La Bruja Roja

03. Altrui

Apenas y pude dormir esa noche, y aunque me encantaría decir que fue revisando el contenido de la caja eso sería una mentira.

Mi cuerpo aún estaba debilitado y adolorido, por lo que para que durmiera unas mínimas seis horas, esto se lo saque a una enfermera del turno de tarde, debían administrarme un suero especial para adormecer mi cuerpo y, en consecuencia, caía en la inconsciencia en una mínima cantidad de tiempo. Pero lo que prometía ser un sueño tranquilo se convirtió pronto en una odisea.

En mi sueño, despertaba en el Museo de Historia Natural de mi ciudad. Había ido a unas cuantas excursiones por la escuela, y estaba enamorada de ese edificio con sus nuevas exhibiciones de microbacterias y artilugios antiguos. No recordaba una vez en la que no estuviera lleno de gente, pero extrañamente no había nadie está vez.

Subí los pocos peldaños que me separaban de la puerta y entre, pero esta vez no habían esqueletos o muñecos anatómicos si no puertas. Parecía una mentira, pero desde el piso hasta el techo el lugar estaba forrado de puertas de todos los tamaños y colores, como en una ferretería. Además de eso, no había más que un escritorio de madera oscura y detrás de el un ¿duende? Pequeño y delicado, con facciones alargadas y piel oscura, sus ojos eran completamente celestes.

—Buenas noches ¿apellido?— su voz era como cristal fino, pero pude percibir algo de antipatía en su tono.

— Hey...— prácticamente le grazne, me acerqué al escritorio y observe detenidamente el mismo. Había una computadora plateada y un teclado del mismo color, algunos bolígrafos y un libro enorme a su lado con un marca páginas más allá de la mitad.

—Su apellido, si no es mucha molestia.— repitió, yo solo lo mire por otro momento. No parecía totalmente un sueño pues tenía completo control sobre mi cuerpo, y nada me había atacado así que no estaba muy segura de que pasaba.

—¿Para qué quiere mi apellido?— pregunté aún sin espabilarme. El duende soltó un bufido y me miro, creo, aburrido.

—¿Hola, todo bien en casa? Estamos en los archivos familiares, casa de los registros mágicos ¿Qué crees que se hace aquí, tesoro?— irritado apoyo su codo en el escritorio, y señaló las puertas a sus espaldas— Criaturas mágicas de todo el globo vienen a buscar consejo de sus antepasados, si no tiene asuntos que atender será mejor que se retire.

Hizo un gesto con la mano como si quisiera espantarme, yo torcí el gesto y lo mire como si estuviera drogado.

—¿No es algo...pequeño— Ni siquiera me dejó formular la pregunta cuando me interrumpió. Su cara se contrajo esfumando toda la belleza que tuvo en un principio y casi podía jurar que sacaba humo de sus puntiagudas orejas.

—¿Pequeño? ¿¡En pleno siglo XXXI aún hay chistes sobre enanos!?— se levantó en su asiento y me miro indignado— ¡Ni un poco de respeto para un funcionario de los archivos!

Respiraba tan fuerte que veía los vellos en su nariz alargada, retomó un poco la compostura y se arregló el cabello. Pero era más que obvio que aún no estaba tranquilo.

—Si usted...señorita, no está dispuesta a ceder su apellido, haga el favor y devuélvase a su casa con  su tutor. Buena noche.— y alzando la frente, volvió a su posición inicial detrás de la computadora.— Y sólo para que lo sepa, fui el duende más alto de mi promoción, muchas gracias.

—En serio lo siento pero...¿Tutor, archivos? ¿De que demonios está hablando?— pregunta tras pregunta rondaban por mi cabeza, y estaba tan confundida que en su momento creí que las últimas tres neuronas que me quedaban se habían quemado.

Y quizás el también noto mi confusión, pues después se unos segundos de meditación volvió a mirarme.

—¿Usted verdaderamente no sabe que hace aquí?— negué con la cabeza— ¿Qué es un tutor, los archivos, la magia?

Volví a negar, y el entendimiento golpeó su rostro.

—Debió decirlo antes, por los prefectos ¡Una altrui! Eso hubiera facilitado tanto las cosas.

Soltando una carcajada se agachó y abrió un cajón, desordeno un poco y al encontrar lo que buscaba me lo ofreció : era un panfleto verde musgo que en su portada tenía las imágenes de un niño y una niña montados en escobas ,pero lo increíble de esto es que ambos volaban alrededor del papel por cuenta propia como las aves de la caja. Arriba se leía el título en letras doradas  "Altruis: como sobrevivir al primer año de magia"

—Aquí está todo lo que necesitas saber por ahora: división de las especies, reglas básicas, algunos consejos para la convivencia con tu tutor, ese tipo de cosas.—estuve a punto de abrirlo pero me dio un golpecito en el dorso de la mano

Ok, eso dolió. No es un sueño.

—¡Aún no! Ya en su casa podrá verlo con más calma, por ahora busquemos su árbol familiar.

—¿Para qué necesito buscar eso?

—Para saber a donde va, por supuesto.— tecleo algo rápido y volvió a verme— su apellido, si no es mucha molestia.

—Miller.— respondí rápidamente, aún no superaba sus cambios de humor tan repentinos y era mejor tantear terreno.

—Miller, Miller...¿Es Olivia Rachel Miller?— pregunto asomándose por encima del aparato.

—Eh, no. Mary Grace Miller.— asintió y volvió a teclear rápido, frunció el ceño y volvió a inspeccionarme.

—No hay ninguna Mary Grace en la familia Miller, niña...¿Estas segura de que es ese?

—Pues es el apellido de mi padre, señor.

—¿Y qué hay del de tu madre?

...Mi estimada señorita Anderson...

—Anderson. Mary Grace Anderson.— solté de golpe, el duende sólo me miró con una ceja alzada. 

—No, no y mil veces no. No puedes ser una Anderson, ellas juraron nunca...— me miro detenidamente, entrecerrando sus ojos ya de por sí oscuros—...Además, ni siquiera te pareces a ellas.

—¡Oh, vamos! Sólo búsquelo y veremos si tengo algo que hacer aquí.— replique ya cansada de la situación, y al parecer trabajar en este lugar también era agotador ya que después de mirarme en silencio unos segundos, volvió la vista hacia el ordenador y se escuchó el eco de los golpes a las teclas.




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