Capítulo 6
Cuatro años después:
Por fin había terminado de ordenar el jardín, puse algunas plantas bastante altas en el fondo y algunos arbustos en las esquinas, todo estaba radiante, menos yo, estaba repleta de tierra y sudor (ya que era un día bastante soleado y caluroso).
Entré a la cocina y busqué un poco de agua fresca. De repente escucho la voz de mi pequeño Daniel (bastante grande ahora, ya que cumplio hace muy poco 6 años).
El decía que quería mostrarme las palabras en español que había aprendido en la escuela, ya que vivimos en Argentina desde hace un año.
Luego de escucharlo por unos minutos dijo que volvería a su habitación para seguir con su tarea. Luego de terminar mi vaso con agua me dirigí al baño para poder tomar una ducha.
Eran las 5 de la tarde y estaba algo cansada luego de tanto trabajo, por lo que decidí tomar una siesta. Llegué a la habitación y me recosté en el suave colchón.
Comencé a sentirme muy cansada, y mis párpados pesaban, así que me deje llevar por la fatiga.
Tiempo después comencé a escuchar una voz, como si alguien me llamase, intuí que era Daniel pero luego de unos minutos retracte ese pensamiento ya que esa voz me llamaba por mi apellido de soltera. Traté de abrir mis ojos pero no podía, seguir intentando hasta que pude. No veía nada debido a la oscuridad de donde sea que estuviese.
Comencé a gritar si había alguien más, porque definitivamente no estaba sola.
-¿Hola?, ¿hay alguien aquí?- hable bastante alto para que si alguien estuviera cerca me escuchase.
Caminaba en busca de ayuda y explicaciones de dónde y porqué estaba ahí. Seguí caminando hasta que me encontré con un hombre mayor y una muchacha que parecía tan solo uno años mayor que yo.
Ellos comenzaron a explicarme qué hacía allí, decían que habían invocado mi espíritu o algo así y que tenía que contarles algo sobre una niña y Fortunato. Creo que el sol de esa tarde me afectó más de lo que creía, esto no es real, es por el golpe de calor.
-Mamá, ¿qué fue lo que pasó con mi hermana?- preguntó el anciano mie¿random a los ojos, -¿qué fue lo que le pasó a Marianne?- y como si no tuviese sentido de la razón, las palabras salían inconscientemente de mi boca.
-Tu padre la mató- después de decir aquello pude reconocer al anciano, era Daniel, mucho mayor claro, pero era el.
Ambos se miraban sorprendidos, por lo que decidí hacer una conversación.
-Ha pasado mucho tiempo mi pequeño, ¿quien es la muchacha a tu lado?- dije con curiosidad.
-Soy su tataranieta, Michelle Bristol- mencionó de inmediato la joven, por lo que la observé sorprendida.
No podía ser cierto, todo esto es por la insolación, o tal vez es por los problemas del pasado reflejados en mis sueños, si, definitivamente esto-no-es-real.
-¿Qué fue lo que le pasó a papá?, ¿en verdad murio por cancer?-preguntó Daniel dulcemente.
-Yo lo mate, luego de que matara a mi niñita estando borracho, puse mi plan en marcha, decidí que me desharía de él sea como sea, lo mate y lo escondí tan bien, que por más que buscaron no encontraron pruebas ni testigos, mi plan salió mejor de lo que esperaba- dije otra vez sin pensarlo, es como si intentar mentir por más poco que fuese estuviese prohibido.
-Es por eso que salía de casa temprano y volvía por la tarde, ¿verdad?- pregunto.
-Sí hijo, durante mucho tiempo la investigación impide que nos mudemos a Argentina, pero cuando todo terminó no dude ni un segundo en comenzar con la mudanza- le conté a Daniel.
-Sé que fue por el bien de los dos mamá, gracias. Fue muy lindo verte y poder hablar contigo una vez más , después de tanto tiempo comenzaba a olvidar tu voz, te quiero y mucho, pero ya es hora de irnos- dijo Daniel despidiéndose.
-Esperen, ¿irse a donde?, quédense un poco más, por favor, no quiero estar sola en este lugar- dije tratando de retenerlos un poco más.
-Lo siento mama, te extrañare mucho, adios- dijo Daniel con un tono triste mientras agitaba su mano en forma de saludo.
-Adios hijo-
Luego de despedirme ambos dijeron un frase al unísono:
-Vale nos, Margareta Lander-
En ese instante comenzaron a desvanecerse en el aire y mis párpados volvían a pesar, un cansancio inmenso me invadió.
Sentía como algo o más bien alguien daba pequeños toques en mi brazo. Abrí mis ojos lentamente, mire por la ventana, ya era de noche, ¿cuánto tiempo había dormido?
-!Mamá¡, por fin despiertas, pensé que algo malo te había pasado, además hablas dormida, ¿tuviste un sueño malo?- mi pequeño Daniel se veía algo asustado.
-Estoy bien pequeño, y con respecto a mi sueño… no lo recuerdo a decir verdad, había una joven y un anciano y me hablaban de algo que no recuerdo muy bien, pero estoy segura de que no era nada malo- la preocupación desapareció de su rostro ante mis palabras.
-Bueno…¿qué quieres cenar?- pregunte cambiando de tema.
-!HELADO¡- contestó muy alegre y seguro, a lo que yo reí levemente.