Kyomu

Capítulo 5

Una pillada en la cocina 


Tocaron a la puerta y todo el mundo se quedó en su sitio como si no lo hubieran escuchado. Volvieron a sonar los golpes en la puerta y ninguno hizo amago de levantarse.

— ¿Saben que están llamando a la puerta, verdad? —los miré con la esperanza que no estuviera loca por ser la única que me había percatado.

— Yo abrí la última vez —dijo Sofía, apresurada.

— Yo saqué la basura en la mañana —la secundo su novio.

— Yo me encargué de la comida—dijo Henry.

— A mí no me toca hoy —terminó David.

Empezaron a discutir quién debería abrir la puerta y sobre porque no debía hacerlo ninguno hasta que Leo me miró sonriente.

— Te toca Catrhyn, eres la nueva —me quedé boquiabierta mirándolos a todos—. Bienvenida al grupo, cumple con tu primera obligación.

— Lo siento, niña bonita, pero lo dicen las normas de la casa, todos debemos colaborar —pestañe sorprendida con que me estuvieras abriendo tan rápido no solo la entrada a su casa sino a su grupo.

Fui hacia la puerta dispuesta a cumplir con mi tarea y me topé con una chica rubia, piernas largas, con más pintura que las paredes y un escote lo bastante llamativo.

— ¿Puedes llamar a Henry? —me faltó agregar y sin educación—. Dile que Agatha le busca.

— ¿Buenas, no? Como mínimo —me interrumpió.

— No me hagas perder el tiempo y ve a buscar a Henry —ordenó y se equivocó porque no pensaba hacerlo.

— La de por favor no te la sabes —dije antes que alguien se colocará a mi espalda.

—¿Por qué tardas tanto? ¿Quién es? —preguntó Henry terminando de abrir la puerta que tenía pensado cerrarle en la cara a la chica—. ¿Agatha? ¿Qué haces aquí?

— La he llamado yo —saltó la amiga de David—. Espero que no les moleste.
Vi a Sofía con ganas de responderle, pero Leo le tapó la boca antes de que soltará alguna de las de ella.

— Gracia por invitarme a cenar Henry —pronunció Agatha.

— No guapa, gracias Henry no, gracias a tu amiga, él no te invitó —soltó Sofía, una vez se libró de la mano de su novio.

— Tú siempre tan simpática Sofía —le respondió—. Supongo que esta chica que abrió es amiga tuya, tanta simpatía solo puede venir de un lugar.

— Llevemos la fiesta en paz —intervino Leo.

Quise volver a mi sitio y lo encontré usurpado por la amiga de la amiga de David. ¿Y si la levantó de los pelos oxigenados? A mí no me la da, eso no es natural.

— ¿Te traigo una silla? —preguntó Henry.

— Mejor un cojín a tu lado —le regalé una sonrisita y vi la cara de Agatha arrepentirse de haberse sentado ahí.

Cenamos entre las historias de Agatha y de la obra de teatro que presentaría la semana entrante.

Sí, estudiaba para actriz y pensar que podía terminar siendo de esos fotógrafos que vivían detrás de estas estrellitas. De pensarlo me entraban ganas de cortarme las venas con un trozo de pizza.

Sin ofender, valoraba el trabajo de cada persona, amaba la fotografía, pero fotografiar personas no era mi estilo, no tenía la paciencia suficiente.

— Tengo el papel principal, es una obra adaptada de uno de esos libros que lees —giré a mirar a Henry sorprendida—. Les haré llegar las entradas para que vayan a ver la obra.
Seguía mirando a Henry sin poder creer lo que había dicho Agatha.

— Haré como si no te hubiese causado tanta sorpresa —puso cara de ofendido.

Seguimos comiendo cada uno sus porciones de pizza hasta que se acercó a mi oído a susurrar.

—¿Te ha gustado la cena que te he preparado? —asentí con un trozo de pizza en la boca—. Se nota, haces unos ruiditos de satisfacción que me hacen volar la imaginación.

Abrí los ojos como platos.

— ¿Las has preparado tú? —pregunté incrédula.

— Soy un excelente cocinero.

Sí que era excelente porque la pizza estaba para hacer más ruiditos de satisfacción y un bailecito incluida.

— Pensé que estaríamos solo —dije mirando a nuestro alrededor.

—¿Decepcionada? Si lo que quieres es pasar un rato a solas conmigo, solo tienes que pedirlo —levanto y bajo las cejas repetidamente—. Estaría encantado de mostrarte mi habitación.

Me atraganté con la cerveza mientras él explotaba en una risa sonora. Terminamos de cenar y pusieron la tele para ver algún programa, mientras ayudaba a Henry a recoger.

Cuando lleve los vasos a la cocina, vislumbre en el cesto de la esquina cajas de pizza. Me giré incrédula sobre mis talones hacia el chico que terminaba de meter los platos al lavavajillas.

—¿Te gusta lo que vez? —pregunto con una sonrisa pícara.

—Has dicho que cocinaste tú, ¿verdad?

—Estás dudando de mis dotes culinarios.

—Sí, las cajas de ahí te delatan.

Abrió los ojos como platos al ver lo que le señalaba.

—Vale me has pillado, pero si soy buen cocinero, solo no me dio tiempo prepararlo yo mismo —explicó rascándose la nuca nervioso—. Prometo compensarlo, solo dime qué te apetece y lo haré en la próxima ocasión.

—¿Qué te hace pensar que habrá próxima vez?

—Habrá, te lo aseguro.

—En el hipotético caso de que exista una próxima vez, ya no tendrías credibilidad, te acabo de pillar en un intento de hacerme creer que cocinas bien.

—Bien, en ese caso te invito a disfrutar de una excelente vista mientras cocino para ti.

—¿Qué te hace pensar que quiero observarte por una hora seguida? —enarqué una de mis cejas—. En todo caso, solo supervisaría que fuera verdad que cocinaste.

—Mañana a las cinco paso por ti

Acepté sin pensarlo mucho, después de todo no tenía nada mejor que hacer esa tarde.

 




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