Para salir de la oscuridad debes correr hacia la luz, pero si eres de oscuridad está luz te quemara y lo único que te queda es correr hacia lo profundo de las tinieblas.
Caperucita después de lo ocurrido en la casa de la abuela no estaba tan segura si volver a la mañana siguiente para arreglar las cosas, sin embargo dejando de lado a la abuela y los disparates que le dijo. Miraba al techo, pensativa sobre más formas de tortura para los caninos, ya que esa noche daría su próximo gran golpe y aún no tenía ninguna idea nueva.
Para relajar su mente, decidió tomar una siesta... Terrible elección.
Cuando dormimos nos vemos tan vulnerables que cualquiera o quién sea podría llegar desde la oscuridad y darte un ataque sin que siquiera lo percibas, quien fue tu arma aliada ahora se daría vuelta en tu contra.
Desde antes de que el sol se pusiera unos ojos completamente cafés le observaban a través de la ventana.
-Conque aquí estás pequeño monstruo- susurró para si mismo el que ahora tenía enfrente a la responsable de los asesinatos de sus colegas.
-¿Quién dirá que alguien que se mira tan indefenso sería el mismo autor de la mas cruel masacre? Pero tus días de crimiminal han llegado a su fin- continuaba diciendo para sí mismo.
La chica se veía tan tierna y con tanta inocencia irradiando por cada filamento de su no tan infantil cuerpo,que hicieron entrar en duda por un momento a Basilio quien ahora tendría que elegir entre concretar con su misión o dejarla vivir...
La decisión podría tomarla en cualquier momento pero tener a la chica frente a frente era algo completamente único y la oportunidad no podía escaparcele de las manos, así que como con la velocidad de un rayo puso sus amplias y fuertes manos al rededor de la nariz y boca de la joven haciéndole apenas posible el respirar.
Y tras unos minutos de forcejeo el cloroformo había dado frutos. Caperucita que apesar de sus esfuerzos por no quedar dormida, ella no era rival para la sustancia.
Quedando inconsciente quedó a la merced de su captor, quien dejó de lado su decisión para otro momento, le inyectó un sedante para asegurar su victoria, la tomo entre sus brazos y se la llevo a la lejanía, para así poder pensar y tomar una decisión sobre lo que haría con ella.
La noche se elevó y dejo al día seguir su curso,pero desde un sótano era difícil distinguirlo.
La chica apenas consiente, con un agudo dolor de cabeza y que seguía con los ojos entre cerrados pues el sedante que le habían colocado seguia en su organismo. Miro hacia la derecha y enseguida descubrió que ya no estaba en su habitación, ahora estaba sentada en una silla atada de pies y manos, intento moverse para liberarse de sus ataduras pero en respuesta recibió que le echarán encima un balde de agua fría.
-Veo que has despertado- emitió una voz ronca.
Caperucita levanto la mirada para ver quién era el que le hablaba, sin embargo su vista seguía nublada a causa de los sedantes.
Una risa fingida resonó por la habitación
-¿Que se siente ser la presa?- volvió a pronunciar el misterioso personaje.
Aún siendo víctima del sedante se le hizo difícil el pensar o reaccionar ante todo lo que ocurría a su alrededor.
Nuevamente se retorció en la silla con la esperanza de que sus amarres no fueran lo suficientemente fuertes para así poder liberarse y huir. Pero nuevamente todos sus intentos fueron nulos.
-Esta es la última vez que te lo pregunto ¿Que se siente ser la presa?- volvió a escucharse la áspera voz.
Estás palabras le hicieron reaccionar casi de inmediato pues habían sido las mismas que había escuchado hace algunos años atrás, sin embargo ahora era otra voz y otra persona que se las decía.
-¿Quién eres- Fue lo único que se le ocurrió preguntar a la aún somnolienta chica.
-¡Cállate! Yo soy quien hace las preguntas aqui- dijo el sujeto revelando finalmente su rostro y mostrandonos que no era una persona si no uno de los seres a los que la chica les tenia tanto desprecio.
La chica no tenía a dónde correr ni por dónde salir finalmente todos los caminos se juntaban en uno solo. La batalla uno a uno, cara a cara se veía tan próxima que casi se podia percibir en el aire.
El silencio se vio interrumpido por una desquiciada risa que poco a poco se torno dulce fue seguida por unas palabras:
-¿Esto es una broma? ¿Cierto? Dijo la chica en cuanto dejo de reír.
-¡Oh! Dulce niña que de inocencia presumes, inocencia es lo que careces. ¡Deja de fingir! La obra termino-
-....
Silencio fue lo único que hubo en respuesta
¿Fin?
Editado: 15.05.2020