Knd: Promesa

Capítulo 7: Cita premeditada.

Continúa la transmisión...

 

Wally estaba inconsolable por todo lo que había vuelto a su memoria en tan poco tiempo pero también se sentía algo agradecido y contrariado, ahora mas que nunca no tenía idea de qué hacer.

 

—Soy un completo idiota— se dijo a si mismo respirando profundo y limpiándose las lágrimas, tomó entre sus manos la foto y salió del baño directo a su habitación, tras cambiarse y ponerse solo unos boxers se tiró en su cama boca abajo quedándose dormido, estaba muy cansado como para seguir intentando pensar en todo y también por primera vez estaba deprimido. Pasaron unas horas hasta que escucho a alguien tocar insistente a su puerta.

 

—Mmm...— se giró en la cama intentando ignorarlo pero seguía insistiendo —¡ay...ya ¿quién es?!— dijo levantándose de la cama por fin.

 

—¡¡Soy yo brother!!— se escuchó una vocecita detrás de la puerta.

 

—Joey... ¿¡qué demonios quieres?!...ay, ¿no ves que ya es muy tarde?— bostezó y abrió la puerta frunciendo los ojos por la luz del pasillo.

 

—Jeje, lo siento hermano, pero quería saber si podías ayudarme con algo, mamá dijo que necesitaba estas cosas pero ya es tarde y como tú eres el único casi adulto aquí bueno me pidió que te dijera que fueras al supermercado por esto— dándole una lista y Wally no se veía del todo contento con la idea.

 

—¿Quiere que vaya solo al supermercado, ¡a estas horas de la noche?!— Joey solo se encogía por los gritos.

 

—Vamos ¿no me digas que tienes miedo?— Joey había dicho las palabras mágicas.

 

—¿Miedo? Ja!...claro que no— cerró la puerta tras de sí, su hermano solo escucho unos ruidos y luego salió de su habitación ya cambiado —bueno ¿y el dinero?— extrendiéndole la mano a su pequeño hermano.

 

Joey le observó un instante notando algo inusual —ah...si— sacándolo de su bolsillo se lo dio.—aquí tienes— Wally casi se lo arrebata.

 

—No me esperes despierto, ya pasó tu hora de dormir— bajando las escaleras salió a la calle.

 

Joey entonces sacó un comunicador —fase uno lista— al otro lado era Mushi.

 

—Bien hecho Cuatro punto Uno, ahora sigue la fase dos, inspeccionar la zona de la bestia— Joey rio un poco tras el comentario de Mushi.

 

—Mi hermano puede ser molesto pero no es una bestia Mushi, fin de la transmisión— entrando en el cuarto de Wally, el pequeño Joey se puso a investigar algo que pudiera ayudarles sin romper mucho las reglas, cualquier cosa que pudiera servirles para hacer que su hermano recuperara sus memorias, lo que el joven no sabía era que ya no era tan necesario.

 

Mientras tanto Wally titiritaba de frío —¿a qué madre en su sano juicio se le ocurre mandar a su hijo en la madrugada al supermercado cuando está haciendo un montón de frio?— con las manos en la chamarra caminaba bajo las parpadeantes luces de la calle, calmado pues realmente no tenía prisa, no le preocupaba levantarse temprano ya que no iría a la escuela al menos no hasta que fuese absolutamente necesario, de hecho, ya hasta estaba planeando cambiar de escuela —soy un maldito cobarde— paró en seco en medio de la calle —¡No me voy a dejar vencer! ¡¿Escuchaste?!— gritó a todo pulmón causando que algunas casas prendieran sus luces y empezaran a ladrar los perros también, recibiendo el reclamo de los vecinos —tsk, jajaja...no entienden, no voy a romper mi promesa— miró al cielo confiado de sí mismo y después de eso fue directo al supermercado sin perder más tiempo.

 

Estaba decidido a demostrarle a ese chico presumido que no era un cobarde y a Kuki que no era el patán que creía que era —arg... y ¿Cómo demonios voy a hacer eso?...necesito hacer que ella también recuerde— estaba pensando demasiado y eso le fastidiaba, todo lo arreglaba a la fuerza y a golpes, si algo estaba mal solo tenía que mostrar su fuerza y agresividad para arreglarlo pero esta vez no sería así, esta vez no se trataba de un tipo cualquiera, esta vez era la persona a la que había amado desde que era un niño, a quien hizo llorar tantas veces pero que también la hizo reír después —necesitaré ayuda— suspiró entrando a la casa y estaba a punto de delatar su presencia pero escuchó un ruido en su habitación, con cuidado dejo las cosas sobre la mesa y con absoluto sigilo subió las escaleras; Wally no había dejado de entrenar, incluso se metió de lleno tres años a una escuela militarizada y eso le había ayudado bastante para afinar sus habilidades.




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