Pasado Entrelazado.
—No te quiero presionar, dime solo lo que estés preparada para contarme, lo entenderé —Murmuró en mi oído.
—No, está bien, ya empecé, lo voy a terminar —volví a tomar una gran bocanada de aire antes de proseguir—. El primer día de clases en ese nuevo colegio, no fue nada bonito, no tenía a Rose cerca de mí, la extrañaba mucho. Me tuve que sentar sola en un rincón de la clase, todos me veían como un bicho raro, ellos eran tan diferente a mí. Y no solo en sus acciones, más que nada en lo físico, en esa época, tenía algo de sobrepeso, y ellos me veían con mala cara por ello.
En ese momento, me daba bastante igual lo que pensaran sobre mi apariencia física, o por lo menos eso creí, hasta que me topé con una chica, Marissa. Fue la primera que se me acerco, fue la única que no me ignoro y que yo pensé que podría llegar a ser una gran amiga.
«—Hola, soy Marissa, un gusto. Podríamos ser amigas si tú quieres —me ofreció una mano, antes de sonreír y tirar su coleta hacia atrás.»
Pero toda esa fantasía termino en una semana. Simplemente dejo de hablarme de la nada, y empezó a evitarme como los demás y yo no tenía a nadie, así que la perseguía a todos lados, aunque me tratara mal, aunque me mandara a hacer cosas como si fuera su sirviente. Yo solo quería una amiga, y pensaba que ella era la única que me podía ofrecer eso.
«—Tatiana, apúrate, mi mochila no se mueve sola.»
«—Oye, gorda rodante, que te apure, la cafetería ya debe de estar llena.»
«—Es que nunca haces nada bien, te dije helado de fresa, no de Frambuesa, eres una tonta.»
Nadie entendía las verdaderas razones por las cuales le servía incondicionalmente, así que se propagó un rumor; se esparció de boca a boca, de oído a oído, sin siquiera preverlo llego hasta mí, esas palabras que me torturaron durante todo ese año.
«Le gustan las chicas.»
«Está enamorada de Marissa.»
«Es lesbiana, que asco.»
Claramente nada de lo que decían era cierto, pero no tenía forma de demostrarlo.
Gracias a ese rumor, la ira de Marissa cayó sobre mí, y empezó a tratarme aún peor.
«—Así que por esa razón siempre estás aquí, bruta —me miro con asco y me tiro el contenido de su botella de agua, que me empapo por completo.
—Te juro que no es cierto, solo quiero ser tu amiga, no me gustan las niñas.
—No te creo nada, que asco me das, jamás, jamás, jamás, estaría con una chica. Agh, es de lo peor. Olvídate de mí, gorda marimacha.
—Pero…
—Pero aun así no te salvas, tienes que hacer mucho para compensarme esta ofensa, anda corre y tráeme una malteada de chocolate de la cafetería, y tú la pagas, a partir de ahora será así.»
De esa manera me tuvo varios días, de arriba a abajo, haciéndole más mandados que antes, hasta que conocí a otra persona. Álvaro, que me hizo entender que yo no debía estar detrás de ella.
«—Ya deja de hacerle los recados, no eres su esclava.
—No, está bien, no me molesta.
—No, no está bien, a mí si me molesta, no mereces esto. Ven conmigo —Me tomo de la mano, y me llevo con él a la biblioteca, desde ese día, ese se volvió nuestro lugar de encuentro.»
Él me ayudo a salir de ese ambiente tan tóxico; me acompaño en las clases, me ayudo en los estudios, que había empezado a dejar de lado, fue mi apoyo y mi soporte por los meses siguientes, hasta que me entere de que solo se juntaba conmigo porque había hecho un reto con sus amigos. Él solo quería demostrar, que podía enamorar a todas las chicas, incluyendo a una “Lesbiana” suena muy cliché, lo sé, pero me paso, y me dolió como no sabes.
«—Álvaro, eres el único que cree en mí, eres mi único amigo, confió en ti y cr-creo que me gustas —esa última oración la solté rápidamente, entrecerré los ojos y espere su reacción.
Se quedó mirándome un momento y luego me sonrió— ¿Podrías volver a repetirlo, por favor?
—Me gustas Álvaro —repetí con una inmensa sonrisa en el rostro, volvió a devolverme la sonrisa.
—Perfecto —me dijo, dándome una palmada en la cabeza—. Gracias por no ser lesbiana, ahora ya tengo las pruebas suficientes para conseguir mi PlayStation.
— ¿D-De que estas hab-hablando?
—Ay Tatiana Morgan, solo me junte contigo y te trate bonito, para poder demostrar que todas las chicas caen en mis encantos ¿Acaso creíste que en serio existen chicos que pueden tratarte de esta manera tan especial como te trato yo? Claro que no, nada es real, aprende de una vez, no confíes en las personas, siempre mienten.»
Creo que a pesar de las humillaciones públicas de Marissa, a pesar de sus burlas junto a sus amigas, y a pesar de todo lo malo que me hizo, nada se compara al dolor que sentí al saber del engaño de Álvaro.
Él era todo lo que yo creía que estaba bien; la única persona en la que confié y jugo conmigo de la peor forma posible. Y eso no fue todo, él había grabado el momento exacto en donde le decía que me gustaba, y se los había enseñado a todos los que se burlaban de mí, ellos empezaron a atacarme gracias a eso.
Me insultaban todo el tiempo, los apelativos «Lesbiana malograda» «Gorda horrorosa», y «pelota ilusa» fueron las que más usaron en mi contra, juro que no podía más con lo que me decían, y no es como si pudiera quejarme.
Resultaba que Marissa era la sobrina del directo de la escuela, así que a pesar de que fuera incontables veces a acusarla por la forma en que me trataba, nunca hacían algo al respecto y me canse, me canse de todo, y se los dije a mis padres. Ellos me creyeron de inmediato, y volvimos aquí, pusieron una denuncia contra el colegio, pero nunca procedió, desde esa vez, no volví a ser la misma.