Killers CafÉ +21

CAPÍTULO 4

 

Viernes 27 de octubre, 09:30 a.m.

Departamento Judicial de Morón.

Llamada entrante...

—Hola. ¿Quién es el hijo de puta que se atreve a interrumpir mi café? —pronuncia mientras firma unos documentos.

—Hola, Ordóñez. Soy yo, Octavio. Necesito que venga a la comisaría, por favor.

—Ah, Quintana, es usted. ¿Andamos con número nuevo? ¿O este es de contrabando para las yegüitas?

—No estoy para sus bromas, Ordóñez. Tengo un caos en la comisaría; están las chicas del bar y la sirenita acampando desde antes de ayer... también tengo a los periodistas que me siguen exigiendo su cabeza, luego de sus dichos... Usted y sus burradas me trajeron un problema que yo nunca busqué. Pida unas disculpas, por favor, aunque sean falsas; sino voy a quedar manchado yo, y sobre todo mi departamento.

—Por favor, Quintana, no sea payaso usted también. ¿Chicas?, ¿cuáles chicas?, ¿las que vienen con sorpresa?, ¡por favor! No me haga reír. Esos fenómenos tienen el pito más grande que usted y que yo juntos. Chicas —pronunció con sarcasmo.

—Reconozca que se le fue un poquito la mano, Ordóñez... ese comentario sobre el palo estuvo de más y sé que lo hizo con doble sentido, no me lo puede negar.

—Mire, Quintana, no me interesa seguir escuchando sus monólogos de cura de pabellón gay, y por favor, conmigo no se haga el Paulo Coelho, que yo lo conozco desde que era un escupitajo de semen y usted de santo no tiene nada. Y disculpe, voy a cortar; están golpeando la puerta de mi despacho.

Llamada finalizada...

—Adelante —dijo mientras se paraba con su taza de café.

—Hola, jefe. Disculpe que llegue a esta hora, es que están haciendo piquetes, ¿vio? No se imagina lo que es avenida Rivadavia, es imposible pasar por ahí. Están prendiendo fuego, gomas y muñecos con la cara de Funes.

—Negros de mierda —expresa Ordóñez mientras enciende un cigarrillo—. Están desesperados los parásitos. Ahora que se les acabó la joda, van a tener que trabajar estos indios muertos de hambre.

—¿A usted le parece, jefe, que Funes esté preparado para ser un buen presidente? —Ordóñez ríe.

—Ay, Salazar. Juro que siempre pensé que era medio pelotudo, pero con esta pregunta me lo acaba de confirmar.

—¡Puede ser que a veces sea un poco pelotudo, jefe, pero con esa respuesta me lo dijo todo! —expresa Salazar mientras guiña su ojo izquierdo—. Y usted, jefe, ¿todo bien? Me pareció escuchar que estaba discutiendo con alguien. No interrumpí nada importante, ¿verdad?

—Nah. Era el mediocre de Quintana; está desesperado por limpiarse el culo. Disculpa, ¿a vos te parece? Quiere que pida disculpas por ser honesto, y todo por todo ese circo que está haciendo esta ensalada de putos y trolas. Dios mío, este país está cada vez más decadente. Pensar que en el siglo XX arrancamos siendo el país más rico del mundo, con gente trabajadora, en donde todos tiraban para un mismo lado; y mira en donde estamos parados ahora, pibe, con un país destrozado por un clan de chorros, con más del 40% de pobres, con gente analfabeta, y parar variar, tenemos a un esquizofrénico como presidente electo. Y ni hablar de la juventud, "el futuro", esos que abandonan los estudios para convertirse en influencers con falta de cerebro. Dah. Y lo peor de todo es esa diversidad de espécimen que creó esta sociedad de pendejos de cristal, esos mantenidos por el estado que se cambian de sexo cada cinco minutos. Haceme el favor —expresa Ordóñez mientras apaga su cigarrillo—. Mujeres que se creen Power Rangers y tipos que se creen Jéssica Rabitt y Las Trillizas de Oro —Salazar ríe.

—Ay, jefe, cómo me hace reír —expresa.

—¿A vos te parece que yo ahora me tenga que rebajar a pedirle disculpas a estas putas?

—Ay, jefe, como su asistente, yo también le recomiendo que pida una disculpa. Sé que usted fue criado en otros tiempos... pero de todas formas se le fue la mano. Las trabajadoras sexuales también eran personas inocentes, ahí creo que la pifió bastante. Las chicas del colectivo de prostitutas lo están escrachando por todas las redes sociales. Facebook, Instagram, Twitter y también en grupos de WhatsApp. Es cuestión de dignidad, jefe.

—Por favor, Salazar —expresa Ordóñez mientras se acomoda su corbata—. A estas putas les mostrás un fajo de billetes y se les va la dignidad en un segundo.

—Jefe, hable más despacio; lo pueden escuchar.

—No sea hipócrita, Salazar. Conmigo no se haga el políticamente correcto, porque en el fondo piensa igual que yo. Haga la prueba... si quiere ahora después de comer, lo llevo a uno de estos prostíbulos en donde paran todas estas dignas y va a comprobar con sus propios ojos lo que le acabo de decir. Les tiras cuatro mil o cinco mil pesos en el calzón y se te ponen en cuatro en un minuto —Salazar mira sorprendido a Ordóñez y traga grueso. No me mires con esa cara de puto reprimido, Salazar. Mejor mové el orto y anda a buscarme a tribunales los papeles que te pedí ayer.

—Pero, jefe, los piquetes...

—Tomate un colectivo, pibe, sino un Uber. Y si no hay, te inventas unas alitas y te me vas volando, pero te las tomas a buscar esos papeles ya. ¿Qué esperás, campanita? Movete.

Lunes 13 de noviembre. Ramos Mejía,Buenos Aires, Argentina.

" El EMPALADOR"

Camino desesperado, en círculos, arriba de mi alfombra percudida de sangre seca mientras me termino mi cuarto atado de cigarrillos. Necesito pensar qué voy a hacer, creo que alguien me vio; era de noche, pero igual sé que me vio, estaba demasiado borracho, pero sé que no lo imaginé, estoy seguro de que me vio. Fue uno de los transexuales que rondan el barrio de Rafael Castillo, pero estaba demasiado oscuro y yo demasiado borracho; pero igual, entre vómitos y mareos, alcancé a ver sus tacones. Eran anaranjados y tenían una rosa horrenda atrás. ¡La puta que me parió! ¿Para qué habré tomado tanto esa noche?

De todas formas las voy a matar a todas, no voy a tener piedad ni compasión por nadie. Voy a parar por un par de meses, tengo que dejar que pasen sólo un par de meses; necesito tener la cabeza en frío para poder volver. Esto no me puede volver a pasar, no puedo volver a cometer este tipo de errores.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.