Kassandria. La Ciudad Perdida

Cap. 61 Recapitulando

 

Después que Altair había reñido a su padre y lo había amenazado si se le ocurría no obedecer, lo dejó en compañía de su madre y sus hermanos, y se fue a buscar a Jason antes de que comenzase la reunión pautada para un momento más tarde, pero por el camino se tropezó con Akima.

  • Señor, no debería usted estar…  --  comenzó, pero se detuvo al verlo sonreír

Como era evidente, Akima había confundido a Altair con Tyler, y al verlo sonreír se imaginó que como de costumbre él iba a preguntarle si estaba de guardia, y si se imaginó eso, fue porque llevaba la chaqueta del uniforme al hombro y no donde correspondía, algo más bien habitual como también era habitual que Tyler le dijese inútilmente que la colocara en su lugar.

  • Sí ya lo sé, pero en este momento lo que debe es volver a su habitación
  • Me encantaría, sobre todo si es en tan encantadora compañía, pero deberías recordar que no se me dan muy bien las repeticiones, Akima  --  le dijo él
  • ¡Por las barbas de Merlín!  --  exclamó la chica  --  ¿Altair?
  • Servidor

Aunque normalmente las chicas con las que Altair había tenido alguna relación no terminaban odiándolo como era el caso de Cassander, Akima habría podido hacerlo si se tenía en cuenta cómo había terminado su cortísima relación y que la chica no le había hablado durante los dos meses siguientes a los sucesos de aquel nefasto San Valentín. Sin embargo, luego se le había pasado el mal humor y habían vuelto a ser amigos. Akima y como todos sus compañeros de escuela, estaba al tanto de su desaparición, de manera que al verlo y caer en la cuenta de quién era, se lanzó en sus brazos.

  • ¡Estoy muy feliz de verte, hombre! 
  • Gracias muñeca

Conversaron un minuto más y Altair se despidió marchando a buscar a Jason mientras Akima siguió a buscar sus asignaciones de ese día. Aun iba sonriendo cuando alguien se atravesó en su camino.

  • ¿Tienes problemas, Ryusaki?  --  le preguntó Anette
  • Creo que quien los tiene eres tú, aunque el plural está de más, pues tu problema se resume a uno solo  --  le contestó ella en tono burlón
  • Ya te lo advertí una vez, no busques que te lo recuerde
  • Si teniendo la oportunidad no lo conseguiste, dudo mucho que…

Anette había sacado con extraordinaria rapidez su varita y estaba apuntando a Akima antes de que ella concluyese. Al lado de Anette, la sanadora parecía una escolar, porque era casi tan pequeña como Abigail, pero tenía un carácter muy parecido al de la francesa, aunque no su habilidad ni preparación. No obstante, el asunto no pasó a mayores porque fueron interrumpidas.

  • ¿Hay alguien aquí que pueda ayudarme?  --  escucharon y ambas ladearon la cabeza
  • No sabía que estuvieses herido  --  dijo Anette
  • Y suponiendo que lo estuviese, no habría ningún motivo para que lo supieses o para que eso fuese de tu interés  --  le dijo Demian con su simpatía habitual
  • Ciertamente, pero espero que te duela mucho, infeliz  -- le dijo y comenzó a alejarse, pero se detuvo y miró a Akima  --  No lo olvides, japonesa, o te enviaré directo a la aldea de donde saliste si es que tienes tanta suerte

Akima la miró con antipatía, porque si bien ella ya no sentía nada por Altair, le molestaba que aquella necia se comportase de esa manera, y suponía que, con ese carácter, Altair tenía razón si no la quería cerca, pero sacó a Anette de la ecuación y se volvió hacia Demian.

Él por su parte estaba a medio camino entre la diversión y el fastidio viendo aquel ridículo pleito de adolescentes, pero como conocía bien a los miembros de aquella odiosa familia, y aunque Anette en realidad no lo era, no tenía ninguna duda de que podía causar un serio daño, así que había decidido intervenir.

  • Acompáñeme  --  le dijo Akima
  • Olvídelo  --  contestó él y ella se volvió
  • Pero dijo…
  • Pregunté si alguien podía ayudarme, aunque es evidente que quien necesitaba ayuda era otra persona
  • Escuche, si necesita ayuda asumo que es porque esta herido o enfermo, aunque de esto último estoy bastante segura a pesar de que en mi opinión su enfermedad es mental, así que…
  • ¿Quiere callarse?
  • Aunque no fuese usted de este planeta, igual debe saber que hablar constituye la forma de comunicación habitual
  • Pues debe ser usted la persona más comunicativa del universo  --  ironizó él
  • Al menos más que usted
  • Escuche, solo indíqueme en breves y concisas palabras una dirección
  • Seguro, váyase al infierno ¿más conciso o así esta bien?
  • ¡Akima!  --  exclamó Armand
  • ¿Qué?  --  preguntó ella, pero él ya se estaba dirigiendo a Demian
  • ¿Puedo ayudarlo?
  • Eso espero, pero con que aleje a esta pequeña amenaza de mí, será más que suficiente
  • Akima ve a la segunda planta  --  ella los miró a ambos con ira, pero se marchó  --  Lo lamento, es un poco…
  • Una amenaza como dije y alguien debería darle unas buenas palmadas
  • ¿En qué puedo ayudarlo, señor Turel?
  • Me citaron a la sala de juntas  
  • De acuerdo, suba al quinto piso y al final del pasillo la encontrará
  • Gracias




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