La calle muerta

la calle muerta

La ciudad se preparaba para la noche de Halloween; todos se encontraban nerviosos por las fiestas que montaban los adolescentes en estas fechas, sobre todo Peter que iba a ser la primera que celebraba tras mudarse de ciudad. Había conocido a todos los alumnos del nuevo instituto, pero ninguno parecía querer relacionarse o saber de él. Por suerte había más chavales que le pasaba lo mismo, así que decidió invitarlos a una y así conocerlos un poco más.

Había conocido a Jessica, Eduard, Felipe y Sofia, todos eran nuevos y lo pasaron mal en otros centros. Eduard le encantaba los comics y cualquier argumento que se encontrara escrito; Felipe era un amante de los videojuegos y un youtuber de primera en lo relacionado con los videojuegos; Sofia le gustaba hacer los deberes como a un perro cazar ardillas en medio del campo y, por último, Jessica era la deportista del instituto, pero sufrió acoso en otros centros por lo que tuvo que cambiar. Al conocer a Peter podía ser la oportunidad para que no se sintieran solos o entre ellos.

Peter les pidió a sus padres de celebrar la fiesta en casa, pero no le dejó ya que no querían problemas con los vecinos y no se podían permitir ningún viaje fuera del barrio. Le estaba resultando difícil buscar un lugar para hacer la fiesta hasta que uno de sus paseos le llevó a la calle Perchet.

Cuando se mudó al barrio le contaron que toda la calle estaba poseída por una maldición y por eso hubo muchos asesinatos, con los años la historia se volvió un cuento para niños, pero la calle seguía sin tener un solo vecino; todas las casas estaban abandonadas, recubiertas por los arbustos; las casas estaban destrozadas por los gamberros y los yonki que las usan para drogarse.

Por suerte, Peter encontró una casa que parecía desalojada hace poco y no estaba tan mal, sería la adecuada para celebrar la fiesta de Halloween.

Llegó la noche y todos los niños de la ciudad ya recorrían las calles con sus disfraces llevando la bolsa llenos de caramelos. Todas las calles menos la elegida por Peter; tras el abandono de la calle, las farolas se habían fundido y nadie se molestaba en cambiar las bombillas.

La casa elegida ya estaba preparada para recibir a sus amigos. Peter lleno la mesa de palomitas, chuches, refrescos y todo lo que le gustaba a cualquier adolescente; también puso velas para iluminar la sala.

Pasaron las horas y ninguno de los chicos que había invitado vino a la fiesta. Peter había comprobado los mensajes del móvil, pero seguía sin recibir ningún aviso de que fueran a venir. Probo con llamarles para ver si lo cogían, pero ninguno respondió. Empezaba sentirse solo y aburrido, se había comido todas las chuches y bebido una botella de refresco entera. Empezó a pensar que le había jugado una broma y no iban a venir. Aunque Peter era tan ingenuo que seguramente sabían de la calle y creyeron que él no vendría. Al ver que se acercaba la medianoche decidió recoger todos los aperitivos, los adornos y fue apagando las velas. Se notaba su desilusión al no poder celebrar su fiesta como quería. Cuando se disponía a apagar la última vela una corriente de aire frio recorrió la piel dejándolo de piedra.

  • Fuera- un susurro que venía de la misma corriente de aire paso por su cabeza.

Peter miro por detrás de su espalda a ver si era una broma de un de sus amigos, pero no había nadie detrás

  • Fuera de mi casa- el susurro se volvía más fuerte como si estuviera detrás.

Peter se giró y no había nadie…su corazón estaba acelerado y le estaba costando respira…ya no pensaba que fuera una broma de unos gamberros. Decidió salir corriendo de aquella casa dejando las cosas: la mochila, la bolsa con la comida, etc.

  • ¡fuera! - el grito fue tan fuerte que las paredes de aquella casa parecían que se iban a caer encima

Salió de aquella casa y cogí la bicicleta tan rápido como pudo sin mirar atrás del pánico que tenía en la sangre. Pedaleo toda la calle abajo en plena oscuridad, sudaba más que en la clase de educación física…el ruido de las ruedas le estaba poniendo más nervioso y seguía sin ver la calle iluminada que le decía “has llegado a la salvación”, por suerte estaba solo y podía conducir muy rápido y ver por dónde iba gracias a la linterna que había atado en el manillar.

La vista le engaño unos segundos, había visto la silueta de una chica de su edad que parecía estar de color gris con la piel toda arrugada como las arrugas de una anciana, pero el pelo de su cabeza estaba intacto y joven, se sorprendió tanto que perdió el equilibrio al intentar esquivarlo y se cayó de la bicicleta recibiendo el brazo y pierna izquierdos todo el golpe y el roce al deslizarse por la calzada de la calle. Chocó con el borde de la acera de espaldas, la linterna se quedó intacta a pesar del golpe de la bicicleta en el suelo y le apuntaba con la luz y Peter se levantó como pudo, tenía la espalda dolida y le escocia el brazo…se dirigió cojeando hacia la bicicleta y la separo, la usaría para continuar caminando hacia su casa.

Apunto a todas las direcciones posibles y solo se veían mosquitos, polvo y polen de la hierba, también se oía el viento que empujaba la copa de los árboles. Peter pensaba que solo era un espejismo o una ilusión de su cabeza y se dispuso a coger la bicicleta.

  • Ayúdame por favor- salto la chica que apareció antes delante de su linterna y le hizo caerse.

Peter se cayó de culo mientras apuntaba hacia ella, intentaba desplazarse con las manos andando hacia atrás mientras que la chica también lo hacía, pero hacia él.

Alzando sus brazos con la piel arrugada como si le faltara carne donde no había y la cara que parecía una señora mayor; la miraba triste, le suplicaba que la ayudara, pero Peter se alejaba más de ella con el rostro de haber visto la muerte más fea y grotesca de todo el mundo.

- Me mataron…me dejaron morir en esta calle…solo era una niña cuando me mude y ahora…no puedo irme- Peter no entendía nada, solo se sentía que tenía que salir corriendo de allí.



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En el texto hay: fiesta, calle, halloween

Editado: 12.04.2022

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