Lucía no se creía que estuviese en ese cóctel, ella ya había trabajado en eventos similares.
Camarera: “¿Lucía?, ¿eres tú?”
Lucía: “Bego, ¡que sorpresa! ¿Ya no trabajas con los del catering?”
Begoña: “Sigo trabajando con ellos, pero de vez en cuando me envían a otros sitios que necesitan personal como es el caso de ahora…”
Lourdes: “Por lo menos me la podrías presentar…”, le dijo con una sonrisa.
Lucía: “Disculpa Lourdes, es que no me la esperaba aquí trabajando. Lourdes esta es Begoña, una antigua compañera de trabajo. Bego esta es Lourdes CampoViejo, mi jefa…”
Begoña les ofreció a las dos sendas cervezas.
Begoña: “¡Qué calladito te lo tenías, ¿eh?!”
Las dos entraron en los jardines mientras se reían, y Lucía le explicaba cómo se trabaja en un servicio como en el que estaban. En aquel momento varias personas se acercaron hasta ellas.
Lourdes: “Buenas noches, os presento a mi asistente Lucía Salvatierra…”
Grupo: “Mucho gusto Srta. Salvatierra…”
Lucía: “Encantada Sres.”
Lourdes: “Lucía, te voy a pedir que confíes ciegamente en mi. Veas lo que veas y oigas lo que oigas, sigas creyendo en mí. Habrá gente que te voy a enviar para que hables con ellos en mi nombre, lo que acuerdes con ellos será como si lo hubiese hecho yo ¿Ok?”, le dijo en un susurro.
Lucía: “Ok”, contestó en un susurro igual.
En aquel momento un hombre mayor se acercó hasta Lourdes, quien la envió hasta Lucía para que fuese ella quien negociase.
Hombre: “¿Lucía Salvatierra?”
Lucía: “Sí, soy yo y ¿usted es?”
Hombre: “Mi nombre es Fernando de Prados, y necesitamos la ayuda de la Corporación Industrial CampoViejo…”
Lucía: “¿Necesitamos?”
Fernando: “Disculpe, represento a otras once empresas que tenemos un problema común, y es Tomás Miranda, S.A.”
Lucía: “¿Y cómo podemos ayudarles a resolver sus problemas con Tomás Miranda?”
Fernando: “Muy fácil necesitaríamos un préstamo de unos doscientos cincuenta mil euros, que serían destinados íntegramente a la compra de una ampliación de capital para…”