Khalid Cafiero.

Capítulo 32

Julius se aleja un poco y coloca sus manos en mi rostro, viéndome por encima con aquellos ojos de tristeza, me dio un beso en la frente y me vuelve abrazar, esta vez aprieta más sus brazos en mi cuerpo.

—¿Por qué siguen aquí? Ya no se necesitan —habla Julius con los hombres que aún tengo detrás—. Se pueden ir.

—Señor Jonas, no creo…

—Es una orden, les indiqué que no la lastimara —ataca, se acerca a mi mano y me quita el arma sin esfuerzo— y llévense esto.

«¿Ordenó?» pienso.

—Julius debe de tener más fuerza de lo que crees —informa Detta.

Los tres hombres mascullan algo en inglés y se largan de nuestra vista, dejándonos solos.

—¿Cómo es que le das ordenes? ¿Qué está pasando?

Julius solo se limita a sonreírme—. Estoy aquí para llevarte a casa.

—¿Cómo llegaste aquí? ¿De dónde conoces a estas gentes, Julius?

—¿Confías en mí, cierto? —Me pregunta, deteniendo todas las preguntas que tengo en mente; aquellos ojos que tanto me enamoré, hoy solo hacen que tenga miles de dudas.

—No lo sé, Julius —menciono al no estar segura—. Necesito respuestas.

—Y las tendrás —dice alejándose un poco—, ven, te contaré todo.

Él me sostiene de la mano y me hala al pasillo contrario; nos detenemos a la espera del elevador y cuando este abre sus puertas, Julius me empuja con rapidez, acorralándome entre la pared y él.

—No sabes lo muerto que estuve desde que me enteré de tu secuestro —él sujeta mi barbilla y la levanta.

—Espera…

Sus labios caen en los míos tan rápido que no me da tiempo de pensar con claridad; aquella sensación vuelve, cada beso me robaba el aliento; siento como él sujeta mis manos y se apoya más en mí colocando una de sus piernas en mi entrepierna. Mi boca se abre al sentir aquella presión y siento su lengua invadirme.

Julius, saborea como si no hubiera un fin, muerde y succiona cada segundo; sus manos me suelta y van directamente a mi cadera hasta bajar a mis nalgas, donde aprieta con fuerza y me impulsa para enrollar mis piernas en su cintura.

Esta vez tomo el control del beso guiando a donde deseo tenerlo; le muerdo su labio inferior con fuerza y él gruñe como respuesta. Se aleja de mis labios y empieza a devorar mi cuello, mordiendo y besando a su antojo.

Abro mis ojos mientras él sigue en mi cuello y en el reflejo puedo ver a Detta de brazos cruzados y con el ceño fruncido. Aquello hace que pierda toda sensación agradable y recuerde lo básico y en donde estoy.

—Julius —lo llamo y trato de alejar, pero no se detiene—. Julius, para.

Dejo que mis piernas caigan de su cintura y él me suelta pero no deja de besarme.

—Julius, te dije que pares —lo alejo con brusquedad, su espalda pega con la pared, nuestra respiración es brusca y fuerte, puedo ver sus labios hinchados y no dudo que los míos estén igual. Tomo distancia.

—Lo siento —murmura—, no te escuché.

—Quiero respuestas Julius, no quiero que desvíes el tema con besos y caricias.

Él se queda por un momento en silencio, mirándome con mucha atención; él sabe lo que he descifrado no hace mucho, una parte de mí ha cambiado y eso puede haber sido por la aparición de Detta, de nuevo en mi vida, como cuando tenía quince años.

—Tuve que formar una alianza con Addyn.

—¿Por qué?

—Khalid estaba pidiendo demasiado dinero —se detuvo unos segundos—, Addyn era la única persona que podría darme esa cantidad.

—¿Y te la dio?

—Solo una parte, la otra me lo dará cuando termine el proyecto.

—¿Qué proyecto? ¿Y cómo rayos conociste a Addyn?

Él baja su rostro—. Él vino a mí.

—Miente —responde Detta en mi mente—, está mintiendo.

—Explícate —mi voz no ha dejado de ser neutra, sin dejarme llevar por los sentimientos de ternura— porque no estoy entendiendo nada.

—Al parecer él tiene personas vigilando en la empresa donde trabajo… y ha estado interesado en mí durando un tiempo, solo que no encontró el momento oportuno.

—¿El momento oportuno? —Luego entiendo; Addyn sabía de mí desde hace mucho tiempo, solo que no tenía nada que ofrecerle a Julius—. Él sabía de mí.

—Sí.

—¿Y con todo eso, aceptaste trabajar para él? —hubo un breve fallo de luz.

—¿Qué querías que hiciera? —Su voz se alza—. ¿Qué me quedara a brazos cruzados? ¡Joder, Odette! Me estaba muriendo por no tenerte, por dejar que mi mente pensara lo peor cada hora desde el día de nuestra boda —veo como su pecho sube y baja con rapidez—. Había dejado de comer y dormir, porque mi cabeza solo estaba en ti.

—Yo… —bajo la mirada al no saber qué decir.

Siento cuando su mano toca mi rostro.

—Lo importante es que estás aquí, a salvo —se acerca para darme un beso casto— conmigo.



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En el texto hay: mafia, drama, accion

Editado: 16.06.2022

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