La casa de nuestros secretos

Capítulo 3: "Los pasos en la noche"

Me desperté entrada la noche en la casita del árbol, no recuerdo cuando me sentí tan cómoda en el sillón como para hacerlo.


Guardé los dibujos y las cosas que había tocado, todo en su lugar para irme; hasta que recibí un mensaje de mamá comunicandome que irían al supermercado y que, como no volvía, cerraron todo pensando que fui a la casa de alguna amiga. Menuda preocupación la de ella.


No sé bien que hacer, podría quedarme acá o ir a esperar a la casa pero acá por lo menos tengo luz y allá seguro estaría todo apagado, por lo que decido quedarme a dormir.


Acomodo los almohadones y mantas en el suelo para crear una cama y pongo música chill.


Cuando venía en el pasado, a penas llegaba, lo que me gustaba hacer era recorrer cada rincón en busca de cartas nuevas, dibujos u objetos que YO no traía. Siempre había un tesoro nuevo que descubrir, como aquella vez que encontre el libro "La Tregua" de Mario Benedetti, una lectura poco propia para una niña de catorce años pero que amé. Quizás mi papá no contemplaba las restricciones de lectura o tal vez le parecía más madura para mi edad. Siempre me halagó pensar eso. Más madura que los demás niños...


También fue uno de los últimos regalos que recibí de él.  La última vez que vinimos... No culpo a Sandy por nada, no tiene la culpa o, mejor dicho, no la culpo por el hijo que crió. Le costó mucho reconciliarse con nosotras y le atribuyo el mérito.

Cuando llegamos estaba tan emocionada que nos fundimos en un abrazo y lagrimeó un poco. No esperaba que volvieramos a vernos. Estaba muy avergonzada por lo sucedido, como él se fue, sin decirnos nada, incluso ella no sabía nada.

No nos dijimos mucho, cruzamos un par de frases tales como..."¿como te fué?" "Te he extrañado muchisimo", "cuanto has crecido" y así. No le respondí muy efucivamente, en algún punto sigo pensando que quizás si sabe que pasó con mi papá y solo lo protege porque es su hijo, sin importarle que a mamá le cuesta cuidarnos día a día y que le costó mucho más levantarse con dos adolescentes en pleno descubrimiento personal. Se sintió muy sola. Lo sé.


Suspiro. De vez en cuando, no sé si debo ser ruda con mis pensamientos sobre otras personas o las decisiones que tomo estan bien. Pequeña falta de juicio, diría...


Mientras me sigo debatiendo si las razones para volver son las correctas repaso con la punta de los dedos el lomo de los libos en la repisa sobre el sofá, están todos iguales salvo el coloreado amarillento de algunos. Mis ojos topan con uno de tapa verde que no recuerdo esté ahí antes. Tapa dura, con guardas doradas y letras caladas del mismo color. Lo abro para leer de que se trata y de alguna parte cae un separador parecido a una pequeña nota de lectura.


"Hoy es un estupendo día para asesinar, un hermoso día de mayo. La policia se fue de la ciudad y todos nos dedicaremos a matar!"


Temblé, que clase de tétricas notas supo dejar mi papá. "Se anuncia un asesinato" El título del libro es curioso pero no llamativo, guardo todo como estaba y lo dejo en su lugar. Incluída la nota con la cita.


Nunca fui una lectora habil del género de misterio o supenso, siempre fui más del ordinario género romantico o de novelas rosas que a pesar de poder predecir todo lo que va a pasar en un instante, hacen que mi corazón aleté y que agite el cuerpo con ímpetu cuando la emoción me sobrepasa. 


Estoy aburrida, ya pasaron tres horas desde que decicí quedarme. Quizás no era la mejor opción, debí haber vuelto, además tengo hambre ¿ qué hago? Ya es muy de noche y el bosque no es agradable para salir a oscuras.

Me debato, me debato...


De nuevo acomodo todo, agarro mi celular, me pongo las zapatillas y bajo con la linterna encendida. La oscuridad abraza todo a mi alrededor. Solo alcanzo a iluminar mis pies para no tropezar con las raíces de los árboles.


Caminando a paso contínuo pero no acelerado me pongo en marcha. De pronto escucho pasos en dirección contraria, como si vinieran a donde estoy pero desde otro camino y no el de la casa de Sandy como se esperaría de mi mamá o de alguien que viniera a buscarme. De pie, congelada pienso si esperar a ver quién anda ahi o seguir mi camino sin hacer mucho ruido. PODRÍA SER UN ASESINO. ¿y qué hago si es un asesino? empiezo a correr...


Me armo de tripa corazón y a tropezones camino más rápido, los pasos se aceleran a medida que avanzo. Dentro mio el estomago se me retuerce. El sudor frío comienza a agolparse en mi frente y espalda, ¡No tengo nada con qué defenderme!

Apago la linterna cuando me doy cuenta que me vuelve un blanco fácil y corro levantando los pies lo más alto posible e intentando pisar de puntillas para no tropezar con las ramas. Me acostumbre a la oscuridad y de alguna manera diferencio los árboles de la oscuridad, significa que ya estoy cerca pero los pasos siguen persistentes e incluso podría jurar que estan corriendo al igual que yo. Solo un poco más y llego.


El corazón lo tengo fuera del pecho al llegar ¿qué fué eso? No quiero pensar en nada más. Solo quiero entrar, olvidarlo y no volver a salir del bosque a oscuras ¿Por qué fuí tan gila al pensar que eso no sería peligroso? Aunque me sorprende que con los años, nadie halla encontrado la casa del árbol. Esta escondida y su recorrido es confuso pero esta ahi, visible para cualquiera. El escondite perfecto.



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En el texto hay: cartas, romance, misterio

Editado: 29.11.2020

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