Knd: Promesa

Capítulo 31: Un legado siniestro.

Capítulo 31: Un legado siniestro.

 

 

Continúa la transmisión…

 

 

La tormenta pasó a segundo plano al tener a su mejor amiga junto a ella, Abby solamente escuchaba lo que la joven nipona tenía que decirle, le contó de Ace, de sus citas, de que estaba muy feliz de que ella y Nigel fueran novios y de que esperaba con ansias el viaje juntos, que lo esperaba mucho mas que el propio cumpleaños de su novio pero cuando llegó al punto en donde se aliviaba no volver a tener esos “flashes” de memoria fue cuando la morena interrumpió.

 

—Espera— le dijo girándose a ella pues le estaba cepillando su cabello —¿entonces en todo este rato desde que andas con Ace no has tenido recuerdo alguno?— preguntando notando preocupación.

 

—Amm… pues no— Kuki se extrañó de que Abby estuviera preocupada por eso, para ella era un alivio pues ya no se preocuparía por su anemia —¿acaso eso es malo?—

 

Abby notó la mirada de su amiga y desvió la suya —no, no es nada malo pero creía que…—

 

Entonces Kuki la abrazó por detrás —en verdad estoy mejor así— se quedó así un momento y luego se soltó saltando a su puerta —¡ire por unos bocadillos!— sonriendo salió de su cuarto.

 

Abby se había quedado un poco pensativa por el tono de voz de Kuki y luego recordó lo que Hoagie le había dicho —“en verdad que Kuki no quiere recordar”— se dijo a si misma pero ella no se lo podía creer.

 

Chasqueando la lengua se levantó de donde estaba revisando la habitación minusiosamente, notando que era la típica habitación de una adolescente, maquillaje, posters de artistas pero lo que notaba era que todo estaba muy “girlie”, Kuki era una chica demasiado femenina ahora —je… siempre fuiste muy bonita— murmuró observando el tocador y las fotos —recordaba todo y algunas cosas le causaban vergüenza, como el baile —quiero que vuelvas…— dijo tomando entre sus manos aquella foto donde ambas lucían esos hermosos vestidos.

 

(…)

 

Abajo en la cocina, Kuki preparaba algo de té mientras llenaba un tazón con galletas y algunos dulces sin saberlo le traía nostalgia pero para ella era mejor no pensar en eso.

 

—Yo ya no quiero recordar— se dijo a si misma mirando al vacio de aquella ventana nublada y como si de un reflejo se tratara un solo nombre llegó a sus labios en un susurro —Wally…— en eso sonó el agua hirviendo poniéndola nuevamente en la tierra, al darse cuenta de eso llevó su mano a sus labios y negó sonriendo nerviosa —eso no puede ser, yo quiero a Ace— se dijo intentando convencerse aunque en su interior era mentira.

 

Tomando la charola regresó a su habitación —traje té y algunas galletas, dulces y chocolates espero no sea mucho— dijo levantando la mirada y ver a Abby sosteniendo esa foto en sus manos —¿de verdad me amas tanto?— dijo la nipona jugando solo para notar la reacción de su amiga.

 

Abby pronto vio que no estaba sola —ah ¡Kuki!, no yo…— y en su reacción de dejar la foto en su lugar, tiró algunas cosas del tocador —lo siento— toda avergonzada se puso a recoger las cosas notando algo debajo del tocador, era una nota vieja.

 

—Jajaja Abby, no te preocupes— Kuki dejó la bandeja en el buró y va a ayudar a su amiga que está roja como tomate —no pasa nada…— cuando se acerca nota que ha encontrado algo —¿y eso?—

 

—¿No sabes qué es?— le pregunta la morena extrañada.

 

—No, la verdad no me había fijado en eso— dijo mirando el papel arrugado sin entender lo que decía —mmm… debe ser de Mushi, esa mocosa siempre entra aquí sin permiso— doblo aquel papel y lo puso sobre su tocador —de verdad cuando vuelva la voy a castigar, ¿qué acaso no entiende que si no están mis padres la que está a cargo soy yo?— dijo bufeando y renegando un poco mientras se sentaba al borde de su cama.

 




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