La casa Lambert

Capítulo I

Eran las tres de la mañana y el detective Hudson estaba de pie leyendo una carta, no sabía quién era el insensato que lo despertaba a esta hora, mucho menos con esta broma.

- Seguro es una broma –dice en voz alta, no sabía con qué motivo, para despertarse o no darle alguna importancia; había salido a la entrada ante un insistente llamado–. Dicen que la justicia nunca duerme, pero yo sí que lo hago –dice mirando al cielo, era una noche preciosa, se podían ver las estrellas brillar al lado de la luna, esta se encontraba llena. Miro su brillo y se dejó encantar por el bello astro, y por un instante olvido todo, olvido ese caso, olvido a su exesposa y el hecho de estar despierto a las tres de la mañana sabiendo que debía estar de pie a las seis para viajar a la vieja casa Lambert.

Suspira antes de entrar a su casa, deja la carta en la mesa y decide irse a dormir.

A las 6 de la mañana, lo último que se le antojaba era viajar durante una hora en un vagón atestado de personas. Una hora y quince minutos después desembarcaba en el condado de Kendall, y media hora después, se encontraba camino a la vieja casa Lambert, casa que se encontraba abandonada tras fallecer todos los miembros de manera sospechosa.

Al llegar noto a varias personas, todas ellas parecían encantados de estar aquí. Sin perder el tiempo, bajo del carruaje aún en movimiento.

- ¿Quién les ha dicho que pueden estar aquí? –pregunta casi a voz de grito.

- Son mis invitados –dice una mujer joven con un marcado acento francés; quizás no más de veinticinco, su cabello era negro como la noche al igual que sus ojos, su piel era clara–, lo siento, soy la señorita Lestrange, recién compre la propiedad –dice extendiéndole su pequeña mano, casi por inercia él la cogió.

- Detective Hudson, vengo a investigar algunas muertes ocurridas en la propiedad –dice sin más.

- No me contaron nada de eso –dice ella preocupada, sus amigos podrían estar en peligro.

- Me imagino que no, si lo que buscaban era venderla al mejor postor –dice sonriéndole de manera condescendiente–, pero pierda cuidado, me quedaré investigando y verá que en un santiamén todo queda resuelto, sólo no permita que sus invitados interfieran –dice lo último serio.

- Delo por hecho –dice antes de caminar hacia algunos de ellos reunidos.

Eran cerca de las 8 de la noche y no había indicio de nada, la señorita Lestrange lo había invitado a quedarse, cosa que acepto, no le apetecía viajar.

Cerca de las 6 de la mañana escucho golpes en su puerta, se levantó y por reflejo cogió la pistola. Al abrir la puerta un sirviente lo esperaba, había encontrado en el lago a una de las invitadas ahogadas.

Bajaba las escaleras cuando escucho a una mujer llorar, su nieta había desaparecido, temía lo peor.

El miedo estremeció su alma cuando descubrió que era verdad, había perdido lo último que le quedaba.



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En el texto hay: asesino, detective, desapariciones

Editado: 02.01.2022

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