Habíamos llegado a finales de septiembre, hacia algo de frío según la tía Ana, la verdad es que se sentía bastante fresco, decían que octubre sería más frío, no sentí un gran cambio en realidad.
Este mes había sido caótico, mi hermano se había ido a trabajar a otros pueblos, incluso a otros estados. Mi hermana pasaba un día si y un día no, así que mis mañanas y tardes eran solitarias.
- ¿Quieres hacer algo en Halloween? –pregunta mi madre a la hora de la comida–, puedes invitar a tus primos, sé que te gusta esa celebración –miro mi comida y niego.
- Prefiero una en día de muertos, ir a la casa de tía Ana y ver su altar –digo emocionada, mis padres asienten complacidos con mi respuesta.
- Muy bien, desde temprano iremos y podrás ayudar –me sonríe antes de seguir comiendo manteniendo una charla tranquila.
A eso de las cinco salen de nuevo, Leana no vendría hasta mañana temprano.
Necesitaba unas piezas de madera y metal, según mi madre había en el sótano, sólo debía bajar y ver que podía servirme, con suerte encontraba algún viejo aparato que pudiese desarmar para mi proyecto y poder completar la mano biónica, me habían pedido pausarla ya que no podía ir a la Universidad para seguir trabajando pero, si la economía familiar iba a mejorar, podría obtener un poco de material.
Abro la puerta e intento encender la luz, escucho el clic pero la luz no enciende, quizás este fundido. Saco mi móvil y enciendo la lámpara, bajo con cuidado, la madera crujía a cada paso.
El sótano estaba como me imaginaba, lleno de polvo y telarañas. Se veían bastantes muebles cubiertos por sábanas blancas, seguro limpiarlo tomaría mucho tiempo, menos mal que sólo debía buscar aparatos pequeños o, en su defecto; trozos de madera o metal. Comienzo a revisar, con el montón de polvo que se levanta, bueno hubiese sido traer mi cubreboca y quizás unas gafas.
Sonrío cuando encuentro una vieja caja de música, giro la pequeña llave pero ningún sonido sale, me la llevaré para ver que puedo usar. Lo siguiente que encuentro es una vieja lampara de queroseno, quizás habría cosas de museo aquí.
Levanto una sábana y me encuentro con una vieja pianola, era demasiado genial. Pulso una tecla y nada sale de ella, tendría que preguntar si me dejan desmantelarla.
Me giro y camino más al fondo, alzo la sábana y justo en ese momento, algo se cae logrando que de un salto por el susto, me giro para alumbrar y veo que todo esta en orden, frunzo el ceño, <<quizás la tapa de la pianola>> pienso mientras giro a verla, pero está intacta. Niego y me relajo, es una casa vieja, cualquier ruido. Niego y continúo con la búsqueda, el sótano era un lugar espacioso, habría que ver si lo remodelaban para... Un golpe en la pared me hace brincar y gritar de nuevo.
- Esto se esta poniendo súper raro –digo en tono bajo, comienzo a caminar a las escaleras, debía ser cuidadosa de no resbalarme con las sábanas que había quitado. Estaba cerca de los escalones cuando veo como la puerta de la entrada se cierra con furia, grito y me quedo quieta, petrificada, a mi alrededor el ambiente se sentía pesado, la necesidad de huir era apremiante–. Calma July, calma, debe ser cosa del viento, no hay nadie aquí –digo en voz baja intentando calmarme, mis piernas estaban entumecidas, no podía moverme aunque quisiese.
- ¿Estas segura de eso? –una vieja y ronca voz susurra detrás de mí. Grito con fuerza, suelto lo que traigo en las manos y corro las escaleras tropezando, tomo la perilla y para mi horror, no abre. Comienzo a llorar temblando, escucho la respiración acercarse.
- ¡Ábrete! –grito golpeando y jalando de la perilla, escucho los pasos, comienzo a golpear la puerta con mis hombros. Siento la mano en mi nuca y grito con más fuerza, la puerta se abre de golpe y veo a mi padre asustado, lo abrazo sin dejar de llorar.
Editado: 05.11.2021