Capítulo 4.
La chica de la capa negra.
«Mierda de día»
Ese era nuevamente el único pensamiento que pasaba por la cabeza de Eli, se despertó con mal humor, abrió los ojos y parpadeo unos segundos intentando acostumbrase a la Luz, te estiró un poco, lastimosamente en un mal paso, cayó, soltando un estruendoso sonido.
«Nada pasó» se levantó como si nada hubiese sucedido, miró el reloj en su pared, ¡era muy temprano! Suspiró con cansancio y se duchó, puso su champú de fresas y lo olió, ya no olía a huevo, el olor al fin y al cabo si salió bastante rápido, relativamente.
Puso su uniforme, en la corta semana que había trabajado fue muy bueno, sus compañeros —sobre todo Alan— se encargaron de que se sintiera completamente cómoda y en casa, las vistas de Elisabeth eran mucho más frecuentes, siempre contaba una historia diferente al terminar el turno, sin embargo, nunca las terminaba, pues se quedaba dormida y al día siguiente, se excusaba con «No recuerdo haberles contado eso, de todas formas no recuerdo que sigue» por lo que fácilmente se había acostumbrado a imaginar que seguía después.
Acomodo su cabello en una coleta y volvió a poner los incómodos zapatos, ya se había acostumbrado un poco a ellos, y decidió no volver más nunca a bajar las escaleras con aquellos monstruos, cuando era mucho más joven, en la época en donde las chicas solo utilizaban grandes e incómodos vestidos ella a diferencia de muchos vampiros se hacía pasar por una campesina para no ser descubierta, era buscada no solo por humanos, también por su misma comunidad, por lo que tuvo que encontrar algo práctico «Una campesina» ¿Quién iba a sospechar que aquella chica que en las tardes caminaba al río a lavar ropa era en realidad un ser mágico?, pocas veces fue cortejada, y las pocas veces sus pretendientes siempre recibieron una respuesta negativa de su parte.
Sin embargo, conocía a una vampira de la realeza, era una joven pálida de cabello castaño, era muy hermosa y codiciada, aunque esto también se debía a las grandes montañas de oro que le pertenecían, la primera reina de aquel reino, pues, eran gobernados por un hombre bastante rígido, que gobernada con mano dura y sin piedad, hasta que conoció a la vampira y se enamoró, o al menos eso hicieron pensar a todos, pues claramente la mente del rey fue manipulada por la vampira y después de unos meses de casados el rey murió misteriosamente posteriormente de haberla declarado reina, ¿Extraño, no?
Después extrañamente fue completamente acogida por no solo el pueblo, también las directrices de la corte que en ese entonces solían ser despiadados, aún más extraño.
Eli volvió en sí después de unos segundos de pensar en su pasado, inconscientemente mientras pensaba hizo su cabello una trenza, era algo bastante característico de ella, al pensar hacia su cabello una larga trenza en su mayoría de veces sin ni siquiera saberlo.
Miro el reloj en su pared, ya era hora de partir o de lo contrario llegará un poco retrasada, había durado casi dos horas pensando cosas sin sentido, «tonta, Eli» se reprendió.
Tomo sus pertenencias y camino hasta la cafetería, miro como Alan sacaba unos cuantos letreros, barría y regaba las plantas, el chico alzo la mirada y se encontró con los ojos azules de Eli, agitó su mano saludándola y recibió una sonrisa apenada de Eli.
Eli cruzó la acera que los separaba, le dio una linda sonrisa, en la poca semana a Eli se le veía un poco más risueña, no era un gran cambio era algo.
—Hola, Alan, ¿Qué tal?— pregunto, Alan la miro de pies a cabeza y después soltó un pequeño silbido halagador.
—Que linda te ves, radiante como siempre— Eli lo miro con una ceja alzada, tenía el mismo uniforme de todos los días y en su rostro no había una gota de maquillaje, no tenía nada diferente a otros días.
—Estoy igual que ayer, también igual que antes de ayer, no entiendo— Alan suspiro y soltó una risita.
—Si, pero mañana es sábado, no puedo evitar estar feliz— Iba a contestar, pero a lo lejos escucharon el grito de Lys, quien corría sonriente, Eli la miro apenada por el alboroto causado y pidió pequeñas disculpas a los transeúntes que miraban con una mueca a la chica que se encontraba tan alegre tan temprano en el día.
—Hola, Eli, te ves muy linda— Eli suspiro irritada, no solo por el comentario, al principio no comprendió lo horrible que sería su “Fin de semana” no trabajaría por lo que no se vería con Alan.
—¿Eli?— Eli parpadeo por unos minutos para después ver a Lys quien la miraba con las cejas fruncidas en un gesto de evidente molestia.
—¿Disculpa?— Pregunto Eli.
—Te estoy diciendo que piensas hacer el fin de semana— Eli la miro pensativa, no había pensado en que hacer.
—No sé— contesto con simpleza.
—Perfecto, salgamos, tengamos un día de chicas… y chicos— completó cuando vio la mueca de Alan y después soltó unas cuantas carcajadas, Eli realmente se preguntaba como aquella chica podría estar tan feliz tan temprano.
—Me parece perfecto— hablo esta vez Alan quien llevaba unos minutos sin participar en la conversación.
—ohm, está bien— comento finalmente Eli de acuerdo con la propuesta y Lys soltó un molestoso chillido que lastimo los oídos de Eli, al ser un poco más desarrollados que los de un humano común y corriente, pero menos que los de un vampiro “normal”, su oído era sensible a sonidos muy agudos, en este caso los chillidos de Lys.
—Perdón— Se disculpó Lys al ver las muecas de los demás, al parecer su tímpano no fue el único afectado.
—Ahora a trabajar— Hablo Alan finalmente mientras abría la puerta haciendo gesto de ingresar, Lys bufo e ingreso con mala cara, finalmente Eli de igual manera ingreso.
El café estaba bastante vacío y solitario a como se había acostumbrado en lo que pasaba de la semana, Eli caminaba de un comensal a otro con total cordialidad, había aprendido un poco a como trata a los molestos humanos, pocas veces había abusado de su poder u había manipulado la mente de algún cliente, esto solo ocurría cuando sus pies necesitaban descansar.