Gray
Y en el caos de mi existencia llegaste tú a iluminar mi realidad, aceptaste mis demonios sin miedo a que te pudiesen lastimar. Y ese fue tu error. No debiste hacerlo, sólo mira cómo acabaste...
Tal vez no era el momento, el lugar, el tiempo ni la manera para poder estar juntos. Tal vez deba ser paciente, esperar un poco mas, otra vida, quizá. No toda relación humana se basa en la afinidad, no todas las almas danzan en un compas, y no todos los corazones deben estar intactos para poder amar...
Mientras lloraba me acerque a su cadáver y toque su rostro, y espere a que todo fuese una pesadilla...
Han pasado varios meses desde la ultima vez te vi. Ya no me acuerdo de tu voz y te confieso desde esta parte del mundo en la que me encuentro que a veces quiero escucharla, que pienso en ti y en tu risa, esa risa de cielo azul, esa risa de día en primavera. Me he mentido a mí mientras una parte enorme, una parte que lo ocupa todo, te extraña a ti. Aunque al final es lo único que queda: si no podemos tenernos, al menos, puedo mentirme con que estoy bien sin ti.
El día que te perdí no lo entendí del todo, ¿por qué lo hiciste? ¿por qué no dijiste nada? esas preguntas están dando vueltas en mi cabeza, nada ni nadie tenía la respuesta y el dolor se apoderaba de todos mis sentidos, quise gritar pero no pude. Tampoco pude contarle a nadie la falta que me harías, ni todos los recuerdos que conservo hasta el día de hoy. Te he perdido, jamás volveré a escuchar tu risa. Todos decían hay que superarlo, pero nadie decía cómo hacerlo, nadie tenía un mapa ni una linterna.
Nunca voy a olvidar aquel día cuando me avisaron que habías fallecido. No supe cómo reaccionar, me bloqué por completo, me aterro tanto la idea de ya no verte más, y es que siempre fuiste tan fuerte, tan libre y tan alegre; siempre fuiste parte de mi, me ayudaste a crecer y a ser quien soy, no puedo entender como estas noticias pueden doler tanto, si ni siquiera se como voy a seguir sin ti... Me duele haber aprendido contigo lo frágil que es la vida y lo frágiles que podemos ser cuando estamos heridos, un día estábamos riendo y al otro cerraste tus ojos para siempre. Y cuando supe que en verdad ya te habías ido, que esta vez era real, que ya no volvería a escuchar tú voz, no volvería a saber de ti, ni me enojaría contigo por querer meterte en mi vida. Lloré en serio, porque nunca se está preparado para saber que alguien que amas ha muerto.
Y ese día tan feliz de pronto se apagó, a una mirada pálida y fría, suplique desesperadamente no te fueras, mi corazón explotaba, mi pecho parecía quebrarse, ese día una parte de mi murió también, y desde entonces arrastro algo que duele todos los días, el dolor no disminuye, es mi parte muerta, te llevaré siempre conmigo, como la arena y su destino... Algunos piensan que el momento más difícil de una pérdida es cuando te enteras que ya no esta más en este mundo
Pero se equivocan. Lo verdaderamente difícil es despertar al otro día y recordar que si es verdad. Que no fue un mal sueño de la noche anterior.
Hoy es uno de esos días en los que te extraño más que nunca. En los que siento ese vacío en el pecho, esa falta de aire, esa presión, vacío y dolor tan grande en el pecho, ese dolor en el alma, esas ganas de llorar, de gritar, de salir corriendo, de olvidarme de todo y todos. De no hacer nada. Simplemente estar en silencio, mirando a la nada. Y pensado en qué podría hacer, pero a la vez quiero hablar con alguien, quiero escuchar un consejo, o que al menos me escuchen.
Extraño esa sensación de paz al estar a tu lado y simplemente sentir que no necesito nada más.
Ahora siento que no puedo más. Cada día aumentan esos momentos en los que siento más que nunca la soledad. Esos momentos en los que tengo que parecer más fuerte de lo que soy porque no quiero dar un mal día a quienes me rodean.
Todo mundo cree que el duelo y la tristeza dura un rato, que te pones mal y tocas fondo por unos meses y después sigues como si nada, normal otra vez, pero no es así. Hay días en dónde todo va tranquilo, hay días brillantes con momentos sórdidos y dolorosos, hay días dónde no quieres salir de la cama del dolor en el pecho.... No es lineal, es una tormenta, a veces refresca, a veces destruye.
No puedo respirar, cada día me cuesta más. Cada día miro tu foto y me duele más. Todo fue de golpe, sin avisar, sin pistas de lo que iba a pasar. Un día despertaras y ahí te volveré a abrazar. Dime como vivir ahora, como aprendo a estar sin ti en mi vida. Te extraño demasiado, y mi vida sin ti ha cambiado, para siempre y no hay vuelta atrás. Nunca pensé que te amaba tanto hasta el día de tu partida.
La psicología dice que para superar un duelo hay distintas etapas: negación, enfado, negociación, dolor emocional y, finalmente, aceptación. Creo que estoy atrapado en un bucle infinito entre la negación y el dolor emocional, vuelvo a empezar el ciclo, una y otra vez, sin llegar nunca a superarlo... Al perder un amor, sin importar lo que la relación haya durado, siempre tenemos que enfrentarnos no sólo al dolor de la pérdida, sino a todo lo que hemos depositado, consciente o inconscientemente, en el vínculo. Además, otra parte muy dolorosa es lograr reconocer el vacío que deja ese otro que ha ido...
Desearía que quisieras estar aquí. Pero supongo, que tan solo aceptaré el sueño y hacer que dure toda una vida... Hay días en los que tu ausencia pesa, días donde nada tiene sentido, y es cuando más deseo que estuvieras aquí.
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Editado: 14.10.2021