carta 2

Quisiera tomar tu mano una vez más y que al sentir mi tacto tus ojos brillaran con ese resplandor tan característico.
Me mal acostumbré a pensar que siempre estarías dispuesta a seguir remando sin importar lo cruda de la tormenta. Supongo que fue mi error pensar que siempre habría una próxima cita, un próximo atardecer, otra porción de helado con galletas, un capítulo más, en fin, tantas cosas que jamás llegaron y tendré que convencerme de que jamás llegarán.
Algún día seré lo que tu quieres que sea, lo sé, aprendo con el tiempo. Pero tu, eres lo que eres, y eso jamás cambiará.
Todo cuanto tengo te lo debo, pero no quiero pagarte ni devolvertelo, porque solamente tengo motas de polvo cubriendo el manto de mi alma.
Te ofrecí lo mejor de mi a cambio de tan sólo un pedazo de tu maravilloso ser. Lo siento, por no haber sido suficiente, y por aspirar a ser más que un cero a la izquierda en tu vida y en la de todos, siento que ya es tiempo de resignarme y decirte una vez más todo aquello que siempre te he demostrado.