Era un día nublado, cuatro jóvenes viajeros iban de camino a un campamento escolar, el conductor decidió hacer una parada para descansar un poco en un pequeño y solitario pueblo que encontraron en su camino.
Bajaron del auto y comenzaron a buscar un lugar para comer algo, recorrieron por varios minutos esas solitarias calles, parecía un pueblo abandonado, las casas eran pequeñas, se veían viejas y descuidadas. Por fin después de tanto caminar llegaron a un pequeño restaurante, abrieron esa pequeña puerta, un largo y agudo rechinido hizo que un escalofrío recorriera sus cuerpos.
Había unas cuantas mesas ocupadas por lo que parecían habitantes de ese lugar, tomaron asiento en la primera mesa que encontraron libre, el aire de ese sitio era extremadamente incómodo, las personas los veían como si hubieran hecho algo malo.
Tomaron solo un café ya que querían irse de ahí lo más rápido posible, no tardaron ni 10 minutos, pagaron la cuenta pero cuando estaban dispuestos a irse un señor de apariencia demacrada de unos 50 años les habló, con su voz tan fría y triste les hizo un par de preguntas.
~¿De dónde son? ¿Hacia dónde se dirigen? ~
...~
Pasaron unos segundos de incómodo silencio y de nuevo aquella voz que parecía morir de miedo pero a la vez estar muy furioso les advirtió:
~" Hay veces en las que la mente juega con lo que es real y lo que la imaginación nos ofrece, nunca confíes en lo que tus ojos y oídos perciben en un ambiente oscuro, la verdad solo existe cuando las luces se encienden "~
Los cuatro amigos quedaron confundidos, pero decidieron no tomarle importancia a aquellas palabras del viejo y simplemente se marcharon.
Estaba por anochecer, alrededor solo se podían ver árboles tan altos con ramas que parecían largos brazos que en cualquier momento atacarían... Las sonrisas de aquellos jóvenes poco a poco se desvanecieron hasta que un silencio extrañamente aterrador invadió el interior del auto que antes era tan ruidoso y alegre.
Serca de donde pasabas se podía escuchar el canto de una lechuza y las pisadas de lo que podría ser un animal escapando de algo.
La noche porfin los atrapó y una espesa neblina llegó con ella, las luces del auto apenas podían mostrar el camino que debían seguir, pero, aún así el conductor lo pudo ver... Era una señal, "Kilometro 444", una señal que marcaría el fin de aquellos viajeros.