Tu mano y la mía.
Rose por instinto de supervivencia, envolvió su mano alrededor de mi muñeca, deteniéndome de cualquier posible asesinato que pudiera cometer. Trate de moverme, pero esta solo apretó más su agarre. Le lancé una mirada amenazadora, pero ella solo me devolvió una aún más filuda.
Tome una gran bocanada de aire, antes de poner mi mejor sonrisa.
— ¿Qué quieres? —le respondió Rose educadamente.
—¿Qué, que quiero? Pues nada.
—No me jodas Jefferson, si no quieres nada, largo —le gruñí.
—Bueno si lo pones así, tal vez sí que quiera algo.
—Habla de una vez —lo reté con la mirada.
Sonrió gustoso y dio pasos largos hasta posicionarte frente a mí, acercó su rostro al mío, tratando de intimidarme; pero claro, no lo logro.
Después de haberlo visto repleto de vómito, cualquier tipo de respeto, o miedo que pude llegar a sentir por él se desvanecía de inmediato con solo recordarlo.
Incline más, la cabeza hacia atrás y fije mis ojos directo a los suyos.
Con los brazos cruzados encima del pecho, le puse una mueca desafiante, como quién dice: “Ven que no te tengo miedo”
—Puede que quiera algo como… —extendió la mano tratando de tocarme el rostro. Estaba por apartarlo bruscamente de un manotazo, pero antes de que pudiera hacerlo. La mano de Spencer se posó en su hombro y lo empujó con tosquedad.
—Invades su espacio personal —le dijo muy serio.
Spencer serio, se ve muy lindo, bueno también se ve lindo cuando sonríe; y cuando llora, y cuando se enoja también.
Spencer se ve lindo con cualquier expresión en su hermoso rostro.
Ay Tatiana ya cállate, suenas como una boba sin neuronas.
— ¿Y? —se encogió de hombros.
— ¿Y? —repitió como si no se lo creyera—. No te acerques Gardener, ni a ella, ni a Marissa, ¿Me escuchas?
—Si te escucho, pero no me importa.
—Tiene que importarte —se cruzó de brazos y lo miro desafiante.
— ¿A si? —se mofó— Pues fíjate que no lo hace.
—Vale, Vale. Creo que ya es hora de volver a clases —Rose se puso entre los dos y los alejó. Ellos sin querer habían acordado la distancia en la que estaban.
—Sí, ya vámonos —creo que fue más un acto de autoprotección, o eso es lo que quise pensar, cuando entrelace la mano de Spencer con la mía, y lo jale para que nos fuéramos.
Spencer bajo la vista a donde nuestras manos se unían y esbozo una sonrisa, antes de volver a levantar la cabeza, y asentir, ahora jalándome él a mí.
No había pasado ni dos segundos desde que habíamos decidió irnos, cuando volvimos a escuchar la voz de Jefferson detrás de nosotros.
—Bonitas piernas Tatiana, aunque se verían mucho mejor entrelazadas en mi torso, y tú labios gim… —no alcance a oír eso último porque se detuvo de golpe.
Y en serio me refiero a golpe.
Spencer se había liberado de mí tan rápido que no pude detenerlo. Se acercó casi corriendo donde Jeff y le tiro un puñetazo con fuerza. Como si tuviera muchas cosas guardadas, y con ese golpe las soltara todas.
Jefferson perdió el equilibrio y cayó al piso de inmediato. Rose ahogo un grito, antes de acercarse corriendo hacia él.
Se arrodilló a su lado y tomo su cara con ambas manos—. ¡¿Qué haces hecho Spencer?! —le resondró sin despejar su vista de Jefferson, analizando su rostro en busca de algún moretón. No tuvo que buscar por mucho tiempo, ya que el golpe que había recibido, le había dejado la mejilla roja, seguro se le ponía morada dentro de un rato.
—¡Lo voy a matar! —murmuro tratando de que Rose lo soltara, pero esta lo tenía muy bien retenido.
Estaba un poco desorientado, veía para todos lados, como tratando de enfocar algo, luego se nos quedó mirándonos a ambos.
—¡Corran maldita sea! —nos gritó exasperada.
Oh no, si Rose decía una mala palabra, o una maldición, era porque la cosa iba muy, muy en serio.
Spencer se quedó algo desconcertado, cuando lo tome de la mano por segunda vez, y emprendí la huida.
Sé que me iba a arrepentir de esto, pero era necesario. Teníamos que huir del colegio.
Corrimos hasta la salida, pero para nuestra mala suerte ahí estaban dos profesores hablando, no podíamos salir así de fácil, ¡Rayos y centellas!
Solo queda esperar a que toquen la campana que indica el fin del receso y se vayan a dictar cada uno sus clases respetivas.
Mire a ambos lados buscando un lugar para escondernos. Divise a poca distancia nuestra, el cuarto de limpieza, y sin pensarlo dos veces, abrí la puerta. Lo empujé dentro de la habitación, que más parecía un armario, y luego entre yo, con sumo cuidado.
—¿Por qué huimos? —pregunto Spencer algo perdido.
Yo que tenía la mirada fija en la puerta, rezando por que el conserje no se le ocurriera llegar ahorita, volteé la cabeza hacia él. Estábamos demasiado cerca, no recordaba que este lugar fuera tan pequeño, o quizás nosotros éramos muy grandes, de todos modos, su cercanía me estaba poniendo los nervios de punta.
—¿¡Por qué más?! —Pregunte irónica—. ¡Le tiraste un puñetazo!
—Eh… si, ¿Y eso qué?
—¡¿Cómo que, qué?! Es Jeff, te va a matar cuando te encuentre, ¿Eres estúpido o que rayos te pasa?
—Vale, entiendo que esté preocupada por mí, titi —me sonrió tiernamente, y se acercó más a mí—. Pero no sucederá nada, lo peor que pueda pasar es que me encuentre y trate de devolverme el golpe. ¿Y eso qué? Sé defenderme, no me puede hacer nada, sé luchar. En todo caso deberías estar asustada por él, como lo vuelva a oír diciéndote algo así, a ti, o a cualquier otra chica, le voy a romper la boca.