La cabaña Mirrell

Capítulo 9–Paige

Ese infeliz trastornado me quitó a mi hermana. Lo sé, no me cabe la menor duda.

Pero ¿Por qué? ¿Con qué derecho?

Lo pagará muy caro, juro por Dios que lo pagará y se arrepentirá de todo el daño que ha hecho.

—¿Qué dijeron tus padres?—Trago grueso.

—Ella regresó aquí a la cabaña. Paige estuvo aquí.

—Mierda...—Aprieto mis manos en dos puños rojizos y mis dientes chocan unos con otros cuando aprieto la mandíbula.

—Nos la arrebató y quiero justicia por esto—Jonas asiente y besa mi cabeza cuando se para—¿Sabes cuánto va a llorar papá por esto? ¿Sabes cuánto va a sufrir mamá? Ay no...—Un sollozo se escapa de mis labios.

—Llamaré a la policía. Ahora—Asiento y trago grueso viendo salir a mi novio del cuarto con su teléfono en mano. La ira recorre cada centímetro de mi ser y el dolor se va haciendo cada vez más insoportable. Quiero que pague...

Minutos más tarde, Jonas entra de nuevo al cuarto y me dice que ya dió el aviso. Sobre el cuerpo de la mujer que encontramos en el muelle y sobre el posible asesinato de mi hermana, así como también las amenazas de ese sujeto para con nosotros.

Necesito encontrar más pistas, más pruebas.

Necesito más.

Me quedo con la vista fija en la pared.

<<El sótano>>

—El sótano—Susurro despacio.

—¿Qué? ¿Hay un sótano?

Asiento y trago fuerte

—Hace rato antes de discutir ví algo... a alguien—Suspiro—Sé que ese es el sótano. Paige me contaba que ahí guardaba las cosas que ya no le servían. Yo vi a una mujer y me dió terror porque lo estaba señalando por fuera.

—Maldita casa embrujada—Me río—¿Encima te ríes? Somos los únicos aquí y de la nada me dices que aparece una mujer. Vaya lío Sophie. Estamos rodeados de cosas paranormales y un tío asesino.

—Ella señalaba el sótano—Me paro de un tirón sintiendome abrumada y me mareo por la acción tan repentina—Necesito ir al sótano.

—Bien, pero ¿Recuerdas que así fuimos al muelle y encontramos a esa mujer muerta?

—Hay que mantener la cabeza fría Jonas, porque puede que nos esperen más sorpresas de las que nos imaginamos.

—¿Debería tomar nuestras armas improvisadas?—Asiento

—Cuando acabemos nos largamos de aquí—Camino hacia la puerta pero la mano de Jonas aprisionando mi brazo me detiene. Volteo y él se abalanza hacia mi boca. Me besa con pasión y con amor. Me aprieta contra él y yo lo sostengo de los brazos.

—Si te pasara algo yo...—Lo callo con otro beso, ésta vez uno más corto.

—No nos va a pasar nada ¿Oíste? No dejaré que te pase nada.

—Te protegeré hasta el final Sophie—Aprieto su mano—Con mi vida si es necesario—Un nudo se forma en la parte baja de mi vientre y ambos salimos con nuestras improvisadas armas rumbo al sótano de la cabaña.

Bajamos las escaleras principales y encontramos una puerta pequeña de color blanco debajo de ellas. Quiero girar la perilla, sin embargo no cede.

—No tenemos las llaves de esta puerta. El manojo solo trae las de la puerta de la entrada y la puerta del patio ¿Cómo vamos a entrar entonces?

—A un lado—Dice Jonas poniendome detrás—Entramos porque entramos—Se hace un poco hacia atrás para después con la pierna estirada estrellar el pie con fuerza. Lo hace dos veces más y la puerta se abre con un fuerte estruendo. Voltea a verme mientras que yo abro la boca—No creo que alguien quiera comprar esta cabaña después de saber que está embrujada—Sonríe. Niego con la cabeza y caminamos por el pequeño pasillo para después llegar a unas escaleras viejas de madera. Sostengo la mano de Jonas y ambos bajamos iluminando todo con la lámpara del celular.

Lo primero que percibo al llegar a la estancia es un olor angustiante a humedad, madera y a podrido. Jonas frunce la nariz y se tapa con los dedos, mientras que yo lo hago con el antebrazo.

—Joder... huele asqueroso aquí—Me dirijo hacia donde está la puerta de salida y frunzo el ceño al verla cerrada con un candado.

Si ese enfermo llegara a nosotros, estaríamos acabados.

—¿Qué vamos a buscar aquí Sophie?—Pregunta Jonas a mis espaldas

—Más pruebas. Encuentra el interruptor o la cadena de luz.

Mis manos tocan todo sin parar y no me detengo a pensar en sí hay ratas aquí abajo. Un grito sale de mi garganta cuando mi pie choca con algo duro y me voy de bruces al suelo. La estancia de repente se ilumina y veo a Jonas dirigirse hacia mí.

—¿Estás bien? ¿Te hiciste daño?—Sacudo la cabeza apoyandome en la mano que me extiende y sacudiendo el polvo de mis rodillas.

—Estoy bien, gracias—Miro hacia abajo y observo un baúl viejo, de esos que utilizan para guardar artefactos que ya no sirven.

—¿Crees que...?—Jonas me mira nervioso y yo trago grueso negando con la cabeza.

—Lo sabremos al abrirlo. Venga ayúdame—Ambos cogemos la orilla de cada lado y alzamos la pesada tapa. Estornudo cuando el polvo que sale del baúl viene hacia mi y me abanico la cara. Jonas tose y procede a sacar cosas.

Pero no encontramos nada. Solo hay artefactos viejos, telas polvorientas y unas cuantas joyas.

—Nada

—Sigue buscando. Ese olor debe venir de alguna parte—Me muevo, desesperada por encontrar algo y por el rabillo del ojo veo un congelador rectangular el cual tiene una gruesa cadena oxidada alrededor con un gran candado por fuera. Lo cubre una lona blanca por encima pero no es lo suficientemente larga para cubrir la parte de abajo. La quito dejandola caer al suelo y busco entre las cajas algún objeto que me ayude con el candado. En una de las esquinas visualizo unas pinzas de poda y las sostengo para romperlo. Le doy tres golpes y éste cede cayendo al suelo con un estruendoso sonido. Jonas voltea aturdido y viene hacia mi cuando yo estoy a punto de abrir el congelador.



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En el texto hay: fantasia, verdades dolorosas, sanacion

Editado: 12.05.2023

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