Narra Sebastián Bullock
Lunes 14 de noviembre del 2016
Samuel se ha restablecido de una forma extraordinaria. Despertó cuanto todos lo daban por paciente perdido y se incorporó tan pronto lo hizo. Para todo el personal que lo asistió fue tan sorpresivo e increíble su milagrosa recuperación que algunos empezaron a decir que quizás su estado solo fue alucinación de todos, otros alegaban que la mano divina del señor pasó sobre él y lo salvó. Y aunque no fue Dios quien brindó su mano, en definitiva, la vida de mi hermano ha sido reanimada por Arioch, no sé qué le ha hecho, ni cómo lo ha salvado, pero en realidad en estos momentos es lo que menos me importa, si su ayuda significa que mi hermano no sufra y esté a salvo, haré y aguantaré lo que sea.
Faltan diez para las once de la mañana. Selena y yo habíamos sido obligados a regresar a casa a eso de las tres y cuarto de la madrugada, para ese momento Samuel ya se encontraba despierto, confundido pero vivo. A pesar de la hora nos dejaron pasar a verlo unos minutos, lo suficiente para todos pudiéramos confirmar su increíble mejoría. No obstante, luego de eso fuimos enviados a casa. Mis padres se quedaron junto a Samuel en el hospital, a pesar de su recuperación los médicos debían realizarle varias pruebas para estar seguros de que no fuera a recaer.
A pesar de que estaba seguro de que mi hermano sería dado de alta pronto, no pude pegar un ojo en toda la noche. Mi mente estaba revuelta con todo lo sucedido, porque a pesar de querer evitar pensar en el modo de realización de su milagro, me resultaba imposible hacerlo. ¿Quién era él? ¿Qué es lo que quiere de mí? Esas fueron las interrogantes que no me dejaron dormir. Sin embargo, al mismo tiempo temía de las respuestas.
Me agobiaba pensar cómo me había metido en semejante problema en menos de dos meses. Me encontraba todo injusto y desafortunado; sin embargo, lo peor era que no tenía idea de cómo librarme, sé que mi destino está sellado, quiero evitarlo, pero no tengo idea de cómo, tampoco a quién acudir, estoy acorralado, como un cerdo en el matadero, desconozco cuando será, pero sé que llegará.
Tomó una gran bocanada de aire mientras me dejó caer en la cama boca arriba para luego expulsar todo. Estoy cansado, pero es un cansancio distinto, más que físico me siento agotado mentalmente.
Con mi mirada fija en el techo blanco hueso de mi recámara empiezo a contar. Quiero liberar mi mente de pensamientos que no me llevan a ningún sitio. Poco a poco voy consiguiendo mi objetivo, y tras llegar al número treinta y cinco de mí se escapa el primer bostezo de somnolencia y junto a esto mi voz empieza a bajar y mi cuenta a ralentizarse hasta que sin darme cuenta me quedo dormido.
*** TIEMPO DESPÚES ***
Fui despertado por Bertha unas horas más tarde, mientras me llamaba para comer, no había desayunado ni cenado la noche anterior; sin embargo, en cuanto se percató que estaba durmiendo se disculpó y ánimo para que continuara, pero me fue difícil volver hacerlo. A diferencia de mi hermana, quien sí tuvo que asistir a clases para tomar un parcial que no podía darse el lujo de perder yo pude gozar del privilegio de quedarme en casa.
Baje para comer alrededor de las dos de la tarde, una vez me había terminado de duchar. Hablando con nana me enteré de que Samuel y mis padres regresarían en una hora, lo que me hizo suspirar de alivio.
Según los chicos, la cosa en la escuela están más que tranquila. Durante aproximadamente una hora estuve hablando activamente con ellos, pero luego el chat se apagó, no insistí porque sabía que estaban en clases. Me habían asegurado que Rubí no había asistido hoy, pero que el director llego como de costumbre.
En estos momentos son las cuatro y media. Me encuentro sentado en una de las sillas columpio del patio de mi casa mientras observo el celular. Arioch me dijo que me llamaría; sin embargo, no especifico cuando por lo que siempre debía estar pendiente.
Hoy mi hermano y yo tuvimos que haber ido a la comisaria, sin embargo, como no hemos asistido ni llamado para explicar nuestra ausencia, sé que nos traerá más problemas luego. Observo el chat de Joseph en mi celular mientras me cuestiono si saludarlo o no. No he hablado con él desde lo ocurrido el otro día, pero sé que ha llegado bien por los chicos. Me encantaría hablar con él, pero luego de todo lo que me dijo en su casa, no quisiera molestarlo, así que suspirando salgo del chat y codifico el celular para luego fijar mi vista en el cielo.
Estaba a punto de perderme en mis pensamientos cuando de repente Bertha hace voz.
— ¡Sebastián! —Me llama por lo que me enderezo y volteo la vista hacia la puerta de la cocina que conecta con el patio. — ¡Sebastián! —Vuelve a llamarme, por lo que me pongo de pie y empiezo a acercarme.
— ¿Sí? —Pregunto al momento de entrar a la cocina, encontrándome con ella haciendo lo mismo. — ¿Me llamas nana? —Inquiero mirándola.
—Te busca una jovencita. —Anuncia, frunzo el ceño confundido. —Está esperándote en la sala. —Continúa.
—¿Quién es? ¿Te ha dicho? —Curioseo extraño. No soy de muchas amigas, por lo que la visita de una me genera curiosidad.
—Me ha dicho que es la escuela. —Dice encogiéndose de hombros.
— ¿Cómo es?
— ¿Por qué no vas y lo averiguas? —Me incita mostrándome una sonría llena de picardía. —Es la niña más linda que he visto en mucho tiempo. —Comenta guiñándome un ojo sin quitar esa sonrisa burlona, para luego dame un leve empujo, alentándome a que prosiga mi camino a la sala. Sin embargo, no era necesario, tan pronto dijo lo último, salí disparado. No podía creerlo, así que necesitaba confirmarlo.
En el momento que llego a la sala, ella, quien se encontraba sentada en medio del sofá más grande, se pone de pie, mientras yo me dedico a observarla en silencio unos minutos, no lo podía creer.
#4577 en Thriller
#1798 en Suspenso
#1153 en Paranormal
misterio suspenso paranormal, amistad miedo venganza, mentira secretos dolor muerte
Editado: 03.03.2024