Hace algún tiempo cuando caperucita aun era una niña al bosque se marchó para llevar su clásica canasta con comida para la abuela ,en su camino se encontró con un lobo que inesperadamente le habló, su voz era áspera y con intriga exclamo:
—¿Adonde es que vas con tanta prisa, pequeña niña?—.
La chica con desconfió guardo silencio ya que no era la primera vez que se topaba con un lobo parlante y apresuro el paso, el lobo impaciente insistió en su pregunta cuando no obtuvo respuesta alguna por parte de la niña se molesto con ella, la tomo firmemente del brazo, la pequeña niña por primera vez tuvo miedo y en su angustia comenzó a llorar, el lobo por otra parte se aferró aun mas a que la niña le respondiera y dijo:
–Esta es la última vez que te lo pregunto ¿A donde vas con tanta prisa?–.
La niña paralizada por el miedo se limitó a contestar, el lobo aun mas irritado la arrastro fuera del camino con tanta agresividad que la niña lloro aun mas fuerte y también grito con la esperanza de que alguien la escuchara y fuera en su ayuda pero nadie la escucho...
En ese momento se dió cuenta de que en esta ocasión no habría leñador que viniera en su ayuda y que el príncipe de brillante armadura que derrota a la bestia no existía.
El lobo seguía forcejeando a la infante que dejo caer su canasta y el vino que la madre siempre empacaba para la abuela se derramó sobre el pavimento, dejando en el lugar donde la botella se rompió una mancha roja que no saldría con facilidad.
Sin embargo el pavimento no sería la única cosa que quedaría manchada de rojo...
Editado: 15.05.2020