La coleccionista de estrellas

cap 7

El viento era más que una caricia en aquel galope por la mañana sobre Perseo recorriendo el campo destino llegar a la laguna escondida , su lugar en el mundo tal vez haciendo el máximo esfuerzo para no perder el ritmo su perro San Juan aceleraba sus patitas con manchitas bancas para estar juntos a ellos. Necesitaba estar sola, necesitaba ese silencio y el sonido a la vez de la naturaleza para poder abrir su mente, despejar sus ideas. Mañana sería otra historia, la nueva escuela la esperaría…Sentía incertidumbre, tal vez miedo, ese miedo que se anuda en el estómago ante lo que te depara un futuro que anhelas pero que temes porque sabes que es una puerta hacia una libertad que añoras, una posibilidad de poder concretar tus sueños. El espejo de agua parecía de cristal ante el reflejo del sol, sí que era hermoso ese lugar…bordeado por árboles con pequeñas ondulaciones que simulaban cerros caprichosos, un pequeño muelle de madera le daba ese toque de postal vintage que tanto le gustaba. Tantas veces ese lugar fue su refugio, su energía estaba allí, sus lágrimas se mezclaron otras tantas con el agua de la laguna, porque simplemente necesitamos ese lugar que nos permita dejar nuestros pesares, secretos, heridas…Desmontó y bajo la alforja que traía, junto a su guitarra, entre los panecillos de anís y sus canciones sería un momento ideal. San Juan olfateo la alforja con el diseño de Frida Kahlo en su frente y movió con desesperación su cola. Dejó a Perseo pastar y tendió la manta en el muellecito, el sol estaba a pleno, ni una sola nube amenazaba esconderlo. Se recostó y colocó sus manos detrás de la cabeza mirar el cielo limpio le producía paz, tranquilidad, cerró sus ojos y esa paz y tranquilidad la hicieron dormitar. La sombra se proyectó sobre ella y la ausencia de la luz del sol la hicieron despertar, no podía distinguir rápidamente pues la persona parada frente a ella era como una sombra iluminada por los rayos del sol. Se incorporó rápidamente, temerosa hasta que estuvo cara a cara con un perfecto desconocido de sonrisa franca sombrero de cuero raído, caña de pescar y mochila pescadora.

_No quise asustarte…-dijo viendo la expresión de Venecia quien estaba a punto de salir corriendo.-no te preocupes ya me voy solo creí que estabas desmayada o algo …-dijo sonriendo. Venecia se arregló su pelo y aún desconfiada levanto su manta y no contesto, le parecía tan extraño que San Juan no hubiese toreado, le resultaba aún más increíble que su perro estuviera haciéndole fiesta a un perfecto desconocido con los ojos esmeraldas más hermosos._ Oye no te vayas, yo me voy vos estabas antes…además el lugar es grande hay espacio para todos.

Venecia siguió juntando sus cosas sin responder.

_Soy Yako…Yako Henrich…

Venecia se detuvo y lo miró sin creerlo.

_ ¿Yako?...

_Hola Venecia…me recuerdas aún…

Venecia no podía creerlo, su amigo de infancia su mejor amigo desde siempre corrió y lo abrazó emocionada.

_Yako no puedo creerlo creí que jamás volvería a verte…pero…pensé que no regresarías nunca de Estados Unidos.

_Acá estoy…y mira donde vengo a encontrarte en nuestro lugar.

_En tu lugar porque todo esto le pertenece a tu padre…

Yako bajo su mirada y aferró las manos de Venecia.

_Papá murió Venecia, por eso regrese, mamá quiso volver a su lugar además cumpliendo su viejo sueño de la escuela de arte…

_No, no, ¿tu mamá es la famosa creadora de la escuela de arte? _Yako asintió con la cabeza orgulloso._ Me muero yo…yo iré a esa escuela

_Pues seremos buenos compañeros entonces-anunció Yako chocando su palma con Venecia que estaba exultante de alegría.

_Estoy feliz Yako muy feliz…

_Yo también Vene, de volver y de poder estar contigo…

_Amigo te extrañe muchísimo.

Se abrazaron en ese abrazo profundo que se unen las almas y los tiempos no importan porque esos segundos son únicos irrepetibles. Yako aspiró el perfume de Venecia, seguía usando aquel que olía a Jazmín, aquel que comprara para tener siempre con él…para tenerla muy cerca, como la foto de sus caritas con sus bocas de dientes faltantes con los monitos del jardín de infantes. Ahora era otra historia y el lo sabía, aquella que abrazaba ya no era una niña, ya no era “su” hermana-amiga, era toda una mujer y esa sensación extraña que sentía lo hacía sentir como si la estuviese traicionando.

 

 



#45266 en Novela romántica

En el texto hay: fantasia

Editado: 26.08.2018

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