Rick
Mis ganas de asistir al Instituto en una escala del 1 al 10 eran -85. No iba a ir, me negaba a aparecerme por allí ese día, me sentía lo bastante irritada y avergonzada como para no querer ver ningún rostro conocido a mi alrededor, pasar otro día encerrada en un baño hediondo no estaba en mis planes, deseaba, no, aclamaba por un poco de paz ese día, mi ruta cambió un poco en cuanto estuve lo suficientemente lejos de mi casa como para no ser atrapada, sabía que en el instituto no llamarían a mis padres por el simple hecho de que era una alumna ejemplar y si faltaba siempre llevaba un justificativo al día siguiente, nada me iba a costar falsificar una nota, Jane era una experta en esa clase de cosas.
El gran cartel del bar-café Candy's apareció en mi radar al cabo de unos minutos, viendo la entrada estilo vintage que llevaba el lugar recordé que ese era el lugar favorito de Alina, ella y Jane probablemente eran las únicas personas que estaban en mi lista de personas aceptadas para estar conmigo ese día, por lo tanto saqué mi teléfono de mi bolsillo y fui directo a mi lista de contactos antes de buscar su número y comenzar a llamarla. Aún faltaba un poco para que el instituto comenzara y no creía que ella tuviera algún problema en acompañarme un rato. Hola soy Alina y en este momento no puedo atenderte, el maldito buzón de voz. Sin pensármelo demasiado volví a marcarle, pero no obtuve un resultado diferente. En cuanto estaba por intentar comunicarme con ella por tercera vez una persona llamó mi atención.
—Miren a quién tenemos aquí... Becky Torne.
¿Es que era demasiado pedir tener un mísero día de paz?
—Ricardo —mascullé tragándome el miedo que comenzaba a surgir desde mi interior.
—Rick bebé, Rick —dijo un tanto molesto, haciendo sus dientes rechinar. Me contuve a tocar mis dientes sintiendo el dolor como el mío propio.
—Rick —susurré.
—Muy bien —lo vi sonreír y di un paso hacia atrás alejándome de él con disimulo— ¿Escapando de la realidad, bebé? —preguntó mientras levantaba una de sus cejas, dio una calada a su cigarrillo y volvió a sonreír dejando escapar el humo entre sus dientes. Si hubiera estado en un cuento fantástico él probablemente hubiera sido un dragón feroz acechando a su presa.
—Se podría decir que sí —dije dando una mirada a mi alrededor en busca de una salida rápida.
Viéndolo de reojo noté que terminó su cigarrillo y lo lanzó al suelo para apagarlo con una pisada, sentí la tensión en el aire mientras un silencio se extendió entre nosotros. Y al final, él lo rompió, aunque hubiera deseado que no lo hiciera—¿Te llegó mi mensaje? —preguntó.
Me pude evitar voltear a mirarlo, segundos antes de desbloquear mi teléfono con cautela e ir hacia los mensajes que tenía en mi buzón de entrada. Bufé por lo bajo al ver más de cien números diferentes allí.
—Termina en 5670 —agregó algo ansioso, lo miré fugazmente sintiendo mis mejillas calentarse por un momento, pero oculté mi rostro de inmediato tras mi cabello esperando que mis reacciones nerviosas no me hicieran dar una impresión errónea.
Tardé bastante, pero llegué al mensaje y sin dudas lo abrí.
¿Cogemos? -Rick
Simple y conciso, directo al grano sin preámbulos. Expresivo tal como un poeta.
Lo miré con los ojos abiertos de par en par y el me veía con expectación, toda su altura y su facha de maleante me revolvía el estómago y no de una buena manera, si algo hacía Rick era dar miedo con su mera presencia.
—¿Y? ¿Qué dices? —preguntó realmente pareciendo confiado en que mi respuesta iba a ser positiva, y si su expresión libidinosa con una sonrisa ladeada no me lo advertía el hecho de que pasara sus brazos a mi alrededor tomando mi cintura con total libertad lo confirmó.
—¡No! —chillé histéricamente y tiré de mi cuerpo hacia atrás escapando de su agarre, pero claro que él volvió a acercarse—No te me acerques más, quieto —dije a medida que ponía mi mano libre de teléfono frente a mi cuerpo como si fuera un gran escudo protector.
A costa de todo lo que pensé él no se enfadó, ni mosqueó ante mi negativa, sino que sonrió con aparente diversión—Vamos Becky, tú sabes que soy tu mejor opción.
Ego, ego, ego... Aunque, sin embargo, entendía su autoestima elevado, él podía dar miedo hasta cagarse pero no se podía negar su atractivo letal.
—¿Mi mejor opción? Tú mi amigo, das miedo —Y no pensé hablar con tanta sinceridad, pero digamos que mi lengua a veces no pedía permiso a mi cerebro antes de actuar. Igualmente no me arrepentí de lo dicho, podía ser un morenazo con cuerpo de muerte y todo, pero no dejaba de ser Rick Herber el matón.
—Puede ser, pero aun así soy el chico más caliente que se te ha ofrecido —respondió con una mueca de superioridad. Mi subconsciente no pudo evitar traerme una imagen de Christian a la mente, él también era considerablemente... no, él no, me negaba a alagarlo una vez más aunque fuera en mi mente. Becky interior, eres mala.
—Aun así, la respuesta es no —dije tomando una pizca de valor para huir de él, tenía fama de psicópata y aunque no me gustara escuchar rumores, aquel que decía una cosa muy perturbadora sobre él me atormentaba cada vez que lo veía.
—Amo los desafíos —gritó a mi espalda mientras caminaba rápidamente hacia mi auto.
¿Desafíos? ¿De qué estaba hablando?
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Editado: 23.07.2020