"¿Era correcto pensar en que algún día todo cambiaría?¿Era correcto pensar en un final feliz? "
-- Hoy vendrás conmigo.
-- ¿A donde iremos, Señor Dorian? -- Pregunto Maurice curioso, Ya llevaba ahí 5 días exactos y no había hecho más que sentarse en la Oficina de Dorian haciendo uno que otro mandado, y aún así seguía sin entender de que iba a trabajar exactamente. Habían muchas cosas raras respecto a aquel lugar. El edificio era grande, tenía alrededor de 7 pisos. Pero Dorian se había encargado de dejarle completamente claro que a partir del tercer piso era zona prohibida y que cualquiera que se atraviese a pasar podría sufrir muy graves consecuencias.
Según lo que había entendido no era el único edificio bajo el mandato del Señor Claver, habían 6, el resto estaban bajo cargo de su Padre, el Señor Alfons Reimahn.
-- Iremos a mi casa, tengo un par de cosas que hacer ahí -- Menciono mientras seguía revisando un par de papeles sobre su escritorio -- Y no me digas 'Señor Dorian', es molesto -- Soltó con desagrado.
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Después de un rato llegaron a la casa de Dorian, desde fuera pudo notar que era enorme no podría no compararse con su pequeño apartamento, estaba realmente asombrado y Dorian lo noto, así como noto cada una de las miradas que Maurice le daba mientras caminaban.
-- ¿Te gusta? -- Sonrió curioso, Dorian llevaba puesto un par de gafas que le sentaban muy bien y Maurice no quería dejarlo pasar por alto.
-- Esas Gafas le quedan muy bien -- Sonrió con ternura mientras un Dorian confundido agradecía el cumplido. Pues mentiría si dijera que todo eso no le causaba confusion, pero dios.
Maurice definitivamente había disfrutado la caminata, pues Dorian vivía algo alejado de la ciudad, gracias a eso todo lo que se podía apreciar era naturaleza y el cielo mostrando sus hermosos colores. Le recordaba a esos veranos en los que salía a pasear con sus padres y compartían un pequeño picnic. Mientras su padre leia y su Madre pintaba el hermoso atardecer.
-- Es... -- no pudo terminar debido a lo asombrado que estaba, aquella casa era preciosa y el jardín, el jardín era de las cosas más hermosas que había podido presenciar en su vida. Tenía una sonrisa demasiado inocente, de esas las cuales es imposible no contagiar.
Dorian al notar como el contrario ya se encontraba descalzo en el jardín decidió seguirlo ¿Que podría salir mal? Inconcientemente se fijó en como el reflejo del Sol golpeaba de forma preciosa los ojos color almendra del contrario. Como sus pálidos dedos intentaban tocar el cielo. Y de pronto todo el trabajo había quedado en el olvido, pues ya se encontraban los dos dando vueltas sobre el verde pasto.
Cansados se recostaron en el Jardín el uno junto al otro. Maurice de pronto sintió aquellas Mariposas de nuevo y sonrió, ¿Seria bueno si le contara a Dorian? ¿El sabria porque se causaban?
Su madre solo le había contado que era de las sensaciones más lindas que podían existir, pero tal vez lo haría otro dia.
-- Su nombre me recuerda a un libro, ¿Sabe cual es?
-- Si, pero es repugnante, es una de las razones por las cuales me desagrada.
Maurice prefirió no seguir, algo dentro de el le decía que era suficiente por el momento. Algo le decía que si seguía nada saldría bien. Y mientras estaba sumido en sus pensamientos Dorian se levantó silenciosamente y después de entrar a la casa de nuevo, desapareció.
Se había ido.