Cuando te visite de nuevo voy a ser la mejor versión de mí misma. O
bueno, al menos voy a intentar serlo con todas mis fuerzas. No voy a
llorar, voy a sonreir para vos. Lo prometo.
He soñado con vos muchas veces desde que te fuiste pero no se lo he
contado a nadie, casi como si fuera un secreto. Un regalo que solo me
pertenece a mi, casi producto de una mente que se arrepiente no haber disfrutado al máximo cada detalle al lado tuyo. Pero te recuerdo perfectamente. Te observe en silencio desde el otro lado de la mesa durante toda esa tarde, aún recuerdo tu voz sonando en mi cabeza o el aroma
de tus comidas cuando pasaba el umbral de la puerta.
Creo que este último tiempo me he convertido en un viernes trece en la
vida de los que amo, pero puedo mejorar. Uno siempre puede.