04. CICATRIZ

COLTON GILMORE.

“Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.”
Pablo Neruda.

¿Cómo se le ocurre a ese idiota interrumpirme mientras estoy trabajando? Bueno… algo así.

—El jefe quiere verte —Dice Joel sin mirarme cuando me detengo a su lado.

— ¿Si? ¿Por qué no me lo dice él?

— ¿Por qué no se lo preguntas tú mismo?

—Mejor pregúntale tú. Al parecer eres mi mensajero.

Alison está en la pista de baile con su padre. Se ve muy feliz. Por como mira a su padre uno pensaría que ella lo ve como un súper héroe. ¿Qué es lo que te hace tan especial para Leo? Sin duda es hermosa. Con su sonrisa se ilumina todo el lugar. Es alegre y divertida, pero hay algo más, algo que no estoy viendo.

Leo no es pedófilo así que no la quiere para sexo. Algo bueno de toda esta porquería. Me mata la idea de alguien lastimándola.

Joel me da una palmadita en el pecho haciendo que pierda el hilo de mis pensamientos. Idiota.

— ¿Has escuchado una palabra de lo que dije?

— ¿Qué eres muy feo y nadie te quiere? Si, lo escuché.

—Tienes una hora, al jefe le urge verte —Dice ignorando mi comentario.

Sé que me tengo que ir, pero he esperado una larga semana para hablar con Alison y aun no hemos terminado la conversación.

Me dirijo a mi auto, no importa cuánto lo desee, no me puedo quedar más tiempo.

Por favor perdóname Alison. Perdóname por lo que haré.

Comienzo a manejar sin rumbo porque estoy hirviendo de ira, y cuando estoy así no pienso claramente. ¡AHHH! ¿Por qué yo? ¿Por qué no alguien más?

Llevo 2 años investigando a Alison para dar un buen informe, uno que complazca a Goyolarte. No es parte del trato hacer el trabajo sucio. Alison, no sé qué hacer para ayudarte.

Un sonido me saca de mis pensamientos. Saco el móvil de mi saco y contesto sin mirar quien es. Sea quien sea desquitaré mi enojo con él.

— ¿Qué rayos sucede contigo? ¡Deja de jugar y ve con el jefe! —Es Joel quien está al otro lado de la línea.

—Escúchame idiota. Tal vez tú seas un lameculos pero yo no. Si Goyolarte quiere verme tendrá que esperar.

Suelta una risa sin humor.

— ¿Que tan tonto puedes ser para creer que Goyolarte quiere verte? Hablo de Greco.

Sin pensarlo corto la llamada.

¿Dejé a Alison, solo porque Greco se digna a buscarme? Tiene que ser una jodida broma.

Marco el número de Greco y al tercer timbre contesta.

—Hey, hi...

— ¿En dónde estás? —Lo corto abruptamente. No me interesan sus disculpas.

—En casa —Lo dice en un susurro.

Por lo menos está avergonzado.

Cuando aparco afuera del apartamento que alguna vez compartimos, siento un deseo desesperado de salir huyendo, no quiero verle. No después de lo que me hizo.

Me obligo a subir a nuestro apartamento. Lo único bueno que me enseño en toda su miserable existencia es a enfrentar mis problemas. A nunca ser un cobarde.

—Hijo.

Greco está esperando frente a la puerta. Su aspecto me dice que no ha dormido bien, está cansado. Lo usare a mi favor. Hace cinco malditos años que no lo veo. Lo daba por muerto. La ira que siento ahora tiene un objetivo. Mi padre.

— ¿Qué quieres? —Paso de largo y me siento en el sofá extendiendo mis pies —. Más vale que sea importante. Estaba trabajando.

–Lo es —Imita mis movimientos sentándose en frente — Todo lo que hago es por tu bien.

Suelto una risa seca.

—Que considerado —Digo con sarcasmo.

—Colton, sé que es difícil de entender —Su voz se va haciendo más áspera. Se está enojando —. Cuando seas padre lo entenderás.

Me pongo de pie, incapaz de seguir quieto.

— ¿Tú crees que alguna vez tendré la oportunidad de ser padre? —Suelto con mucha rabia.

—Si —Dice mientras se pone de pie.

—Vaya, ahora si lo apruebas. ¡Demasiado tarde! ¿No crees?

—Ella te manipulaba.

Suelto un gruñido. La ira está picando en todo mi cuerpo. Siento las lágrimas arder detrás de mis ojos por la rabia. La impotencia que siento cuando estoy con él.