La Casa De Alex

Final: No te vayas.

—¿No estás feliz, cariño? ¡Nos iremos de la ciudad! —habló Erika en un tono muy emocionado—. Un viejo amigo mío, nos dará por prestado una casa en dónde estar. Dijo que no tenía problema alguno, ¿entiendes? ¡Es genial!

Sin embargo, Alex no podía reaccionar.

Se sentía mal por no estar emocionado, y miró a la rizada nuevamente que ésta vez lo miró con una sonrisa forzada.

Así que intentó sonreír lo más real que pudo.

—Eso... eso es genial, mamá. En serio, es... —su sonrisa se esfumó por completo—, genial.

—Amor... ¿estás contento, cierto? —preguntó Erika-. Nos iremos. Una vida completamente nueva. ¿No te gustaría comenzar de nuevo?

¿Comenzar de nuevo?

Le encantaría. Claro que sí, pero con alguien a su lado esta vez.

—Yo- claro que sí. Sí —fingió una sonrisa.

Grace se acercó a ellos junto a Allison, diciendo:

—Felicidades. Es hermoso que hayan encontrado un lugar en dónde quedarse —sonrió—. Siempre serán bienvenidos en esta casa.

Allison no paraba de mirar a Alex, hasta que el castaño levantó su rostro para mirarla a los ojos.

—¿Cuándo... cuándo se irán? —habló, por fin la rizada.

Erika giró a ella, y le respondió en un tono amable:

—Hoy mismo.

—¿Hoy? ¿En serio?

No sabía lo que sentía. Quería estar feliz, realmente, quería pensar que estaba completamente feliz que por fin tendrían en dónde vivir y sería maravilloso poder comenzar de nuevo. Pero... no lo sentía. No sentía felicidad. O sí, en parte. Pudieron conseguir algo, pero con tan sólo mirar a Alli a los ojos le hacía completamente extrañarla.

Se sentía como... si le hubiesen arrebatado algo tan de repente.

Tragó en seco, y trató de sonreír otra vez.

—Alex, ¿estás bien? —le preguntó su mamá—. ¿Está todo bien?

Miró a Allison pero ésta corrió la mirada, y se marchó sin decir nada. Grace frunció el ceño, y Erika parecía no entender nada pero la madre de Alli sí, y miró a Alex. Y le hizo un gesto de que fuera.

Y Alex lo hizo.

Así que siguió a la rizada hasta su habitación.

Cuando entró a la habitación, Allison parecía concentrada en acomodar algunas cosas de su armario.

—¿Alli?

—¿Qué quieres?

—No comiences a hablarme de esta manera. No es mi culpa -le dijo Alex, mientras se acercaba a ella—. ¿Por qué te molestas conmigo? —Pero Allison no respondió—. Alli estoy hablan-

—¡Porque me ilusioné contigo, y te irás! —exclamó girando a él e hizo sobresaltar al castaño—. Me ilusioné contigo.

Alex lo miró a los ojos, y no pudo evitar reprimir una sonrisa.

—¿Qué es tan gracioso, Alex? —preguntó molesta.

—Solamente que eres demasiado linda —musitó Alex acercándose a ella, tomando sus mejillas entre sus manos para apretarla mientras él arrugaba la nariz.

La rizada bajó su mirada a los labios del castaño, pero luego colocó una expresión dolida y caminó hasta la otra punta de la habitación para tomar su teléfono.

—Quiero irme.

—¿Qué? No... Alli, escúchame. ¿Qué te sucede? —preguntó tratando de calmar el ambiente, y fue hasta ella—. No puedes molestarte conmigo.

—No estoy molesta contigo, Alex. Estoy molesta conmigo porque... porque sé que cuando te vayas, me olvidarás —dijo—. Vas a olvidar lo que ni comenzamos. ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué voy a hacer?

Alex bajó la cabeza, y suspiró. Eso había dolido.

Allison levantó su mirada—. Sé que no he sido la mejor chica del mundo, y que como mejor amiga te abandoné porque fue así. Y lo admito. Fui una basura contigo, Alex y no tienes idea de lo arrepentida que estoy —dijo y lo tomó de la manos—. ¿Puedes mirarme?

Y fue lo que hizo. La miró a los ojos y ella dijo:

—Duele que tengas que te vayas.

Las lágrimas brotaron de los ojos de Allison, a lo que hizo sorprender a Alex y éste bajó la mirada. No sabía qué decir al respecto. Quizás, porque debía irse en verdad.

—Alex... ¿tú quieres irte?

Y pensó. Pensó en su mamá, y lo feliz que estaba. Lo feliz que se veía cuando le dijo la gran noticia. Y quería ser feliz con ella, quería que ella fuera feliz.

Quizá colocó otra vez su felicidad por encima de la de él.

Y asintió.

—Sí. Debo irme.

—Debes, Alex. Debes irte, ¿realmente quieres hacerlo?

Le costaba responder con sinceridad mientras ella lo miraba con los ojos cristalizados.

—Quiero irme —dijo en un tono duro—. Necesito salir de aquí. De este lugar.

Mentira.

Quería quedarse.

La verdad era que, quería estar con ella. Quería estar con Allison.

—¡Entonces vete Alex! —le exclamó devuelta—. ¡Vete de aquí!

Alex se sobresaltó por los gritos de ella. Allison estaba muy enojada y dolida. Mucho.

—Sí... —dijo seriamente—. Sí, claro que me iré.

Allison lo miró una vez más, y le dijo:

—De acuerdo —rió amargada. Tomó la manija de la puerta para abrir y azotar la puerta con toda la fuerza.

El castaño cerró sus ojos lentamente para tratar de tranquilizarse. Tenía un fuerte dolor en el pecho y mal estómago, como si estuviese en una montaña rusa yendo hacia abajo muy rápidamente.

Se quedó allí parado. Se sentía muy mal.

Se sintió tan culpable de sí mismo pero Allison debía entenderlo.

Tomó su bolso, y volteó hacia Grace.

—Gracias —le dijo—. En serio, muchas gracias por ser tan amable.

—No es nada Alex, como dije, fue un placer tenerlos aquí y pueden venir cuando se les plazca —sonrió—. Y lamento... que Allison no esté para despedirlos.

La sonrisa de Alex se desvaneció, y asintió.

—¿Le habrá pasado algo? —preguntó Erika.

—No lo sé —dijo él—. No tengo idea, mamá. ¿Podemos irnos?

—Claro, cariño —le sonrió.

Y así fue como Grace acompañó a Alex y a Erika hasta la puerta de afuera, y se despidió de ellos.

Y Alex pensó que, realmente, hubiese sido verdaderamente precioso que por lo menos ella se despidiera de él pero también hubiese sido verdaderamente doloroso.



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En el texto hay: romance, amor, tristeza amor

Editado: 06.10.2023

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