Habían llegado a tierra firme, los barbaros, ahora amigos de Kecia, se despidieron y se alejaron con rapidez; allí no había nieve, Kecia noto el cambio de clima, parecía estar ubicado en un desierto.
—El invierno no llega aquí, hace tres décadas una nevada llego hasta aquí, pero mientras los copos caían al suelo, se convertían en agua, se derritió tan rápido como llego.—Dijo Glazunov.
—Y como no, es un desierto.—Dijo Wayne.- esto es como el viejo oeste, o mas bien Egipto.-Dijo al notar que había bastante arena.
Cerca de allí había un gran muro de rocas que encerraban unas casas de barro y un gran castillo a lo lejos, caminaron hacia la entrada en donde habían guardias apuntando con arcos desde lo alto, parecían estatuas de lo quietos que estaban, tenía trapos encima y una armadura que los protegía del sol. Habían mas personas alrededor de la gran puerta, era un reino cerca de un desierto acompañado de un mar en frente. Personas entraban y salían en caballos y camellos, algunos incluso en elefantes sin embargo en sus hombros se posaban unas aves extrañas, -sus espiritus- penso Kecia, y así era, los habitantes del oeste eran conocidos por tener espiritus de diferentes aves, antes se pensaba que aquellas personas podrían volar, 'los hombres pajaro' se les llamo a los habitantes del oeste, de espiritus libres y llenos de fuerza, ahora lucían cansados encima de los camellos , otros tenían sus labios resecos por la sed, y otros tenían moscas a su alrededor, estaban vivos pero parecían muertos huesudos caminando, Kecia penso en la cantidad de comida en el castillo blanco, penso en la cantidad de comida que estaría comiendo Sakara, mientras que aquí los hombres, sin esperanza alguna, salían en sus camellos buscando comida. Cuando entraron el ave de Rarforth los guío a un callejon arenoso con carpas y vestidos viejos colgados en ventanas y alambres;las personas los miraban raro, quizá por la ropa que usaban, en aquel lugar las personas usaban arapos destapados por el calor. El ave los hizo entrar a otro callejón en donde habían niños en el suelo ,delgados y durmiendo con moscas a su alrededor, al lado de los niños habían pichones intentando comerse a las moscas. Los pichones eran aves pequeñas, eran sus espiritus, unas parecían tener alas de murcielago y otros colmillos como la ave de Rarforth.Un niño de piel bronceada y cabello oscuro junto a cejas negras abultadas levanto su mano huesuda hacía Kecia y le sonrio.
-Este es mi hermano.-Dijo señalando a un niño que dormia en el suelo a su lado.- no esta durmiendo esta muriendo.
Kecia se detuvo en seguida y se acerco al niño.sostuvo al niño que estaba en el suelo.
-Cual es tu nombre.-Pregunto al niño que le había hablado.
-Storm-Dijo.- y mi hermano se llama Arn.
Kecia miro al niño que estaba en sus brazos, parecía que estaba sosteniendo un esqueleto, no quería llorar, no en frente de los niños. Arn abrio sus ojos, era un niño de mas o menos once años, al parecer era el mayor, Storm parecía mas de ocho años.
-¿mamá?.-pregunto y Kecia nego con su cabeza.
-Soy Kecia.-Dijo.
-¿Eres la diosa de la muerte?.-pregunto con voz ronca y kecia sonrio.
-No que yo sepa, pero te dare algo.-Dijo y luego miro a Sean.-Dame la comida.
Sean asintio, sabiendo que lo que tenían era para el camino que tenían que recorrer, y era uno muy largo, pero la obedecio y llevo un vulto lleno de frutas y tartas junto a unas botellas de madera llenas de agua.
-No es mucho, pero tienes que comer.-Dijo alargandole un ramo de uvas. El niño tembloroso nego con la cabeza.-daselo a mi hermano...no importa que coma ahora, ya no siento mis piernas.
Kecia miro a los chicos como queriendo pedir ayuda, Glazunov se acerco y se arrodillo a su lado.
-Es tarde, no servira que le des fruta ahora, debe llevar semanas sin comer o beber algo, su estomago esta cerrado, vomitara lo que le des.
-Pero yo quiero ayudarlo.-Dijo Kecia con la voz temblorosa.
-lo siento.-Dijo Glazunov y luego toco al niño, Sean y el pequeño Storm se acercaron al cuerpo agonizante de Arn.
-Quisiera ayudarte Arn.-Dijo Kecia.
-Quisiera.....agua....-dijo el niño y Kecia agarro la botella de madera y la puso en los labios del pequeño, no lo ayudaría a vivir, pero al menos el niño tendría su garganta mojada.- Podrías....bañarme,solo el rostro.-Susurro el niño y Kecia unto de agua al niño y este sonrio. Kecia coloco una uva en la boca del niño.
-No te ayudara , pero puedes al menos sentir el sabor una última vez.- Dijo con lagrimas luchando por salir, pero ella las reprimia.
El niño comenzo a llorar.
-tengo miedo.-Dijo casi en un susurro mientras Kecia acariciaba su frente.
-Cuentame sobre lo que te gusta....que es lo que más deseas-Dijo Kecia espantando a las moscas y cualquier cosa que fastidiara a Arn.
-Dragones...-Dijo el niño sorprendiendo a kecia.-...siempre quise ver alguno...un día oí de ellos, me pregunte si quiza algún día podría conocer uno y montarlo ....volar, mi ave no podría hacerme volar, un dragón si....volar deseo volar.
-También quiero ver un dragón...busco a uno especial....no sabes como quisiera encontrarlo y mostrartelo-Dijo Kecia.