Cuando desperté en la mañana me encontré con mi madre acurrucada en mi cama durmiendo plácidamente y su brazo rodeando mi cintura como cuando era pequeña. La observé en silencio admirando la paz que emanaba de ella mientras soñaba; de pronto se le escapó una sonrisa y entonces supe que tenía un sueño agradable y me alegre por ella. Eleonor entró en mi habitación un poco agitada, pero cuando nuestras miradas se encontraron y vio la escena, sus ojos se humedecieron y su mano temblorosa acudió a sus labios cubriéndolos para evitar cualquier sonido. No hacía falta que dijera nada para entender lo que estaba pasando por su cabeza en ese momento y ambas sabíamos, que las palabras estaban de más en ese caso.
-Vuelvo luego.
Susurró con cuidado antes de cerrar la puerta. Realmente quería quedarme en la cama y disfrutar de ese momento un poco más, pero debía ir a la academia de ballet y si no salía pronto, llegaría tarde. Con cuidado saqué el brazo de mi madre y lo deposite sobre la cama, una vez estuve de pie me aseguré de dejar a mi madre cubierta con la ropa de cama. Tomé el celular y Vi que durante la noche había sido bastante solicitada; tenía mensajes de Kassy, Erick y Andrew, aunque de este último eran más las llamadas perdidas que los textos. Decidí que respondería a cada uno de ellos luego de ducharme, pero entonces Eleonor entró nuevamente a la habitación buscándome con la mirada y al encontrarme hizo señas para que la siguiera.
-¿Qué pasa?
Le pregunté mientras que con la mirada buscaba el fuego en la casa. Por su comportamiento creí que algo se incendiaba.
-Es el Sr. Andrew. Está en la sala insistiendo en que desea hablar contigo ¿Qué le digo?
-Solo dame tiempo para que me pueda duchar y arreglarme, no quiero que me vea en este estado. Luego bajaré.
-¿Y para que tanto arreglo Brownie? Si así estás perfecta. -Ambas nos volteamos y Andrew estaba parado en el pasillo con los brazos cruzados sobre su pecho y mirando con una sonrisa lobuna en mi dirección. – Lamento haberla seguido, pero es que él regalo de Bella estaba un poco ansioso.
-¿Mi regalo?
Pregunté al tiempo que trataba de arreglar mi cabello desordenado y rogaba a los dioses para que mi rostro de recién levantada no se viera tan mal como me sentía.
-Si. Es tu regalo de cumpleaños.
Andrew se hizo a un lado y entonces una esponjosa, peluda y muy babosa bola de pelos corrió en mi dirección. Su pelaje era tan espeso que parecía un oso y sus patitas regordetas y cortas lo hacían más simpático aún.
-¡Oh por dios! ¡Es un San Bernardo!
Grité al tiempo que lo levantaba en el aire y dejaba que lamiera mi rostro sin preguntar dónde había metido su hocico antes. Eleonor moría de amor con la pequeña bola de pelos que meneaba la cola mientras daba pequeños ladridos juguetones.
-De hecho, es una perra. Escogí hembra ya que no tengo problema con que te de besos porque es de tu mismo sexo.
Lo miré con la ceja elevada y Eleonor se aclaro la garganta y murmuró algo de ir a planchar un traje.
-¿Estás diciendo que sentías celos de un perro?
-Dije que podría sentir celos de un perro lamiendo tu cara.
-¿Esa es tu forma de pedir perdón? ¿O es tu romántica declaración?
Él apretó los labios y sus ojos adoptaron un semblante serio mientras se acercaba lentamente hacia mí, por un momento temí a lo que fuera que quería decirme.
-En realidad, es mi forma de decirte: Bella, debemos hablar, hay algo que debo decirte.
-¿Qué pasa?
-No aquí ¿Hay algún lugar donde podamos hablar tranquilos? Es algo muy delicado y te lo quiero decir antes de que te enteres por otra persona, porque realmente te aprecio y sinceramente tu me gustas mucho, bueno, me vuelves loco así que es más que eso, y si quiero que en algún momento exista la remota posibilidad de que pase algo entre nosotros, necesito decirte la verdad.
-¿De que?
-De todo; sobre quién soy en realidad y a que vine a la ciudad.
-Bien, también hay cosas que debo decirte.
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Editado: 20.09.2024