi casa.
—Aún así, gracias por salvarme, pero espero no volver a cruzarme contigo —digo y abro la puerta.
—Espero lo mismo, princesita —sago del auto y espero a que él arranque, pero en cambio baja la ventanilla del auto —¡Espera!
Me vuelvo a acercar —¿Qué sucede?
—Ten esto, no querrás que alguien te vea con ese vestido todo roto —había olvidado mi vestido por completo. Mis manos vuelan a mi pecho y me cubro enseguida —Tranquila, no soy así de cerdo.
—No me importa como de cerdo seas, acabo de andar todo un trayecto en auto mostrando mis pechos —él ríe.
—Lindo lunar, por cierto —miro hacia abajo y lo encuentro, el lunar en la parte superior de mi seno derecho.
—Creí que no eras así de cerdo —digo agarrando la chaqueta que aún me extiende.
—Las personas mentimos muchas veces —me lanza un guiño para luego subir la ventanilla y arrancar el auto.
Cuando tengo la chaqueta puesta me giro para entrar a mi casa.
Subo rápidamente a mi habitación y cierro la puerta tras de mi. Me quito todo y me lanzo a la cama. Quedo rendida al instante.
***
Termino de alistarme para la escuela y agarro la mochila y el teléfono celular. Salgo de mi habitación y marco a la agencia de taxis. Mientras espero, me como una manzana y tomo un vaso de leche fría.
Mis padres ya se han ido a trabajar muy temprano, así que estoy sola en casa.
Salgo afuera y ahí está mi taxi. Subo y le paso la dirección de la escuela al conductor.
Llegamos en menos de veinte minutos.
Desde que entro todas las miradas están en mi. Busco con mi mirada a Bella, pero no hay señal de ella así que solo voy directo a dirección para recoger mi nuevo horario de clases y mi número de casilla.
Cuando tengo ambas cosas, salgo de allí y me dirijo a la casilla para dejar mis libros de sobra. En el camino hay muchos estudiantes, pero mi estatura baja y mi cuerpo delgado me permiten pasar entre ellos con facilidad.
Alguien choca mi hombro y al girarme, solo logro ver un cabello negro y el borde de un tatuaje oculto por su camiseta. Imbécil.
Meto mis libros en la casilla y al cerrar la puerta me encuentro con el cabello naranja de Bella.
—Buenos días —dice con su típico buen humor.
Editado: 05.04.2018