La chica de la caperuza roja

Capítulo 3

Sven

 

 

Oh. Mis estrellas. 

Una fuerte punzada de dolor me atraviesa la cabeza. 

Que demo… ¡Mierda, la serpiente! Abro los ojos y me incorporo de golpe e inmediatamente algo me devuelve a la misma posición. Se siente como una delgada barra de hierro deteniéndo mis movimientos por el pecho. Que… Ladeo el rostro buscando ¿algo? No estoy muy seguro de qué exactamente, parpadeo repetidas veces para enfocar alguna de las sombras borrosas que aparecen en mi periferia y pronto logró distinguir una cejas oscuras estrechadas y molestas. Y los ojos más profundos y oscuros que he visto en mi vida.

—No te muevas, cachorro.

Me quedo quieto ante esa voz molesta y femenina. Mi vista se vuelve nítida sobre un rostro redondo de tono olivaceo y mejillas llenas rojas, maravillado y en silencio capturó a detalle los rasgos de la mujer que está ante mí. Sus cejas son muy pobladas y parecen pintadas con tinta negra, y sus ojos almendrados me ven con severidad. Allí es cuando me doy cuenta de que es ella la que me empuja hacia atrás con su antebrazo. Voy a decir algo cuando me doy cuenta de que no estamos solos, hay lobos. Los lobos están a nuestro alrededor formando un enorme círculo de cuerpos peludos. Mis instintos me instan a correr lo más lejos posibles, pero mi cuerpo se queda tieso como una tabla de madera. 

—Lo-lobos...—titubeo. La mujer o chica—no estoy muy seguro de cómo encajarla—me ve con curiosidad y su ceja se alza cuando parece comprender algo. Sisea y cada lobo a nuestro alrededor se echa sobre sus patas delanteras con sumisión. Abro la boca atónito y tengo la pregunta quemandome la lengua. ¿Son suyos? ¿Son sus lobos? Una nueva punzada me hace torcer los labios. Joder, duele.—Mierda. 

—Por eso dije que no te muevas—me regaña la mujer con severidad. Siento como si mi madre me estuviera riñendo. Cierro los ojos tratando de aguantar la punzada de dolor en mi coronilla y justamente recuerdo el botiquín pequeño que empaque en la mochila que traía, suspiro. Como desearía no haberme desprendido de la mochila. Escucho patas caninas y alerta vuelvo mi mirada hacia uno de los lobos que camina hacia una de las esquinas del… Del lugar donde estoy. Es grande, probablemente sea el lobo más grande del grupo y me llama la atención que su pelaje sea blan… No. Plateado. Realmente parece platino. Asombrado, por segunda vez abro la boca cuando veo entre sus enormes y feroces fauces poderosas mi mochila colgando totalmente intacta. El lobo deja caer la mochila al lado de la mujer:—He visto el interior de la bolsa, cachorro. Ya no traes nada que pueda herir a mi manada. 

¿Que… ¿Por qué me llama cachorro? ¿Se refiere a mi como un niño? La vuelvo a ver y trato de descifrar su edad, en comparación conmigo se ve como una mujer apenas entrando a la veintena. Aquí el cachorro debería ser ella ¿Y cómo que herir? Soy yo el que debería decir eso. Digo, estoy rodeado se lobos con dientes enormes y filosos como cuchillos, patas enormes y pesadas… Y no quiero pensar en las demás partes de su anatomía ¿Y como que manada? Mierda, no será ella uno de esos casos de niños que se han criado con animales ¿o sí? Genial. Ella empuja la mochila hacia mi y cauteloso la atraigo bajo su atenta mirada oscura. 

—¿Tienes un nombre, cachorro?—pregunta. Allí está otra vez llamándome cachorro. Como sea. Mis hombros caen junto con mis ganas de replicar el hecho de que ella llama cachorro a un hombre de treinta años.

Asiento y abro la mochila. Todas mis cosas están aquí. Rebusco en el interior buscando la pequeña caja de primeros auxilios y cuando la obtengo la saco, espero que solo sea un golpe y que no tenga una herida abierta, no soy muy bueno con la sangre o con los puntos. Nuevamente a mi mente viene mi hermano Svok, seguramente él hubiera hecho algo asombroso que dejase perpleja a la mujer  y a los lobos. Él tiene ese efecto en las personas. 

—Tu nombre, cachorro—clama exigente la mujer.

Ah, mierda. 

—Soy Sven Bacey, un gusto.

La mujer alza ambas cejas y mira la mano que le estoy tendiendo con extrañeza. Ah, mierda. Seguramente sus conocimientos sociales son nulos. Para mi sorpresa ella se pone en pie y allí es cuando noto la forma suave de su cuerpo, y el amplio y largo abrigo rojo que lo cubre. Ella hace una genuflexión y posiciona el puño cerrado sobre su pecho.—Un placer, Sven Bacey. Yo soy Valma Den Som Beskytter y soy la señora de estas tierras—dice con reverencia. Ella se incorpora y me ve desde arriba, yo me limito a observarla sorprendido y confuso por sus palabras. ¿De qué novela medieval salio esta mujer? Además… ¿Señora? Históricamente hablando, los únicos que podían ser señores de una tierra eran hombres. No mujeres. Todo es tan confuso.—Si no te importa explicarme que haces en este bosque yo podría devolverte a tu hogar. 

Aguarda. Aguarda. 

—¿Puedes?

—Puedo.

Asiento aliviado. ¿Mi suerte cambiaba? Esperaba que si. Mientras continuaba con la tarea de limpiar y minimizar el dolor que me atraviesa la cabeza trato de relatarle a Valma el cómo había llegado a parar en aquel lugar tratando de no perder algún detalle, está me escucha atenta y no me preguntaba nada. ¿Eso era un signo bueno? ¿Ella me creía? ¿O quizás no? Cuando termine con el golpe guardo la caja de primeros auxilios en el interior de la mochila y espero a que Valma diga algo, ella extrañamente se ha quedado en silencio. Parece pensar, pero no. Está después de unos momentos suspira sus palabras:—Las cosas no van a ser tan sencillas… El Bosque te trajo, eso dificulta las cosas.

¿Como que el bosque me trajo? Demasiadas preguntas tengo por hacerle, pero me muerdo la lengua. Lo único que me interesa ahora es la dificultad a la que acaba de pasar mi salida del bosque.

—¿Dificulta qué?—pregunto preocupado. Ella se sienta ante mí cruzando sus gruesos muslos recubiertos con cuero negro e imita el mismo gesto con sus brazo, es decir, los cruza sobre sus prominentes pechos cubiertos por un corsé de igual color. Por un pequeño instante me pierdo en esas dos protuberancias de aspecto suave y cremoso, solo un pequeño instante que se ve interrumpido por la voz tensa de Valma.




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