Era un día soleado, como rara vez pueden verse. Uno inusualmente en calma. El bullicio del mercado tenía un estado anímico enrarecido. Derrepente se detuvo el viento, silenciando el ruido d o ambiente.
Esas fueron las señales que Anne necesito para saber qué algo ocurría, algo que cambiaría el rumbo de su extraña y cómoda rutina. Se encontraba tensa, expectante de lo que ocurriría.
Sintió su llegada antes de verlo. Una breve vibración recorrió todo su cuerpo. Y ante el sonido del galope apareció. El jinete de cabello oscuro portaba el uniforme azul del ejército real, en su casaca un botón de oro relució orgulloso mostrando sus rango de general.
Ante la vista y estupefacción de todos en el mercado, atravesó la plaza sin detenerse hasta llegar al edificio del gobernador.
En el momento que el extraño visitante entro al lugar, dejando tras de sí la vibración del retumbar de la puerta al cerrarse, el mercado recobro vida con una algarabía multiplicada. Todos especulaban sobre el individuo y el motivo de su visita a la un pueblo tan lejano a la capital.
Sin embargo, Anne seguía sin moverse, paralizada en su lugar. En el breve instante que pudo contemplar al caballero, fue capaz de sentir una poderosa aura oscura que lo rodeaba, haciendo que un escalofrío la recorriera inconscientemente por el miedo que le ocasionó darse cuenta que apartir de eso momento su vida estaría ligada a ese hombre.
-Señorita, va a querer cambiar sus infusiones por una porción de miel?
El sonido de la voz, de la niña que atendía el puesto al que se había acercado, momentos antes de la llegada del extraño, la saco del estupor en el que se encontraba.
-Disculpa, si por favor.
Terminó el cambio, y se dedicó los que restaba del día a recorrer el mercado para proveerse de sus provisiones faltantes. En ese tiempo el jinete nos volvió a salir del edificio. Tendría que esperar otro día para tener noticias.