Actualidad, martes 27 de octubre, 7:00 de la mañana.
La puerta de mi pequeña habitación no dejaba de sonar tras los insistentes golpes de quien probablemente sea una que otra compañera de la universidad. Con pesadez y poca paciencia me incorporo de la cómoda cama arrastrando mis pies en el viejo tapete hacia la puerta girando la fría manija la cual erizó mi cálida piel.
- Finalmente te has levantado-menciono con ironía la joven de cabellos rojos cual falta de permiso se dio paso a mi habitación-Luces terrible- agregó con gracia.
- Acabamos de salir de unos duros exámenes, claramente luzco terrible pero lo que más me impresiona es la falta de cansancio en ti-mencione en son de burla.
- Buen chiste, arréglate
- ¿A dónde iremos ahora? - rasque mis ojos con pereza.
- Al castillo Bovey que queda a unos días de aquí
- ¿No podemos ir a algún lado más cerca?
- Hey…-cargo su mano en mi hombro-Unas semanas más y nos graduamos y aún no hemos visto toda Inglaterra
- Buen punto
- Te espero afuera-dijo saliendo finalmente.
Cerré la puerta a mis espaldas lanzando un fuerte suspiro, por parte tenía razón desde mi llegada a Inglaterra no habíamos salido a muchos lugares y en poco tiempo me iría de este maravilloso lugar, donde estaba segura que me arrepentiría.
El castillo Bovey se encuentra ubicado en el corazón del parque nacional de Dartmoor, cual fue inspiración de la obra de Sherlock Holmes, “El perro de los Baskerville”.
Prendas frescas cubrían mi cuerpo acompañado de un bolso donde guardaría todo lo necesario del largo viaje que valdría la pena, de eso estaba rotundamente segura. Salí de mi habitación encontrándome a Luan en la recepción esperando a mi llegada quien a verme sus ojos deslumbró como solía hacerlo constantemente.
- Que te has tardado una eternidad-dijo entre risas.
- Si… es un largo viaje, debía de estar lista-respondí de igual forma con una sonrisa en mi rostro.
- Andando-dijo saliendo siendo seguida por mí a pisa talones donde en la entrada del hotel se encontraba una pequeña van de color blanco a nuestra espera.
En su interior estaban uno que otro desconocido para mí, pero no para Luan.
- Entra sin miedo-dijo la de cabellos rojos a lo cual accedí.
- Él es Roger y ella Camille-presento mi amiga-Van en mi clase de literatura.
- Es un placer, soy Audray-estire mi mano dando apretón a las de ellos.
- Ya sabemos quién eres- dijo Camille sonriente - Luan habla mucho de ti.
- Me siento halagada pero un poco asustada -reímos al unísono.
Nos acomodamos en el interior de la van y sin espera alguna esta comenzó a avanzar, el ambiente se llenó de agradable música acompañada por las desafinadas voces de Camille y Luan siendo seguidas por mis carcajadas.
Actualmente tengo 25 años, nací en Escocia y estoy estudiando un doctorado en historia antigua en Inglaterra. Tengo buen conocimiento en temas variados a lo que odio ir a museos por las falacias se suelen introducirles a las personas para hacer que estas vayan más seguido a aquellos sitios.
Mi madre era historiadora, escribo unos cuantos libros en su juventud y esperaba con ansias seguir su camino, claro estaba debía de escribir algún libro primero.
Saqué mi cámara de mi bolso aprovechando de la buena vista que me daba el recorrido para sacar una que otras fotos al hermoso naranja del atardecer que dejaba atrás una bella mañana.
- Tú y tu cámara, no la llenes tanto olvidé traer la mía-dijo Luan.
- Lo supuse, por ello traje varias baterías y memorias-respondí con mi vista al exterior.
En el horizonte, el extenso bosque de Dartmoor se hacía presente maravillando mis ojos curiosos.
- Despierta-sacudí a Luan quien soltó un quejido de fastidio-Ya despierta-volví a insistir logrando que esta abriese los ojos.
- ¿Qué?
- Mira-señale al ventanal con mi dedo guiando su mirada al exterior hacia el bosque.
- Llegamos-dijo con una tenue sonrisa.
El paso de los días de viaje había sido lento y lleno de tortura, el frio en el exterior había provocado el sonrojo inevitable de nuestras mejillas y el colorar de nuestros labios, donde ni nuestros abrigos más gruesos nos protegían.
Tuvimos varias paradas en el camino y fácilmente aprendimos a contener nuestras necesidades por haber tomado el camino más largo a nuestro destino.
- Una cocoa caliente-dijo Luan en nuestra última parada, su piel lucía más pálida de lo habitual y su cuerpo temblaba.
- Ahora si luces terrible-bromeé.
- Tengo demasiado frío-su voz temblaba al pronunciar cada palabra.
- ¿No tienes frío? -preguntó el quien se había mantenido callado en todo el viaje.