La ciudad de Keirin era un lugar desolado que no estaba bajo la jurisdiccion de ningun reino cercano, debido a que su estado era tal que nunca se pudo obtener nada de eses tierras y las personas que vivian en ella, eran gente que habia sido condenada a morir en el olvido, asi como yo.
Solo dos dias antes estaba con la mujer que mas amo y ahora estoy en esta tierra de nadie, pero que podria hacer yo, todavi seguia sin entender como mate al rey, me sentia tan culoable, tan miserable, le quite la unica razon de ser a Baia, su ultima mirada fue de total asco y desepcion, me senti vacio frente a ellam pero esto no se va a quedar asi, tengo que buscar que es lo que pasa.
Esta ciudad no es lo que parece, por mas que sus tierras no den nada, la gente hace lo posible para mantenerce firme, no todo esta en la miseria. Encontre una pequeña cabaña, donde facilente entraba una persona y quedaba lugar para el fuego, estaba en tan mal estado que se notaba que nadie habia esado alli por mucho tiempo, poco a poco, la fui restaurando, tuve que ir a una ciudad no muy lejos y vender mi colgante de jade que la misma Baia me habia dado para poder conseguir comida y otras herramientas para sustentarme en aquella cabaña mientras buscaba informacion sobre que pasaba en el reino.
Cierto dia conoci a una joven que no tenia mas de 15 años, estaba vendiendo algunas flores en aquella ciudad llamada Layin, me conto que era huerfana y que vivia sola en las calles, yo cortaba madera que luego vendia y me estableci a su lado, de vez en cuando la ayudaba a vender sus flores, deje que aquela niña se quedace en la cabaña, pues con el tiempo la fui agrandando para que fuera mas acojedora y entre los dos nos ayudamos.
-Liam, usted no tiene familia?.- Esos ojos grices suplicaban respuesta.
-Claro que la tengo pero, estan muy lejos de aqui, tengo 2 hermanas y 1 hermano, talvez si logro comprar un caballo pueda ir a visitarlos.
-Te ayudare, tome todo lo que tengo ahorrado y comprelo, yo tambien quiero conocer a su familia, nunca tuve una asi que queria saber como es una de verdad.
-No te preocupes por eso, yo conseguire el dinero y si vamos sera mejor que compres cosas para ti, ¿que tal ropa nueva?, o algunas telas, mis hermanas tienen tu misma edad y son muy buenas cosiendo.
-De verdad, esta bien, comprare un traje, el resto en comida y telas por que de verdad quiero aprender a coser.
-Si seria bueno que tengas amigas de tu edad, bueno ire a trabajar volvere en la noche.
Esa niña era tan energica como mis hermanas y con una sonrisa que a pesar de todo nunca borraba.
-Bueno, ya llegamos.- Recien habiamos llegado a la entrada del pueblo donde creci, se veia casi igual a la ultima vez que lo visite.
-Vaya, se ve lindo y donde es tu casa, al parecer la gente de por aqui te aprecia mucho, no han dejado de saludarte desde que llegamos.
-Siempre fui uno de los mas jovenes que ayudaba a la gente del pueblo, oh mira, mis hermanos estan alla y mi madre tambien.
-Hermano!.- Gritaron mis hermanas al mismo tiempo.- Tanto tiempo sin vernos, te extrañamos mucho, sobre todo Bernard el varias noches lloro soñando cotigo jaja.
-Ya callense eso es mentira.
-Ya, no ven que su hermano trajo una invitada, como estas hija mi nombre es Bianca, ellos son Bernard, Tiana y Fana, un gusto en conocerte.
-El gusto en mio señora, me llamo Luna.
-Que nombre mas bonito, hijo mio no pense que fueces un asalta cunas.- Un sonrojo por toda mi cara y por la de Luna, que al vernos lo que hcimos fue reir.
-No madre, no somos nada de eso, solo compatimos la misma casa, veras Luna no tenia donde vivir y bueno se quedo conmigo, pero de alli no paso nada.
-Oh disculpeme entonces, habia escuchado que tenias pareja por eso pense que seria ella, entonces, que te trae por aqui hijo.
-Pasemos madre, necesito contartelo a detalle.