La Astronomía del Amor

Capitulo 1: Polaris

                          La Astronomia del amor 

                                     Capitulo 1:

 

El universo, vasto y misterioso, se extiende en todas direcciones lleno de secretos y maravillas. En su inmensidad se encuentran incontables estrellas brillantes que parpadean en la oscuridad, como faros en la noche cósmica. Sus destellos iluminan el camino de los navegantes intergalácticos y despiertan admiración en los observadores desde la Tierra.

Entre todas las estrellas, una en particular destaca por su esplendor y magnificencia. Se llama Polaris, la estrella del norte, guía de los viajeros perdidos en la inmensidad del espacio. Brillante y eterna, ilumina con su luz plateada los rincones más remotos del universo, inspirando en cada ser que contempla un profundo sentido de asombro y admiración.

Polaris, con su brillo inigualable, representa la esperanza y la constancia en un universo en constante cambio. Su luz nos recuerda que, aunque parezca que todo está oscuro y perdido, siempre habrá un camino por seguir, una estrella por la que guiarnos en la noche infinita.

Así, mientras el universo sigue girando y las estrellas siguen brillando, Polaris permanece inquebrantable en su lugar, recordándonos que, aunque todo cambie, siempre habrá una luz que nos guíe en la oscuridad...

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La brisa salada acarició la piel de Adhara, llevando consigo el aroma a salitre y a la inmensidad del mar. Estaba sentada en la punta de un acantilado, con las piernas colgando sobre el vacío, mirando hacia el horizonte donde el sol se despedía con un último y brillante suspiro. Su pelo, negro como la noche, se movía al ritmo del viento, y sus ojos, brillantes como si de la luna se tratase, reflejaban la melancolía del crepúsculo.

Era una joven astrónoma, apasionada por el universo y por el misterio que este albergaba. Desde pequeña, pasaba horas mirando las estrellas, buscando respuestas en su inmensidad. Su nombre, Adhara, significaba "la más brillante", un reflejo de su propia ambición y de su búsqueda incansable de la verdad.

En ese momento, estaba más cerca de la desesperación que de la esperanza. Había estado trabajando en un proyecto de investigación sobre las supernovas, buscando respuestas sobre la muerte y el nacimiento de las estrellas. Sin embargo, su investigación no avanzaba, y la frustración la consumía. La sensación de que estaba perdida en un mar de información, sin encontrar la llave que abriera la puerta a la verdad, le hacía sentir un vacío que se extendía por todo su ser.

De pronto, una voz masculina rompió el silencio.

- ¿Qué haces aquí, tan sola y a esta hora? -

Adhara se sobresaltó. No había notado que alguien se acercaba, perdido en sus pensamientos. Se giró y vio a un hombre alto y delgado, con el pelo castaño y unos ojos azules que parecían reflejar el cielo crepuscular.

- No estaba sola, estaba... meditando.-

- ¿Meditando? ¿Sobre el vacío? -

El hombre esbozó una sonrisa irónica, sus ojos brillando con una chispa de picardía. Adhara sintió una mezcla de irritación y curiosidad. Era evidente que no le había gustado su respuesta.

- Soy Kain- dijo el hombre, extendiendo una mano.

- Adhara - respondió ella, estrechando su mano.

Kain observó el cielo con la misma fascinación que Adhara, aunque con una expresión más serena.

- Te veo aquí a menudo - comentó.

Adhara asintió, sin saber qué más decir. El silencio se instaló de nuevo, pero esta vez no era tan incómodo como antes. Kain le recordaba a una estrella fugaz: un instante de luz que cruzaba su camino, dejándole una sensación de misterio y de intriga.

- ¿Te gustan las estrellas? - preguntó Kain, rompiendo el silencio.

Adhara sonrió. Por fin, un tema en común.

- Me fascinan. Las estrellas son como... un espejo del alma.

- O un mapa del universo - respondió Kain, mirándola con una sonrisa.

En ese momento, Adhara sintió que una conexión invisible se había establecido entre ellos. Era como si Kain comprendiera sus pensamientos, como si sus almas resonaran en una misma frecuencia.

- ¿Qué estudias? - preguntó Kain, interesado.

- Astronomía - respondió Adhara.

- ¿Y en qué te especializas?- 

Adhara le explicó su proyecto sobre las supernovas, su frustración y su sentimiento de impotencia. Kain la escuchó atentamente, con una mirada de comprensión.

- A veces, la verdad se esconde en los lugares más inesperados - dijo finalmente.

Adhara lo miró, buscando una explicación en sus palabras.

- La verdad es como un diamante en bruto. Hay que trabajar, pulir y descubrir sus facetas para que brille en toda su belleza - continuó Kain.

Adhara sintió que sus palabras la inspiraban.

- ¿Qué te hace decir eso? - preguntó, curiosa.

- Porque yo también soy un buscador - respondió Kain, con una mirada profunda. - Un buscador de respuestas, de verdades, de... un sentido para mi propia existencia.

En ese momento, Adhara supo que Kain no era un simple observador del cielo nocturno. Era un compañero en la búsqueda del conocimiento, un explorador del universo interior y exterior.

- ¿ Y tú qué estudias?- dijo un poco más interesada sobre el sujeto que estaba en el mismo acantilado que ella.

- Estudio el cielo y su existencia- contestó el hombre a su lado de manera simple.

Ella lo miro y asintió al comprender que también es un explorador sobre los por qué del cielo y sus misterios..

- ¿ Ya has encontrado el por qué a tus preguntas?- preguntó mientras lo veía levantarse de su sitio

Se dió la vuelta, comenzó a caminar y se detuvo para decir..

- Es el universo del cual  hablamos Adhara.. simplemente aprecia la belleza incomprendida y contestarás tus respuestas- Respondió y volvió a retomar su camino desapareciendo de su vista.



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En el texto hay: romance, astronomia, juvenil adulto

Editado: 26.06.2024

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