Capítulo 0.

Dicen que una marca de nacimiento puede conllevar un legado de maldiciones, de dones o sacrificios pasados. Dependiendo la familia y su historia, las generaciones pueden ser de brujos, vampiros, hombres lobos, hadas, trolls u otras especies que aún no son posibles identificarlas.

Cada una de ellas con sus respectivas marcas, deben mantenerse alejadas de las demás. Las mezclas pueden traer muerte a aquellos que osan jugar con las leyes de la naturaleza. No hay ser que sobreviva a aquella maldición, excepto una.

Los Farkas, criaturas que poseían los poderes de cada especie, su inteligencia era superior a cualquiera, sus instintos podían ser mortales para todo aquel que fuese su enemigo. Carecían de emociones, pero sabían cómo jugar con ellas, su belleza era inexplicable y nadie se podía resistir a ésta. Su naturaleza les permitía relacionarse con cualquier ser, pero el costo era quitarles la vida. Cuántas más muertes provocaban, su poder aumentaba.

Pero pasaron los años y todos evolucionaron, menos los Farkas.

Una noche mucho antes de la existencia de los ferrocarriles, la historia de estos seres llegó a su fin. Una alianza entre todas las criaturas permitiría que en la lucha de justicia, las muertes de aquellos asesinados tomara sentido. La vida de cada miembro de la especie Farkas concluiría, por el momento.

Antes de que el último de ellos exhalara su pobre suspiro; conjuró con la luna y las estrellas de testigos, que nacería entre una de las especies un Farkas, con la marca de ella pero con la sangre de su especie, además; con la capacidad de vengar sus muertes, pero sin el conocimiento de lo que era ni de lo que haría. Así el legado jamás se volatilizaria de la historia, porque en un futuro todos recordarían la profecía.

"Desde el viento será traído, y con el viento será uno. Sus poderes superarán los de todos los Farkas anteriores, él será el nuevo comienzo y la nueva destrucción.

Nadie podrá enfrentarlo, nadie lo va a matar. El que se atreva a mirarlo, su alma le deberá."