Capítulo 3
Me encuentro en lo que al parecer fue el bosque, todo está muerto, devastado; hay cenizas por doquier, parece ser que también había fuego dentro de la gran ola.
Miro a mi alrededor, muertos por doquier, me dirijo donde estaba el árbol pero se redujo a nada puedo ver que aún hay personas con vida y me pregunto dónde está la niña su madre las busco y encuentro, son solo cadáveres…
John decidió detenerse por el niño, de inmediato el chico trepó hasta donde más pudo, yo lo acompañe pero no pude subir tanto como él.
Era tal como Elí lo había descripto, logro ver como todo empezó a hacerse gris y la gran ola se formó, nos quedamos aferrados fuertemente al árbol cuando llegaron las personas y tal como ella lo había dicho nosotros ayudamos a que subieran. Pero John se percató que esa no era la solución, por ello comenzó a gritar con desespero.
—¡Bajen! ¡Bajen del árbol ahora! ¡Bajen, bajen! ¡huyan lejos, corran!
Las personas estaban desesperadas por subir, no escuchaban nuestros gritos, luego caímos y fuimos aplastados por el tumulto de gente, apenas si podíamos respirar. “Creí que moriríamos allí”. Todo se tornó negro y sofocante tanto que me desmaye.
Al despertar vi la escena que la señorita había descrito, busque a Charlie y al profesor, estaban bien, al igual que yo se habían desmayado, John le vendo los ojos al niño con un pañuelo “No quería que viera la trágica escena” todo reducido a cenizas cadáveres y gente agonizante.
De pronto los que estaban vivos, con gran terror, empezaron a correr hacia el oeste, nosotros intentamos preguntarles el porqué de la huida, pero no logramos encontrar respuestas.
Dicha respuesta se develó ante mí; mi cuerpo se entumecio al ver como de los restos y el polvo, criaturas espantosas con garras enormes y podridas, encapuchadas, con hoces gigantes; se llevaban a todos los que no podían escapar.
Charlie, se sacó la venda y al ver a esas cosas, “Semejantes a la más espantosa revelación de la muerte”, gritó e intentó correr tropezando en el intento, yo lo alcance, sin embargo, una de las bestias nos atacó. Me enfrente a ella pero me hirió y lo tomo a él; el profesor corría e intentaba alcanzarlos, ya era tarde, ella desapareció y yo perdí el conocimiento.
Mientras estaba inconsciente soñé que me encontraba en un prado verde podía correr en dos patas “No era yo, pero a la vez si era yo, fue una sensación muy extraña”. Luego rodaba por una colina y todo se convertía en oscuridad, de un momento a otro me encontraba en la nada misma hasta que caía hacia los tibios brazos de la señorita, podía escuchar su dulce voz llamándome “despierta, despierta, quédate aquí conmigo, despierta” luego la entonación empezó a cambiar a la voz de un hombre “despierta perro torpe, despierta de una vez”
Al abrir los ojos, me encuentro con un muchacho tal vez de 20 años o más, pálido como la nieve, de ojos miel, pelo castaño claro y rulos, alto, muy delgado y descuidado; me levanté y pregunté:
— ¿quién eres?
—Si lo supiera te lo diría, pero me llamo Alan, el profesor está bien y fue a buscar algo de agua y lavar los vendajes ¿ya estas mejor?
—Si, gracias ¿En dónde está el pequeño? ¿sabes algo de adonde se lo llevaron? —Respondí, con una voz ronca casi adormilada.
—Sí, ahí es a donde iremos, lo rescataremos cuando te recuperes, y perdón por insultarte para hacerte despertar –dijo sonriente.
— Está bien ya estoy mejor, podemos partir cuando vuelva el señor –agregue yo intentando reponerme.
En lo que lo esperábamos le pregunte a donde teníamos que ir y él dijo que era lugar en el que ya había estado y había logrado escapar, pero ni entrar ni salir es fácil.
Cuando llegó John, emprendimos nuestro viaje; caminamos por lo que quedaba del bosque hasta llegar a una zona que no había sido afectada por la catástrofe.
Mientras John y yo le preguntamos qué clase de lugar era, cómo había llegado hasta aquí y si había forma de salir; y él nos contó su historia: