Estar en su forma lobuna es la única manera en la que Cristian puede sentirse libre y lleno de paz es por eso que corre por el bosque esta noche, sus patas se mueven a toda velocidad, el aire golpea su rostro y mueve su pelaje negro.
De repente le llegó un aroma exquisito, un aroma que le hizo perder la velocidad y detenerse abruptamente. Confundido comienza a olfatear el lugar y buscar de donde proviene el exquisito olor.
Sigue el aroma hasta que a unos metros de distancia ve a una mujer que reconoce al instante, Alicia. Cierra sus ojos y se transforma a su forma humana, sin importarle su desnudez camina hacia su esposa.
—¿Alicia? —La llama confundido por encontrarla aquí en medio del bosque.
Ambos se miran fijamente y se sonríen, Cristian baja su vista al enorme vientre de su mujer y jadea sorprendido.
—¿Cómo? —Lleva su mano derecha a ese lugar y lo acaricia de forma tierna. —Mi amor… ¿Cómo ha…? —Calla abruptamente… Ya no es Alicia.
Una mujer con los ojos más hermosos que ha visto lo ve con una sonrisa plasmada en sus labios.
—Pero ¿qué sucede? —Atónito ve a esa mujer con cabello rubio y ojos verdes frente a él.
Lycans
William.
Conduzco por las calles de mi pueblo natal con una sensación extraña en mi pecho. Había tomado unas vacaciones ya que estaba cansado de mis responsabilidades como Beta de mi manada necesitaba un poco de respiro de toda la mierda que había sucedido.
Desde que perdí a mi compañera considero que la vida no tiene sentido, perderla me ha dolido mucho, más de lo que imaginaba ya que tenía poco de conocerla, ni siquiera la llegue a marcar, pero la ame y la sigo amando… siempre la voy amar.
Creo que comienzo a odiar el lazo de compañeros destinados.
Podremos tener más fuerza y más vida que los humanos, pero en este mismo instante envidio que ellos no tengan esta naturaleza de tener parejas destinadas. Si, ellos también sufren cuando pierden a un ser querido, pero nosotros sufrimos el doble o el triple cuando se trata de nuestra otra mitad.
Suspiro al ver frente a mí, la casa central de nuestra manada. Estaciono frente a esta y mientras muevo mis dedos sobre el volante la observo por unos breves momentos. Solía ser mi lugar favorito, aquí nací, crecí junto con mi hermano mayor y he vivido mis años más felices, pero ahora no me siento a gusto al solo recordar que a pocos metros murió mi compañera a mano de un vampiro.
La manada era un lugar donde no sabíamos que era una guerra. Sí, siempre hemos sido entrenados por si algún ataque ocurría, pero jamás había pasado, desde hace muchos años había reinado la paz entre todas las especies, pero eso ya cambió, los vampiros nos odian y solo a nosotros a la Manada Crescent Moon y no sabemos la razón.
—Aquí vamos—Muy a mi pesar salgo del auto.
Camino hacia la puerta, a medida que avanzo logro escuchar gritos dentro de la casa. Llego a la puerta y giro el pomo abriéndole, los gritos se escuchan con mayor intensidad. Reconozco al instante esos gritos, son de mi cuñada.
—Ya no eres un niño Cristian, tú tomas tus propias decisiones, no tu padre. — Ok están hablando del viejo.
—¡Lo sé! Pero lo hago por la manada.
¿Sobre qué están discutiendo? Me pregunto
Me Debato internamente entre si interrumpir o no, observo a mi hermano frustrado así que decido hablar.
—¿Se puede saber por qué discuten?
Ambos voltean a verme.
—¿William? Pensé que te tomarías unas largas vacaciones, nuestro padre quería que te llamara, aunque no lo hice. Creí que necesitabas despejarte un poco.
—Hola hermanito y sí, pero el viejo me llamó porque dice que me necesitan aquí, los ataques son más frecuentes ¿Es cierto?
—Si, a los ataques se han unido algunos brujos, pero he podido controlarlo.
—Bueno, ya estoy aquí para ayudarte sí. — Mi mirada cae en Alicia. —Hola cuñada.
—William
—¿Por qué discutían?
Mi cuñada simplemente suspira. —Que te explique tu hermano. —Da media vuelta y sale del salón.
Me dirijo a mi hermano esperando que me cuente su pelea con su esposa. Bufa mientras se desordena su perfecto peinado.
—Nuestro padre quiere que busque a mi compañera. —Responde en medio de un suspiro.
—Y tu esposa no quiere. Lógico no quiere perderte. —Asiente. —Te lo advertí hermano, debiste de esperar, no casarte con Alicia.
—¿En serio? ¿Tú también? —Se indigna. —La amo, fue razón suficiente para casarme. Incluso ya estoy cansado de repetirlo.
—Todo eso cambiará, tu amor por ella va a desaparecer. En cuanto veas a tu compañera ya no existirá nadie más para ti. Sentirás una electricidad por tu cuerpo con solo mirar sus ojos querrás protegerla y estar con ella. — Un nudo en mi garganta no me deja seguir.
Eso mismo sentí cuando conocí a Caroline. Aunque también… Mejor dejo de pensar en idioteces.
—No pasara eso. —Asegura.
—¿Cómo estás tan seguro? Aún no la conoces.
—La he visto. —Ok, eso me sorprende. —Bueno en un sueño.
—¿En un sueño? Eso significa que sus almas están más unidas de lo que piensas.
—No lo creo, solo es un sueño nada más.
—Lo que tú digas. —Le digo ya cansado de su negativa hacia su compañera.
Nos quedamos un momento en silencio hasta que decido preguntar. —¿Cómo es ella?
Por unos minutos Cristian no responde, se muestra pensativo, pero lo dejo estar hasta que me sorprende al responder.
—Piel clara, ojos verdes y cabello rubio. —Responde mostrando indiferencia.
Quedo pensativo, hay muchas mujeres con cabello rubio de ojos verdes, pero con la descripción de mi hermano viene a mi mente la chica con quien tropecé en Londres. Una sonrisa se instala en mis labios al recordar su rostro.
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Editado: 29.10.2024