Shin quedó boquiabierto cuando se paró frente al abismo de lo que solía ser una estación de tren, un halo de luz cortaba la oscuridad al medio y podía ver exactamente donde las máquinas habían arreglado la superficie. La oscuridad había absorbido todo a su paso como habían predicho sus amigos. Kacper estaba a su lado apuntando con su mano al túnel que estaba del otro lado del abismo. Keyfour decía que había al menos trecientos metros hasta el otro lado y que su sensor sónico no llegaba hasta el fondo de la grieta. Distraído con los detalles, sintió un tirón en su mano para seguir de cerca al escriba. Myśliwy y Władysława estaban tensos y silenciosos, ya que estaban preocupados por sus alrededores.
“Lamentablemente no hemos podido salvar a nadie en la estación, los únicos sobrevivientes fueron unos mercaderes que estaban de viaje en el momento del terremoto.” Decía en voz baja Kacper. “Aquí fue la última batalla en los túneles, cuando las máquinas bajaron a reparar la superficie.”
“Ahora entiendo la tensión de nuestros amigos exploradores…” Dijo pensante Shin. “Si algo sucede, solo acércate a Keyfour, Kacper, yo te protegeré.”
“No creo que puedas protegernos mejor que mi esposa, Shin. No lo tomes como un insulto, ellos viven en la superficie…” Dijo al aire Kacper. “Y pasan sus días estudiando y esquivando a las máquinas.”
“Solo quiero que lo tengas en cuenta, prefiero morir antes de que te suceda algo a ti por pasearme con el subterráneo.” Dijo sonriente Shin.
Los cazadores se detuvieron al borde del abismo frente a una pequeña puerta de metal para abrirla con el máximo de los cuidados, Władysława fue la primera en pasar por el umbral, dejándolos en un largo silencio. Luego de unos minutos volvió a buscarlos a toda prisa. Myśliwy estaba detrás de él y estaba a punto de empujarlos por el pequeño túnel de servicio. Este salía a una de las calles de la ciudad. Shin sonrió al sentir la caricia de la estrella del sistema.
“¿Cómo llaman a su estrella, Kacper?” Preguntó sonriente.
“Klejnot.” Respondió en voz baja el escriba.
“Silencio.” Susurró por atrás Myśliwy.
Shin estaba asombrado por el silencio de la ciudad, ellos estaban moviéndose por un callejón que estaba demasiado limpio para sus estándares. Estaba seguro de que alguna maquinaria pasaba a diario por el lugar para limpiar. La esterilidad de la ciudad no dejaba de asombrarlo y mientras miraba a Keyfour sintió a Kacper detenerlo con cuidado. Su esposa estaba haciendo una seña con su mano, cuando el denso silencio que los rodeaba fue interrumpido por un disparo. Myśliwy pasó a su lado para asomarse junto a Władysława.
“Kurwa!” Gritó ofuscado el cazador.
Shin se acercó al lugar para notar que un puente era lo que cruzaba sobre la grietaba que había visto desde abajo. En su sombra había un grupo de enon peleando desaforadamente con una docena de máquinas. Algunos de sus cazadores ya estaban muertos en el suelo, su sangre era violeta. El gris no dudó un instante y saltó al rescate entre los gritos de sus amigos. Ambos sables ya estaban encendidos cuando se interpuso entre la máquina y uno de los sobrevivientes. Su sable índigo cortó el brazo armado de su enemigo para luego girar y cortar sus piernas. Las máquinas posaron todos sus sensores sobre él mientras corría para seguir peleando. Sus sentidos no anunciaban nada, así que iba a pelear como un sith. Se llenó de odio para potenciar sus ataques, atacando los puntos débiles de las máquinas, que eran esencialmente sus articulaciones. Estas tenían un pequeño puerto en el frente de su pecho y parecían tener menos armamentos de los que había visto en la Joya. Los sobrevivientes corrieron para el lado opuesto al que él quería, pero se percató de que sus amigos estaban aprovechando la distracción para correr hacia su destino, ayudando a los que podían a la pasada. Shin notó que tomaron las mochilas de los cazadores abatidos antes de esconderse detrás de un gigantesco servidor. Perdió su capa al esquivar una afilada cuchilla y notó que algo estaba moviéndose sobre él. La torreta disparaba plasma de alto nivel, ya que perdió el filo de su sable rojo al intentar repelerlo. Moviéndose a toda velocidad, corrió hacia la pared para rebotar en ella y volar girando hacia la torreta, cortándola al medio e impulsarse con la base del puente hacia las máquinas. Danzando entre sus garras, Shin notó que su sable rojo no iba a encenderse hasta que lo reparara. Cambió su estilo para atacar a una de las máquinas y partirla al medio con la fuerza de la caída sumada a la de la Fuerza. Tocó el suelo para empalar a otra y lanzarle un relámpago, de puro reflejo, a sus otros adversarios. La electricidad fue en vano, ya que parecía ignorar por completo a sus enemigos. Shin sintió que podía usar su telequinesis y probó al empujar todo lo que tenía frente a él. El suelo se partió en miles de pedazos, lanzando a sus enemigos hacia la subida que juntaba el suelo con el puente que tenían encima. Aprovechando la situación, Shin remató a varios para terminar en un duelo mano a mano con una de las máquinas. El gris estaba estudiando a su contrincante cuando notó detrás de él a Władysława, la cazadora enterró su cuchilla en su cuello para destruirla de un solo golpe. Seguido, corrió hacia él para tomarlo de la mano mientras notaba al resto de los cazadores desarmar a una velocidad descomunal los restos de sus enemigos. Corrieron directo hacia un servidor para luego pasar por un gigantesco hangar repleto de planchas de metal. La exploradora dobló de repente para meterlos dentro de un contenedor, allí encontraron al resto del grupo. Myśliwy y Kacper lo estaban mirando con sorpresa en sus ojos, o por lo menos eso creía. Keyfour se acercó a preguntarle como estaba.
“No te preocupes, Keyfour, estoy bien, pelear es más llevadero que sanar.” Dijo sonriente Shin.
“¿Cómo rayos hiciste eso?” Preguntó ofuscada la cazadora.
Shin encendió su sable para dejarlo entre las manos de Kacper.
“Ten cuidado.” Dijo sonriente Shin. “Esto es un lightsaber o sable de luz, es el arma y símbolo de nuestra orden. Lo demás son años de experiencia y entrenamiento.”
“Estaba peleando como los Druidas de las historias…” Dijo asombrado Kacper.
“Además, esas máquinas no son de guerra, son un poco más… débiles que las otras que han cruzado mi camino.” Dijo divertido Shin.
“Deberías haber dicho algo, Shin.” Dijo con seriedad Myśliwy mientras revisaba el sable junto al resto de las personas.
“No me creyeron, además, es más fácil hacer amigos cuando creen que soy un indefenso sanador.” Dijo jocoso Shin. “Ahora saben que puedo cuidarme solo.”
Władysława se acercó a ver el sable mientras el resto de los cazadores volvían con las partes de las máquinas. Bajo ellos había una alcantarilla oculta en el piso del contenedor. Shin siguió a sus amigos luego de recuperar su sable a una pequeña sala, donde sus nuevos amigos pudieron relajarse.
“Ah, este día ya era largo.” Dijo uno de los cazadores que no conocía.
“¿Qué haces aquí, Kacper?” Dijo una escriba.
La enon estaba vestida de la misma manera que él y llevaba la misma computadora de muñeca.
“Grażyna, ¿Estás bien? Estamos llevando a Shin hacia la ciudad.” Dijo con seriedad Kacper. “Órdenes del Archidruida.”
“Ah, por eso el mensajero quería pasar a toda costa…” Dijo al aire la enon.
La escriba se acercó a revisarlo con extremo cuidado, anotando algunas cosas en su computadora.
“Mucho gusto.” Dijo sonriente Shin. “¿Hay alguien herido?”
“Esas máquinas no pelean para lastimar, Shin.” Dijo con seriedad Władysława. “¿Cómo puedes moverte a esa velocidad?”
“Con la ayuda de la Fuerza, amiga. En esta zona de la galaxia es un poco más difícil, pero… creo que aprendí a hacer algo nuevo…” Dijo al aire el gris.
Shin estaba mirando con fijación uno de los rifles de los cazadores. Levantó la mano para intentar traerlo hacia él. No podía sentirlo, pero podía usar su imaginación para tomarlo con su Fuerza. El rifle terminó en su mano, el secreto era afectar el espacio-tiempo, la realidad, en lugar de intentar afectar a la Fuerza en el objeto.
“Sí, recuperé mi telequinesis.” Dijo sonriente. “Es más difícil, pero puedo usarla a voluntad.” Agregó mirando a Kacper.
“Asombroso…” Dijo entusiasmado Kacper. “Tiene que ser él, Grażyna…”
“¿El hijo de la Matka?” Preguntó sorprendida la escriba. “No lo creo, es…”
“En los textos no se aclara nada sobre él, puede ser que sea uno hijo de las estrellas…” Dijo pensante Kacper.
Shin no sabía de qué estaban hablando, pero parecía que Władysława quería seguir su camino.
“Myśliwy, te encargo el carro.” Dijo uno de los exploradores. “Deberían poder llegar hasta Białołęka.”
“Gracias, Jędrzej. Deberíamos seguir, Kacper, puedes discutir las profecías con los Druidas.” Dijo con seriedad el cazador.
“Visitante… gracias por salvar nuestras vidas.” Dijo con suma seriedad el explorador.
“Es un placer, amigo.” Dijo sonriente Shin. “Deberían ignorar este camino por un tiempo…”
“Cerraremos la compuerta por unos meses.” Dijo con seriedad el enon mientras Shin copiaba el saludo con su mano, apretando su antebrazo con fuerza.
“Tomaremos el camino largo a casa, Jędrzej. Buen viaje.” Dijo con seriedad Władysława. “Arriba.” Agregó mirando a Shin.
Keyfour voló hacia el carro mientras el gris lo estudiaba con detenimiento. Keyfour ya tenía opiniones.
“Es un buen diseño, tiene ruedas de plástico para el balance, las que hacen la fuerza están sobre el riel.” Dijo al aire Shin mientras se sentaba a su lado.
Keyfour preguntó sobre su sable.
“Ah, gracias por recordármelo, debo repararlo. Kacper se sentó frente a él mientras los cazadores se subía en la parte delantera del vehículo. El motor era eléctrico y estaba detrás de ellos. El vehículo parecía ser algo para mover cosas en los túneles de mantenimiento, ya que no tenía medidas de seguridad y apenas entraban ellos cinco. Shin desarmó su sable bajo la curiosa mirada de Kacper, por suerte solo se había bloqueado su lente por la sobrecarga del disparo que había intentado repeler.