La Bestia Y La Bella

CAPÍTULO 9

EL CASAMIENTO

- ¡Estas hermosa! - Exclamó Lucy emocionada sujetando el ramo de pequeñas y aromáticas gardenias con delicadeza, - pareces una princesa.

Milly le sonrió intentando ocultar la tristeza que le causaba aquella situación.

Lanzó un suspiro y al levantar la mirada sus ojos verdes se quedaron con la imagen de su padre que se mantenía apartado sin intentar ocultar su desagrado mientras hablaba con Sir Richard.

- Lleva retrasado cinco minutos, - le anunció Sam acercándose a ella con el bonito vestido azul celeste que contrastaba con su rubio cabello recogido en una elegante cola de caballo cuidadosamente peinada. - ¿Crees qué vendrá?

Milly no pudo responder, ¿Qué podia decir? Acaso, ¿Sus oraciones habían sido escuchadas? No podia decirle a su hermana que seria feliz sí la bestia no se presentaba. Deseaba que la dejara plantada en el juzgado y pudiera olvidar ese asunto acerca del robo y la dejara libre y se olvidaran de todo y que su vida volviera a ser la misma antes.

- ¡No puedo creer que se atreva a hacerte esperar!

Jack estaba molesto parado tras Sam, con su traje gris que lo hacia verse muy apuesto. Milly lo miró y le sonrió buscando tranquilizarlo.

- Tal vez se arrepintió.

- No es eso, - movió la cabeza. - Lo está haciendo a propósito para alterar los nervios de todos. Es un maldito tirano.

- ¿Por qué dices eso?

Sam lo miró con sorpresa, nunca lo había escuchado hablar así.

Jack no respondió. Un alboroto llamó la atención de todos los presentes en la sala.

Maximilian Blackthorne entraba seguido de un hombre que dejo a todos completamente sorprendidos. Era más bajo que la bestia, casi media un metro ochenta y cinco, su piel morena anuncian que no era británico. Su cabello negro azulado y su atractivo era por demás superior a la mayoría de los hombres normales.

-¡Dios mio! - Exclamó Jack acercándose a la nerviosa novia, - ¿Con qué clase de gente se han involucrado?

Milly miró a su amigo intrigada.

- ¿No lo reconoces? - Preguntó con un susurro en su oreja. - Es el demonio del desierto. El descarriado hijo de un jeque Árabe, demasiado rico para vivir por mil años con todo el dinero que tiene. Es quizás igual de desalmado que la propia bestia.

- El juez está esperando. - La voz de Max los interrumpió.

La sujetó del brazo y la obligó a caminar a su lado dejando a Jack tras ellos como si no existiera.

- Mi padre...

- Estamos retrasados, - le recordó en un tono seco. - La ceremonia debe llevarse a cabo ahora mismo.

- Yo no he llegado tarde.

Él se detuvo y la miró obligándola a levantar el rostro hacia el suyo.

- Es bueno saber que mi futura esposa es puntual y ha cumplido su palabra como toda una lady.

Se inclinó hasta su delicada oreja decorada con un bello pendiente de perlas.

- Recuerda esto querida Mildred. Soy sólo un plebeyo al que no le van las normas que rigen a la nobleza. - acarició delicadamente su aterciopelada mejilla. - Aún así, me disculpó ante usted Lady Mildred.

Inclinó la cabeza con una expresión burlona. Se apartó arrogante y la dejo ahí, inmóvil mientras Milly atolondrada le miró acercarse a el juez.

*

- Señorita Mildred Antonieta Mathews, ¿Acepta como esposo a Maximilian Colben Blackthorne para...

Milly apenas escuchó la pregunta. Estaba afuera de su cuerpo y miraba la ceremonia como una espectadora más, con el vestido de seda que al elegirlo le pareció perfecto para la ocasión y ahora lo sentía pasado de moda, como si fuera un disfraz. Muy poco apropiado para el enorme hombre a su lado de casi cien kilos de músculos y hombría portando un elegante traje a la medida, emanado por cada poro de su piel una sensualidad que la atraía como una polilla a la luz.

Un ataque de pánico atravesó su cerebro y de manera mecánica colocó una mano pálida y temblorosa en su pecho. Su corazón latía de tal modo que temía caer en un ataque frente a todos. Pronto seria esposa de la bestia. Pronto seria suya en cuerpo, aunque no permitiría que se apoderara de su alma también

-¿Señorita Mathews?

Milly parpadeó mirando al juez y sintió como su cuerpo volvía a caer en la realidad. No pudo evitar sonrojarse antes de responder.

- S-si, acepto.

El juez le sonrió comprensivo y continuó con la ceremonia.

Apenas escuchó la voz masculina aceptándola como esposa con un dejo de sarcasmo en su repuesta. Permitió que tomara su mano helada. Hipnotizada miró la diferencia de tamaño, la suya pálida, pequeña y la de él, grande morena y llena de fuerza y seguridad. Se estremeció.

La argolla de oro se deslizó por su dedo como cerrando un viejo capitulo en su vida, en el que siempre hubo protección, amor y felicidad y se abría otro que le deparaba un oscuro e impredecible futuro.

Su ahora esposo le ofreció un anillo de oro idéntico al suyo con una considerable diferencia de tamaño. Milly levantó sus enormes ojos verdes mirándolo con sorpresa, él elevó una ceja espesa con una silenciosa orden que ella obedeció temblorosa.

- Por el poder que me otorga la corona, los declaró marido y mujer. - el juez los miró complacido. - Puede besar a la novia.

Max levantó la mano había su barbilla y elevó su rostro mientras se inclinaba rozando sus labios apenas en un delicado beso. Milly cerró los ojos nerviosa entre abriendo su boca dejando salir la punta de la lengua en un reflejo para humedecer sus labios que de pronto sintió secos al tocarlo él se retiró con brusquedad alejándola mientras la sujetaba de los delgados hombros cubiertos por la seda de su vestido.

La miró con un brillo de furia antes de ocultar el hecho con una sonrisa burlona y volverse con ella en brazos para recibir felicitaciones.

Milly no entendía como pudo detener las lágrimas que amenazaban con caer como un torrente por su rostro. No podia mostrarse derrotada e infeliz en un matrimonio como aquel. Abrazó a sus hermanas que se mostraban emocionadas por su boda, no quería alejarse de ellas, se mordió el labios inferior callando el deseo que gritar que la liberaran de esa bestia que la tenia completamente en su poder.



#1571 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, bella

Editado: 05.11.2019

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