Khana

Capítulo 10: Esaraque

Me arme de valor y decidí enfrentar a Mikhen y preguntarle que sucedía, ella en vez de responderme simplemente ignoró mi pregunta y me miró fijamente a los ojos. Su mirada la verdad es que se veía muy… Triste, era evidente que algo estaba sucediendo aunque no entendía la razón por la que no quería hablarme…

  • Mikhen. – Dije tranquilamente colocándome delante de ella y tomando sus manos. - ¿Qué sucede? – Intenté sonar lo más confiable y dulce posible…
  • Vámonos. – Respondió ella secamente, soltó sus manos de las mías e intento caminar.
  • ¡Dime! – Insistí, tomando por la fuerza su mano y apretándola un poco sin querer.

En ese momento Khana se acercó a nosotros, mordió mi mano con la fuerza suficiente para que me doliera, pero sin lastimarme, solté a Mikhen y me dirigí a Khana.

  • Solo quiero ayudarla… - Acerque mi mano a su hocico, para acariciarla. – Sabes mejor que nadie que está sufriendo por algo…

Khana solo me miro, y mordió nuevamente mi mano pero ahora de una forma menos fuerte, supongo que solo me indicaba que dejara que Mikhen se alejara o que la dejara sola, al menos por un tiempo. Completamente impotente porque tras estos días he visto que no les ayudo en nada, a nadie decidí irme por mi cuenta, la verdad es que estaba muy molesto, más que con ellos, conmigo mismo. “¿Cómo puede ser posible que seas un completo inútil?”, me preguntaba a mí mismo, a la vez que me golpeaba ocasionalmente el pecho.

  • No me sigan. – Dije a todos los que pudieran escucharme y simplemente me marche, y lo cierto es que ni siquiera me fije en qué dirección me encaminaba.

Pasaron muchas horas, mientras estuve avanzando y volteaba a mi espalda ocasionalmente, esperando que llegaran… Me dijeran que soy necesario y eso ayudara al menos un poco con este sentimiento que tenía atormentándome, pero en cambio detrás de mí solo estaba el vacío, e irónicamente mi única acompañante era mi sombra la cual con el pasar de las horas también me abandonó.

La noche llegó y el terreno se veía… extraño; la noche es un sitio peligroso no importa en qué parte del continente te encuentres y no tardaría mucho en darme cuenta de que tenía razón. En mi camino encontré un sitio que se veía algo lúgubre, era un pequeño campo con algunos árboles con la peculiaridad de que estaba completamente repleto de luciérnagas, las cuales volaban en direcciones completamente aleatorias y algo juntas las unas de las otras, lo cierto es que la escena era tan linda que me olvide por solo unos segundos de toda la tragedia que apresaba a mi mente, saque esa espada de cristal de su vaina y al momento de que toda la hoja estuvo fuera, las luces que emitían las luciérnagas se reflejaban de una forma majestuosa en la hoja; la atravesaba y salía por el otro lado con un color diferente, me quede completamente ensimismado mirando este espectáculo y sin darme cuenta de que mis piernas aún continuaban caminando. De pronto algo se interpuso en mi camino, tropecé con aquello, fuera lo que fuera y caí al suelo apenas dándome espacio suficiente para meter las manos y no golpearme la cabeza.

Al girarme y ver con que me había tropezado, vi una pequeña lámpara de aceite la cual estaba encendida pero su luz era más tenue que la luz producida por las luciérnagas, confundido decidí tomar aquella lámpara y al momento de elevarla, justo cuando apunte con ella hacia la derecha una puerta se hacía visible, cuando movía la lámpara a otro lado aquella puerta desaparecía y regresaba si aluzaba de nuevo. “¿Qué clase de magia extraña es esta?”, pregunte en voz ligeramente alta, de modo que solo yo mismo pudiera escucharme. Abrí aquella puerta que la lámpara me ayudaba a mirar y por el interior todo era oscuridad, y nada más; me adentré en el sitio y cuando mi pie dio el último paso la puerta se cerró rápidamente y al girar la lámpara esta desapareció, no sé si fue error, coincidencia, o parte especifica de la magia de este sitio, pero por extraño que parezca mi espada de cristal cayó al suelo y al momento de intentar levantarla mi mano soltó por… ¿error? La lámpara y esta cayó encima de la espada, la lámpara se rompió en mil pedazos y el aceite aun en llamas encendió la hoja de mi espada, al hacerlo y pasados unos segundos el fuego se apagó de pronto y justo un momento después destellos de luz comenzaron a salir disparados de la espada dirigida en todas las direcciones, con esto el sitio se comenzó a iluminar poco a poco hasta que toda la luz regreso, yo me encontraba nuevamente en ese campo cubierto de luciérnagas y frente de mí una mesa de roble con dos sillas, en la mesa dos tazas con algo que brotaba vapor de ellas y un sujeto de ropajes verdes con cabello despeinado que me miraba pacientemente.

  • ¿Qué hace una persona como tu portando una espada como esa? – Preguntó aquel sujeto dándole un pequeño y elegante sorbo a su bebida, y después me indico con sus dedos que me sentara.
  • … - Solo me quede callado, pero acepte su invitación de unirme a él en la mesa.
  • ¿No quieres hablar? – Preguntó, su mirada estaba completamente clavada en mí y tenía un porte y expresión serios. – Preguntare de nuevo. – Dejo su bebida en la mesa y se reclino para acercarse un poco más a mí. - ¿Qué haces con esa arma?, ¿Cómo la obtuviste?
  • Me la prestaron… - Respondí, pues me incomodaba un poco que se colocara tan cerca de mí.
  • ¡Bazofias! – Gritó fuertemente y dio un duro golpe a la mesa tirando todo el contenido de las dos tazas. – Es completamente inaudito que un… - Hizo una pausa y me miro de una forma muy discriminatoria. – Humano. – Continuando con algo de asco, por el todo de su voz. – Porque una “Esaraque”, ¿De dónde la has robado?, ¡Asqueroso humano!
  • No la he hurtado. – Respondí yo, lo cierto es que no me ofendía todo lo que me estaba diciendo. – Le digo que me fue…
  • ¡Por eso odio a los humanos! – Comentó interrumpiéndome y hablando demasiado rápido mientras caminaba de un lado a otro rápidamente también haciendo movimientos con sus manos. - ¡Todos son una bola asquerosa de grasa que solo sabe mentir! No importa que tanta veces, o de qué forma se les pregunte una, ¡simple! – Haciendo énfasis y gritando un poco, esta última palabra. – Pregunta, todo lo que responden son mentiras y más mentiras. – Se quedó callado un segundo, giro su cabeza rápidamente hacia mí y avanzó. - ¿De dónde sacaste esa arma? – Repitió.
  • Le digo que… - Intenté hablar.
  • ¡De donde sacaste esa maldita arma! – Su insistencia y su falta de capacidad para esperar una respuesta me molesto un poco… Aunque preferí no hacer una “escena” y aguantar sus niñerías…
  • Si me dejara… - Continúe intentando hablar.
  • ¿Si te dejara qué? – Gritaba, sin permitirme hablar. - ¿Mentirme?, ¡No!, Ya mejor cállate, no quiero escuchar la horrible voz de un humano que únicamente sabe pensar en sí mismo y no entiende en absoluto a las demás especies.



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En el texto hay: criaturas magicas, lobo, magia

Editado: 12.05.2022

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