No volví a ver a la chica de la coleta torcida en lo que restaba de semana desde nuestra breve conversación en lo que yo creía que era "el club de lectura".
La directora fue tajante respecto a su opinión cuando le pedí unirme al resto de actividades del club: yo no pertenecía a ese programa y por lo tal no debía ir a sus actividades como si lo hiciera. Según ella, eso podría confundir e incluso inestabilizar a algunos alumnos del programa, lo cual no era recomendable ni para ellos ni para mí.
Yo no comprendía del todo esa lógica, pero tampoco me animaba a rebatirla. Ya en bastantes líos me había metido…
¿Qué tenían ellos que los trataban como si fueran de cristal? Sabía que aquellos que asistían tenía problemas en el instituto, pero desconocía si eran problemas lo suficientemente graves como para tener a la directora en tal nivel de preocupación. Yo solo quería ser amistoso y relacionarme con ellos —O bueno, más bien solo quería relacionarme con uno de ellos (de momento): con Ella—.
De todos modos eso ya no importa porqué hoy por fin es Miércoles, lo que significa que volveré a verla en el programa y tendré una nueva oportunidad de descubrir su personalidad.
Esta vez estoy decidido a entablar una conversación más larga con ella y tratar de descubrir un poco más de su persona, sin irme por las ramas, más directamente —tal y como soy yo de normal—.
Durante la semana la he podido observar alguna vez por los pasillos, siempre sola y distraída con su móvil o escuchando música con sus auriculares. Caminaba con la cabeza baja, aparentemente muy despistada y a veces parecía que hablaba sola por el constante movimiento de su boca pese a estar caminando completamente solitaria.
Entré a la sala de reuniones del club y observe el reloj.
10:35
Había llegado puntual, pero ella no estaba.
Aún.
Tenía el presentimiento de que llegaría. O puede ser que simplemente lo esté deseando tanto que este confundiendo el concepto de la esperanza con el concepto de presentimiento.
De todos modos ayudo a Víctor a preparar algunas mesas con juegos para hacer tiempo y elijo la más alejada de la puerta —la más intima— para preparar el común juego de "La Oca", que no necesita de demasiada concentración y es sencillo para que cuando Ella llegue no le quede de otra que ponerse conmigo.
De repente me siento levemente nervioso, incluso podría asegurar que me sudan levemente las manos. Estoy resultando ser un tanto obsesivo con esta chica de la coleta torcida y eso es un sentimiento nuevo para mí. No quiero que ella piense que soy raro o que estoy obsesionado con ella y entonces se aleje de mí.
Vuelvo a revisar la hora, ahora más nervioso e impaciente que antes.
10:55
Han pasado veinte minutos y ella aun no ha llegado. Si llega ahora no tendremos más que quince minutos para hablar y eso no es suficiente para llevar a cabo mi plan de conocerla mejor y averiguar cosas de su personalidad.
¿He estado esperando toda una semana para tan solo quince minutos de su tiempo?
Empiezo a impacientarme y a preocuparme levemente, aunque sé —muy en el fondo— que solo estoy siendo paranoico y obsesivo porqué... Ni siquiera sé porqué.
¿Le habrá pasado algo malo?
¿Estará llorando de nuevo?
La bibliotecaria (una chica rubia de pelo corto y gafas redondas) me mira con los ojos entrecerrados desde su escritorio y yo me encojo en mi asiento.
Sé que no es precisamente lo más normal estar solo en una mesa, con un juego, cuando hay mesas enteras de estudiantes con los cuales relacionarse; pero estoy esperando a que Ella llegue.
Tiene que llegar.
La bibliotecaria se levanta de su escritorio y se dirige hacía mi.
—¿Eres el amigo de Adara? —me pregunta y yo frunzo el ceño.
#9837 en Joven Adulto
#39395 en Novela romántica
primer amor, amor adolecente, amor amistad romance juvenil primer amor
Editado: 19.12.2019