“Switch…switch… switch”
El sonido de una palanca de cuerda al darle vuelta, el olor amargo del cedro, luego una dulce melodía que no podía oír muy bien y finalmente una imagen se formó en su cabeza….
Era diciembre, podía saberlo por la nieve que veía caer por la ventana, a su lado había una pequeña niña, de cabello corto y rosado que vestía un suetercito amarillo y una falda y mallones color negro. Ambos observaban curiosos la nieve y ella le platicaba sobre algo que no podía escuchar. Se esforzó en poner atención pero no pudo escuchar su voz, era como ver una película muda donde el único sonido era la melodía de la caja de música que él sostenía en su mano para mostrarselo a ella. Ambos estaban sonriendo y finalmente, él tomó la mano de ella para depositar su regalo; la había hecho especialmente para ella y se había encargado de que su abuela supervisara el primer trabajo artesanal que realizaba en su vida. En la tapa de la caja de música había grabado con sumo cuidado y belleza la imagen de una flor de sakura y escrito su nombre de forma delicada, sus padres se habían encargado de incrustar en su interior la maquinaria musical que le daba vida.
—Te quiero Sasori—le escuchó decir por fin a la pequeña y su voz resonó como un eco que se iba alejando al igual que el recuerdo. Trató de aferrarse a él y no perderlo, pero antes de despertar escuchó el sonido de su propia voz hablándole a ella.
—Yo también te quiero, Sakura—había respondido.
Sasori se levantó de la cama de enfermería con un punzante dolor en la cabeza, chasqueó los dientes y vio que Ino estaba frente de él con los brazos cruzados.
—¿Qué haces aquí?—preguntó Sasori sobándose la cabeza.
—Vengo a darte un mensaje antes de que la doctora regrese y te pregunté qué pasó— dijo la rubia con actitud seria.
— ¿Qué mensaje? Habla ya— dijo él volviéndose a quejar por el dolor.
—Si acusas a Sakura, me encargaré de hacer tu vida un infierno—declaró Ino con actitud desafiante.
Sasori le sostuvo la mirada y luego se puso de pie para salir de la enfermería pero ella se lo impidió.
—Hablo en serio, tengo mucho poder aquí y puedo hacer de tu vida un infierno con tan solo chasquear los dedos. — advirtió ella.
—Parece que todo mundo ve mucho por los intereses de Sakura, por qué no dejan que ella arregle por sí misma sus propios problemas— dijo él con frialdad y la empujó con suavidad a un lado para salir.
Ino salió detrás de él y se quedó parada ahí mientras lo veía alejarse.
—¡La respuesta es simple, estúpida cara de marioneta. Sakura es nuestra amiga!— le gritó Ino.
Sasori continuó su camino como si no la hubiera escuchado.
— ¿Amigos?—se preguntó así mismo en silencio — ¿Eso hacen los amigos?— pensó al recordar el primer fragmento de su memoria que había recuperado. Él no recordaba si había tenido más amigos, solo sabía que Sakura había sido uno de ellos, si es que había más de esos “amigos”.
Desde que había regresado a su ciudad natal, no se había interesado en averiguar si había tenido más amigos, vaya, ni siquiera se había enterado de la existencia de Sakura hasta hace poco. No había decidido indagar mucho acerca de su pasado, algo le decía que si decidía buscarlo abriría una caja de Pandora que aún no estaba preparado para controlar, ya que si adelantaba el momento de hacerlo, la persona que era ahora mismo desaparecía. No estaba muy seguro de querer perder lo único que tenía tangible y real como el saber que era él mismo; había demasiadas sombras en su pasado junto con las razones que lo habían motivado en primer lugar a huir de ahí.
—Son solo estúpidos recuerdos…— dijo parándose de pronto. — Tal vez solo necesito ser lo que soy ahora—.
—Ooooooooh— dijo una voz detrás de él alargando el “O”.
Sasori volteó a ver de quien se trataba y vio a un alumno con una máscara naranja con marcas de remolino y cuyo centro dejaba la abertura para el ojo derecho, en el que pudo apreciar un ojo rojo como la sangre que lo miraba con curiosidad.
—¿Estás confundido?— preguntó el alumno con voz demasiado alegre acercándose a él para verlo de cerca.
Sasori lo miró con altivez y estaba a punto de dejarlo cuando este le tomó de la mano y lo arrastró hacia un salón.
—¡¿Qué intentas…?!— gritó Sasori molesto pero cuando el alumno de la máscara le enseñó lo que había en el interior del salón donde lo había arrastrado, quedó fascinado con lo que había ahí.
—Soy Tobi— se presentó el chico sacando unos abanicos que movió rítmicamente en sus manos— Y te estoy invitando al club de arte.. ta~chaaaaaaaaan! ¡Aquí podrás encontrar materiales diversas para realizar, pintura, escultura, tallado en madera, serigrafía, etc. Etc. Un paraíso para los artistas, nuestro hermoso Akatsukiiiiii artístico! Bueno al menos tres del grupo estamos aquí, los demás están en otros clubes, los muy traidores— comentó eso último con tristeza.