Los días pasaron con lentitud y con ellos las semanas, no tenía noticias de él, y tampoco había intentado comunicarme para saber cómo se encontraba pues quería darle su espacio.
Cierto día mientras trabajaba en la oficina sonó mi interno se me avisaba que un hombre me buscaba:
- Pero quien es?- le pregunté a mi secretaria.
-Dice que es el Teniente Coronel, que ya sabes quien es.
- Déjalo pasar - le respondí, me puse un poco nerviosa pero mantuve raya mis emociones, ya tenía experiencia en eso.
La puerta se abrió y entró él, era la primera vez que lo veía con ropa de civil tenía puesto unos jeans con una camisa blanca, había adelgazado un poco pero aún así conservaba sus músculos no tenía el típico corte militar ya que su cabello había crecido un poco y le era muy favorecedor, se veía en general hermoso.
- Teniente, Qué agradable verte! - le sonreí, mientras lo saludaba.
- Soliange- me saludo él.
- Cuéntame, a qué debo el honor de tu visita?
Lo inste a que tomara asiento y solicité a mi secretaria que le trajera algo de tomar mientras me senté en la silla que estaba a su lado.
- Sólo quería verte, ver cómo estabas - me dijo yo lo notaba un poco inseguro como si se preguntara qué estaba haciendo allí.
Yo no iba a desaprovechar la oportunidad iba a hacerlo sentir bien, que se relajara y que volviéramos a hablar como los tiempos pasados. Y así fue, gradualmente se fue relajando y conversamos animadamente, parecíamos viejos amigos que se reencuentran, charlamos, reímos y hablamos de cosas superfluas.
Pero no todo sería felicidad porque llegado el momento la mirada de él se puso en una pequeña mesa que se encontraba en una esquina en la cual había una fotografía en la que salía con mi padre en una reunión de gala, su expresión cambio totalmente y la hostilidad que mostró tiempo atrás hacia mi padre sale nuevamente a la superficie que cuando me habló lo hizo de forma despectiva.
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Editado: 14.08.2021