La Bestia Y La Bella

CAPÍTULO 26

LUNA DE MIEL

Mordisqueó la manzana roja que escogió del frutero sobre la mesa de la cocina. Durante los tres días que llevaban juntos en la rectoría después de su regreso de Londres parecía ser el lugar favorito de su Lady Mildred. Él lo había aceptado al ver lo cómoda que se encontraba en el lugar. Le encantaba verla sonreír y ayudar a Georgie preparar los alimentos que a veces probaba bajó la mirada femenina muy atenta a sus reacciones.

Nunca en su vida se sintió tan relajado y ahora tenia en su cabeza un plan que estaba seguro le encantaría a Lady Mildred.

- Hay algo de lo que quisiera hablar contigo - le dijo sin rodeos.

Milly dejó la cuchara con la que movía la sopa y lo miró curiosa.

- Por supuesto.

Salieron de la cocina dejando todo a cargo de Georgie. Milly caminaba algo tensa junto a él, ¿podía después de aquellos días tan perfectos salir algo mal? Esperaba que no, porque no estaba segura de como reaccionaria ante alguna situación que la llevar a alejar a Max otra vez de su vida.

Max la llevó al salón. La miró metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón.

- He estado pensando, ya que he tomado un par de semanas libres en Rectory Mayor - la miro -, podríamos ir a otro sitio. Mi avión privado esta listo para salir a cualquier lugar del planeta que quisieras visitar. Es momento de tener nuestra luna de miel, si tú estas de acuerdo.

Milly no pudo moverse. La sorpresa la mantuvo por unos momentos paralizada, lo miró en busca de algo que le dijera que no estaba jugando con ella. Al ver el plata de sus ojos sin ningún signo de broma, alerta esperando su respuesta lo único que pudo hacer fue arrojarse a él rodeando su cuello agitada.

- ¡Si, me encantaría!

Max rió abrazándola, antes de que sus labios se unieran en un dulce beso.

- Tienes que decirme, ¿A dónde te gustaría ir?

- Siempre he deseado ir a esquiar y pasar las noches frente a una chimenea envuelta en una manta con un vaso de chocolate caliente...

- Tu deseo te será cumplido - le dijo dejando un beso en su mejilla.

La soltó y se alejó prometiéndole una sorpresa. Milly lo observó entrar a su estudio, lanzó un suspiro sin poder creer todavía lo que le estaba pasando.

¡Dios, era como un sueño del que no quería a despertar! Al fin después de un mal sueño todo parecía que las cosas estaban por mejorar cada vez más.

Buscó uno de los sillones de piel para sentarse, le temblaban las piernas y el corazón parecía querer salirse de su pecho, lo cubrió con ambas manos para calmar el latido. Inclinó la cabeza mientras suspiraba pensando en lo mucho que lo amaba. Ahora estaba segura de algo, lo amaba tanto como a su propia vida y no sabría que seria de ella sí alguna vez pasara algo que los separara.

Sonrió con ternura, nada de eso podía pasar, Max estaba dándole una oportunidad a la vida y ella estaba ahí para ayudarlo a que todo saliera bien para él.

Viajaron a Londres en donde comprarían todo para el viaje. Milly le pidió a Sam que la ayudará a elegir ropa para el viaje de luna de miel cuyo destino era una sorpresa. Su hermana asintió encantada, escogieron todo tipo de conjuntos excepto el que ella usaría para esquiar ya que Max los compraría ambos.

- ¡Es maravilloso! - Exclamó Sam sentándose en la mesa del restaurante en donde comerían después de las compras que las habían dejando muy cansadas -, no puedo dejar de pensar que es una suerte que te hayas casado con Max.

- Yo tampoco - rió Milly dejando las bolsas a cada lado de su silla -. Es un hombre extraordinario, a pesar de las circunstancias que vivió en su niñez.

- ¿Fue muy mala? ¿Su niñez? - Preguntó curiosa.

- Lo fue - asintió Milly con seriedad -. No creo que el hecho de descubrir que su padre no lo quería por ser hijo de otra mujer y no de su esposa y desear que nunca hubiese existido fuera algo bueno para un niño de diez años.

- ¡Por Dios! - Sam alzó la voz bajándola de inmediato -. Tal vez eso explicaría todo lo que se dice de él.

- No Sam, nada lo explica - la miró sintiéndose molesta por la manera en que trataron  Max siendo un niño inocente en todo aquel embrollo-. Nadie tiene derecho a lastimar de esa manera a un niño y mucho menos su propio padre. Tampoco creo que una madre deje a su hijo abandonado aunque fuese en manos de su padre. Aquello fue muy cruel.

- Tienes razón - asintió la joven mirando el menú sobre la mesa -, pero estoy segura que tú vas a ayudarlo a olvidar todo y cuando tengan hijos nunca los van a dejar abandonados como lo hicieron con él.

- ¡Nunca! - Declaró Milly con intensidad -. Max será mejor padre de eso no te quepa la menor duda.

Viajaron en el avión privado. Milly estaba maravillada por el lujo que reinaba en el interior. Se recostó en el sillón de piel oscura, todavía podía verse el toque de La bestia con lo oscuro de los tonos en el mobiliario y la madera, pero no le quitaba la opulencia del dueño del aparato y sobre todo el buen gusto sobrio y discreto.

Llegaron a la cabaña que era una belleza en una Rand Rover perfectamente arreglada para las condiciones del clima. Los alpes Suizos estaban completamente blancos por la nieve. Por dos días no pudieron salir por las intensas nevadas, pero eso no les impidió disfrutar del fuego del hogar, chocolate caliente, noches y días llenos de pasión.

Milly no cabía ante la felicidad que envolvía sus vidas en esa idílica luna de miel.

El jueves el día amaneció despejado. Max sacó el equipo para esquiar, Milly bromeó con él por el mono color rosado con negro que había elegido para ella, se vistió con la seguridad de saber que hacer con cada prenda. Bajó las escaleras de madera emocionada ante la expectativa de una tarde esquiando con su esposo.

Max atizaba los leños de la chimenea, la joven admiró la chamarra negra con rojo y el gorro que cubría completamente su cabeza rapada, aunque al parecer había otro gorro de color verde casi oculto bajo el negro. Se incorporó girando hacia ella con una leve sonrisa, de esas que le regalaba y que cada vez eran más continuas.



#2538 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, bella

Editado: 05.11.2019

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