La Chica De La Pulsera De Elefante

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HASTA SU LADO
más oscuro
ESTABA LLENO
de colores.
 

Coincidir en toda tu infancia te gusten los niños. De niña pensar que gustar de niñas, era algo raro, extraño. De otro mundo.

La homosexualidad no había llegado a mi pueblo. No hasta que llegué al secundario, dónde veía a chicas besándose en la esquina de una calle.

Era inevitable. Impermitible. Indescifrable, saber si te gustaba una niña, o bueno, en mi lugar fue difícil.

Puedo decir que nunca me llegó a interesar las personas de mi mismo género. Aunque ahora mismo, siento que de alguna forma estoy insultando a alguien.

¡Y no! ¡No quiero insultar a absolutamente a nadie!

Es muy difícil expresarme. Quizás con tales personas. Mis pensamientos son tan indescriptibles que por lo que siente mi corazón.

Y la primera vez qué me enamoré de una chica. Fueron a mis 15 años. Y sí, años difíciles para saber qué es lo que quieres.

 

CUANDO TE PROCLAMASTE
luna, no hubo hombre que te
PISARA.
 

Ella fue tan amable conmigo. Y yo.., bueno, fui algo ridícula. Me sorprendí mucho cuando me dijo que era bisexual. Y lo admito, no me lo esperaba de au parte.

Tenía una personalidad muy misteriosa, intrigante y subjetiva ante las cosas de cada día. Ajetreaba me encontraba cada que soñaba con ella.

Sin duda era una de sus virtudes encontrarse atractiva para muchas jóvenes. Sin embargo, no quería que se diese cuenta. Se podría decir que lo disimulé bastante bien, por muchos días.

Les presento y me presento a La Chica De La Pulsera De Elefante. Una singular muchacha que le intrigada muchas cosas pero era demasiado cohibida.

Su figura resaltaba, o por lo menos para mí, al entrar en cualquier lugar. Demasiado entusiasta.

No me sentía atraída por ella, o por lo menos no lo sabía. Lo sentía como si fuese algo normal que siente cuando descubre que la otra persona puede gustar o no de ti.

Era tan ilusa. Tan profunda por los sentimientos de todos. Y hablo de mí.
Ella era una de esas jóvenes que le importaba un bledo si llegabas a interesarte por ella en algunos ámbitos. O quizás, yo lo entendí así.
Es decir, yo entendía por interpretaciones a sus palabras sobre cosas que de verdad llegué a sentir.

La Chica De La Pulsera De Elefante era muy confusa. A veces coqueteaba conmigo sin que yo me diera cuenta. Y es que en aquellos ámbitos, yo, era muy nueva.

Eso era nuevo. Y para nadie más que a mí. Recién entraba al ámbito dónde yo sabía que no pertenecía pero de una manera rara lo apoyaba.

Había días en los que La Chica De La Pulsera De Elefante era muy crítica consigo misma. Y no me daba ni una oportunidad de decirle que me parecía muy linda de todos perfiles que la viera.

Quería ser una de sus amigas. Quizás una de sus mejores, me daba el presentimiento de que le agradaría. De alguna forma.

Sentía, a veces, que encajabamos a la perfección siendo mejores amigas. Pero lo que me preparaba el destino no pertenecía en esa zona.

Había días en los que La Chica De La Pulsera De Elefante no aguantaba a nadie. Y ahí estaba yo, intentando ser agradable y sacar aquellas angustias tan profundas en su ser.

Sin duda resolví, lo que alguna vez fuí.
Con tan poca visibilidad, noté lo nadie notó alguna vez. Sí, ya lo sé, parezco patética y casi sin admiración.

Siendo lo que fue, como tuvo que ser.

Dudé muchas noches. Pasaron demasiado rápido los días. Temiendo lo intemible, y sincerando lo que no se debe ser sincero.

No sabía que hacer. Qué decidir.
 




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