Kassandria. La Ciudad Perdida

Cap. 32 Inesperado

 

Cuando Rigel hizo su aparición en el Caldero Chorreante, el empleado lo saludó con cierta aprensión, pues aquel Black no era especialmente dado a la amabilidad. El chico fue a ocupar una mesa en un rincón y se hundió en sus pensamientos.

Rigel había sido el chico menos simpático de aquella generación, desde pequeño había demostrado que tendría un carácter difícil, y aunque en principio no había sido tan inquieto como sus primos o sus hermanas, tanto Lily como Anthar tenían serias dificultades para que obedeciese hasta la más mínima de las órdenes. Por otra parte, a medida que había ido creciendo la inquietud lo había hecho con él y se volvió tan desastroso como la mayoría de sus parientes, pero la antipatía había seguido el mismo acelerado crecimiento, y quien más lo sufría en principio era Jason. Lyra por su parte y a pesar de que siempre le había peleado a Anthar su rebuscada manera de hablar, se divertía horrores con los pleitos entre el pequeño Rigel y su marido, ya que eran épicos duelos verbales.

No obstante, sus padres comenzaron a preocuparse de veras cuando Rigel sobrepasó los diez años, pues se había vuelto francamente intratable, todo lo molestaba incluido él mismo en opinión de Lily, y fue cuando Sirius les habló por primera vez de su padre. Aquello no hizo especialmente feliz a nadie y todos se preguntaron por qué Rigel tenía que haber heredado el odioso carácter de su bisabuelo y no el de su abuelo, pero también sirvió para que el mismo Rigel hiciese un esfuerzo por controlarse, y se recordaba constantemente que él amaba a su familia y que no merecían ser maltratados.

Rigel amaba a sus padres y a todos sus parientes, pero Lyra ocupaba un lugar especial en su corazón, y a pesar de que ya era un hombre y entendía perfectamente la situación, ni siquiera le sentaba bien compartirla con Jason. Tal vez por lo anterior, Rigel había sentido desde siempre adoración por Cassandrea, y desde el momento de su desaparición, el chico no había tenido ni un minuto de paz y su desesperación tal vez solo era comparable con la de Jason o la de Louis, de manera que con la desaparición de sus primos, el mencionado mal carácter había hecho nuevamente su aparición y se había instalado cómodamente en la cotidianidad de Rigel, así que cuando ingresó al departamento de aurores, entró de forma inmediata más o menos en la misma clasificación de Jason, y aunque las chicas habrían dado sus varitas por una sonrisa de aquel individuo, nadie lo había conseguido hasta la fecha.

  • Rigel  --  escuchó la voz de Daviana a su lado
  • ¿Qué estás haciendo aquí?  --  preguntó sin levantar la cabeza  --  ¿No deberías estar celebrando el próximo acontecimiento?  --  dijo acentuando el verbo
  • Rigel en verdad entiendo cómo te sientes
  • ¿De veras?  --  preguntó en forma ácida
  • ¿Crees posible que precisamente yo no lo entendería?  --  preguntó ella a su vez  --  Los he visto crecer, Rigel, apenas salí de la escuela mi primer entrenador fue James y mi primera misión fue cuidarlos, pero en el proceso aprendí a amarlos también  ¿Cómo crees que me sentí cuando me enteré que habían desaparecido? No ha pasado un solo día en el que no me sienta culpable
  • No seas necia, Daviana, no es tu culpa
  • Saberlo no hace que me sienta mejor, pero como dijo Loriana la vez anterior, aunque nos duela no haber encontrado aun a los chicos, tampoco podemos renunciar al pedacito de felicidad que podamos alcanzar
  • Y lo entiendo, pero no me pidan que comparta esa felicidad, porque mi corazón está hecho pedazos y no hay lugar para ello  --  dijo poniéndose de pie y comenzando a caminar hacia la puerta

Daviana lo siguió y salieron al Londres muggle. Rigel comenzó a caminar sin rumbo fijo y Daviana se colgó de su brazo.

  • Regresa a casa  --  le dijo él
  • Solo si tú vienes conmigo

Rigel estaba pensando en ir a Green Hill, pues conocía los encantamientos que la protegían y no sería un problema para él entrar, pero antes de decidirse, una voz los paralizó.

  • Miren nada más, un pequeño Black en el mundo muggle

Independientemente de quién fuese el que decía aquello y siendo que los pocos amigos de Rigel no estarían precisamente allí, antes incluso de que el sujeto terminase de hablar, ya él tenía su varita en la mano.

  • Desháganse de la chica, no nos interesa

No obstante, eso era más fácil decirlo que hacerlo, y de nuevo apenas había terminado de dar la orden, ya Rigel había colocado a Daviana tras él y había atacado a quien hablaba. 

  • ¿Tu novia, Black?  --  preguntó el hombre limpiándose la sangre
  • Vete Rigel  --  lo urgió Daviana

Pero no hubo tiempo para más, pues varios rayos partieron de más de media docena de varitas y lo único que Daviana alcanzó a hacer fue a enviarle su ubicación a Albus.

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Eidel se encontraba fuera desde hacía meses y solo sabían de él por los esporádicos mensajes que enviaba con los datos que iba recabando, pues había sido enviado a una peligrosa misión que consistía en infiltrarse en el ministerio francés que sabían estaba minado de hombres de Radvansky, ya que aparte de ser un fantástico diplomático, Eidel se había entrenado duramente para adquirir la habilidad suficiente en transformaciones volviéndose un maestro del disfraz, y siendo que los únicos MM [1] auténticos y oficiales con los que contaban eran Danaee y Jason, y aunque Louis también lo era, pero lo sabían pocas personas, consideraron inconveniente enviar a Danaee y los otros dos estaban muy ocupados como para dedicarse a aquello.




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