Preferencia para el nuevo
Y pensar que creí que eso sería todo lo interesante que me pasaría ese primer día.
Grave error, Tatiana.
A pocos minutos de terminar la última clase del día, la puerta se abrió, e ingresaron dos personas muy distinguidas en el colegio, La directora y el profesor de Gimnasia.
La directora, era una señora que no pasaba de los 50 años, aunque aun así, se vestía muy elegante.
El profesor de Gimnasia, era calvo y con una panza sobresaliente, ironías de la vida.
Ambos se quedaron en la puerta observándonos, y empezaron con su discurso pre-ensayado, sobre la disciplina, el comportamiento, y sobre todo— en mi opinión, innecesario— la pulcridad en la vestimenta.
Niñas con falda a cuadro color gris, de largo 5 centímetros más bajo de la rodilla, camisa blanca, manga larga, abotonada hasta el cuello y una corbatita a juego con la falda, medias largas hasta la rodilla y unos zapatos negros bien lustrados, solo era permitido tres tipos de peinados, trenza francesa, cola de caballo, y moño en el alto de la cabeza.
Sincerándome del todo, parecíamos unas monjas.
Claramente yo cumplía con lo descrito, el que no hiciera caso a la orden, era castigado, y si se te reusabas a obedecer, podía ser hasta suspendido.
Para los niños, zapatos negros, pantalón a cuadro gris, como la falda de las niñas, camisa blanca manga larga y abotonada hasta el cuello y corbata correctamente atada, en el caso de ellos, tenían permitido únicamente el corte 2.1, que quería decir, en la parte de arriba de la cabeza dos centímetros de largo y en los laterales un centímetro.
Si, súper chiquito, por lo general, a la mayoría de los chicos los castigaban por tener el cabello más largo de lo permitido.
El profesor panzón empezó a caminar al rededor del aula, supervisando si todos los estudiantes cumplían con lo requerido.
—Nombre —le dijo a una chica que tenía un botón de la camisa, suelta.
—Sandra Hubble —dijo con miedo.
Anoto su nombre en una libreta y le impuso el castigo de limpiar la biblioteca después de clases.
Camino hasta otro niño, que no llevaba corbata y le pregunto su nombre.
—Jefferson Gardener—le contesto desafiante.
—Cuida el tono con el que hablas —le dijo la directora, muy tranquila.
Este le miro mal, más no dijo nada, y por último se acercó al imbécil de Spencer.
—Usted por ser nuevo, tiene hasta mañana para cortarse todo ese cabello, por lo contrario quedará castigado —le dijo el profesor.
—¿Porque me tengo que cortar el cabello?—le dijo sin una pisca de temor.
Se escuchó un suspiro retenido y todo el mundo volteo a verlo con impresión
¡JAMÁS!
¡ESCUCHEN, JAMÁS!
NADIE LE HABÍA HABLADO DE ESA MANERA A LA DIRECTORA.
—¿Disculpe?, ¿Me está cuestionando? —le dijo la directora, impresionada por su comportamiento
—Tómelo como desee, señora directora, pero usted no me está explicando porque razón tengo que cortarme el cabello, me siento muy cómodo con el —Y este chico de dónde salió, recién llegaba y ya quería que lo sacarán a patadas del colegio.
Bueno, pues, mejor para mí.
—Es para mantener la disciplina y que los alumnos no se distraigan —le dijo muy segura de sus argumentos.
—Me enorgullece decirle entonces, que mi peinado, y mi forma de vestir, no interfieren con mi educación y comportamiento.—dijo todo tan educadamente, que no lo podían castigar por enfrentarse al sistema de control.
—Estoy de acuerdo, mi peinado y mi forma de vestir, no interfieren con mi educación y mi comportamiento—Jefferson, se levantó de su asiento y repitió las palabras de Spencer.
Una chica a la cual apenas conocia, también se levantó y repitió lo mismo, y así tres chicos más.
La directora y el profesor de Gimnasia, castigaron a todos los que se pararon a excepción de Spencer, con la excusa de que es nuevo y no sabe cómo funcionan las cosas en él colegio.
Cuando finalizó toda la rebelión, salí de clases sin darle importancia.
Unos cuantos nunca cambiarían el sistema.
—Me hubiera gustado levantarme, pero al ser la hija del alcalde, me tengo que portar con educación —se quejo Rose, al salir del colegio.
—Lo único que hubieras conseguido con eso, es un castigó, no vale la pena —le dije volviendo a subirme las estúpidas medias.
Uy nueva palabrota.
Me gusta, estúpidas, suena genial.
—Ya te dije que dejes de hacer eso —me tiró un manotazo
—Y yo ya te dije que las detesto —le repetí.
—Titi—canturreó una voz a mi espalda, ay no, ya viene el imbécil.
—¡No me digas así! —lo mire con recelo —¿Que quieres? —pregunte crusandome de brazos.
—¿Siempre es así de odiosa? —le pregunto a Rose.
Está solo se limito a encogerse de hombros y presentarse oficialmente —Soy Rose Marchatt, hija del alcalde y mejor amiga de la chica de las nubes —cuando dijo eso le tire un codazo—, diré Titi —le volví a tirar otro codazo pero está vez con una mirada amenazadora incluída —, digo Tatiana.
—La hija del alcalde —dijo como saboreando la palabra—, complacido en conocerte, ¿ya te habían dicho lo bonita que eres? —ese imbécil estaba coqueteando con Rose, estupido
Me hace sentir orgullosa que uses nuevas palabrotas.
Gracias, gracias.
—¿Que, que quieres? —le dije de malhumor, este chico me causaba repugnancia.